Tenia que ser sincera consigo misma.
Había estado en situaciones peores.
Se levanto de su cama, tragándose un quejido mientras enderezaba su espalda con cuidado.
Elías se había excedido, más que eso en realidad. Todos conocían su gusto por lo brutal, su juego cruel que rayaba en el peligro que normalmente Scarlette consideraba un coqueteo inofensivo, pero hoy...
Hoy Elías había entrado en la lista diez de jugadores dementes, tan sediento por el triunfo que no le importaba a quien podia lastimar para conseguirlo.
Pero de cierta forma, una retorcida forma, podia comprenderlo. El había deseado tanto ganar que no le importo que medios le servían para eso.
La desesperación era un arma peligrosa en manos débiles, y aunque Elías poseyera los ojos más cautivantes que un jugador podia tener, era débil por dentro. Como una manzana roja y brillante, perfecta a simple vista, pero cuando la cortabas descubrías su centro putrefacto.
Si fuera un poco menos guapo, Scarlette tal vez podría odiarlo, pero ni aún con toda su espalda maltrecha podia lograr alcanzar ese sentimiento tan oscuro.
Ella no odiaba a nadie y se lo había prometido en el momento en que decidido en quien se convertiría. En que jugadora se volvería, que mujer seria.
No, el odio solo conseguía destruir el alma de la persona y jamás era bueno para nadie.
Se necesitaba demasiada fuerza para poder evitar un sentimiento tan oscuro y retorcido como el odio, una lucha que parecía jamás terminar y que en algunos momentos parecía perdida desde hace mucho tiempo.
Scarlette había lidiado con eso gran parte de su vida, siempre medio tentada a dejarse llevar por la liberación que representaba odiar a alguien, pero ella resistía.
Era más que eso. Era mejor.
Tal vez le gustaba bromear o enojarse con sus compañeros de vez en cuando, pero jamás nada serio. Sus molestias solían desaparecer a la mañana siguiente y su alma seguiría tranquila por las noches.
Arrastrando los pies, salió de la habitación hacia la cocina, apretando con fuerza los dientes para resistir los pinchazos de dolor que aparecían con cada uno de sus movimientos.
Cuando llegó a la cocina, se dejo caer agotada contra una silla. Resollando en busca de aire, tratando de convencerse que el dolor desaparecería tarde o temprano.
Su fuego estaba seco, sus fuerzas estaban por los suelos y para peor, el simple esfuerzo de caminar un par de pasos la hicieron sudar como si hubiera corrido diez kilómetros.
Apoyo sus codos sobre la pequeña mesa de la cocina y hundió su rostro entre sus manos.
Sentía el sudor picar entre sus omoplatos y arder contra las heridas que todavía no cerraban. Las púas de metal de Elías sí que habían hecho bien su trabajo después de todo.
Las gotas de sudor resbalaron por su piel, recorriendo con lentitud su columna, mezclándose con la sangre de las vendas y empapando la blusa que Tessa le había ayudado a vestirse. Resistió el impulso de rascarse ya que hasta ella sabía que solo seria para peor.
Por un momento pensó en pedir ayuda. A Tessa, quien siempre había logrado oírla cuando incluso ella no sabía dónde estaba perdida. La alcanzaba a pesar de todos los obstáculos que pudieran separarlas, y cuando su capitana la abrazaba, sabia que, de alguna forma, ambas estarían bien.
Ella era la que siempre tenía una opción, una palabra lista para ser dicha o incluso cuando las palabras no existían, la seguridad de que ella estaba ahí y de que la ayudaría de una forma u otra era suficiente para Scarlette.
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El torneo (Inazuma Eleven-Axel Blaze)
FanficLa vida de Tessa Whitelaw está en crisis, luego de perder a sus padres en un accidente de tráfico, y de despertar de un coma de cinco meses, Tessa decide volver a jugar futbol y continuar siendo la capitana de los caballeros de la reina, pero el Tor...