Capítulo 9

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Me lavanto con la cara aún llena de lagrimas secas.

Ruedo sobre mi cama hasta caer al suelo. El choque de mi cara con el piso me hace dar un salto y terminar de pie.

Camino hacia el baño mientras trenzo mi pelo y me alisto para ir a la escuela.

Bajo las escaleras trotando y me siento para tomar desayuno.

Miro mi reloj y al notar lo tarde que es cojo una botella de agua un poco de dinero que esta sobre el mármol de la cocina y salgo por la puerta trasera que da directo al coche donde el apuesto Damian me espera.

—Buenos días— digo al entrar en el coche y Damian me dedica una sonrisa.

—Buenos días Beatriz, ¿como amaneciste?

—Con frío, para ser verano me estoy congelando.

—eso es verdad— ríe el chofer mientras maneja. —disculpa que me meta pero ayer vi al señorito Giovanni salir muy enojado.

—Si... Él esta un poco intenso ultimamente—respondo.

—Debería tranquilizarse.

Asiento y continúo mirando por la ventanilla.

—Gracias y hasta luego Damian—digo al salir del coche.

Camino por los pasillos sintiendo las miradas sobre mi y sonrío a toda persona que este cerca. Entro al salón de clases y siento como su mirada penetra todo mi ser.

¿Alguna vez les ha pasado que aunque bajen la mirada pueden ver lo que esta pasando? Pues es exactamente eso. Veo como se acerca lentamente a mí, cada vez más cerca y una sonrisa en su rostro. Mi cara rápidamente es levantada por una mano rígida y firme... Giovanni.

—Sabes algo princesita, estuve muy mal y creo que puedo perdonar que no estes lista— dice.

Veo como Teodoro se da media vuelta y regresa a su sitio.

—Ese rarito me tiene harto— rueda los ojos.

—No le digas así, y tu no tienes nada que perdonar. Yo debería perdonarte y no se si lo voy a ha...

—Silencio princesita, solo bésame.— coge mi mentón con fuerza y sin mi consentimiento y comienza a besarme.

—Suéltame Giovanni— reprocho.

El continúa besándome y baja sus manos a mi trasero el cual aprieta haciéndome sentir aún más incomoda.

—Dijo que la sueltes— dice una voz gruesa y firme por detrás de Giovanni.

—¿Y si no que, rarito?— ataca.

—Manera de detener el tiempo número siete: hacer lo que piensas— contra ataca.

—de que miércoles estas habland...

El castaño dispara un puñetazo en dirección a la cara de Giovanni dejándolo con la nariz chorreando sangre.

—¡Aguarda! ¡detente, es mi novio!—grito despavorida.

—No Beatriz, yo puedo con el rarito.

—¿Ah sí?— reta.

Vuelve a dar un puñetazo en su bello y envidiado rostro.

—¡Para!

—Si, dile Beatriz dile que tu quieres que te toque así— me fulmina con la mirada.

—eh... Yo... Creo que... Digo... No es que no quiera...

100 maneras de detener el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora