Capítulo 11

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Abro mis ojos bruscamente y emito un grito casi sin querer.

Pasos rápidos se escuchan por toda la casa y se detienen en mi habitación.

—¿Esta bien señorita Beatriz?— dice Benita, una de las trabajadoras de la casa desde el otro lado de la puerta de mi habitación.

—Si Benita, solo fue una pesadilla.

—Bueno— dice cortante.

—Perdón por levantarte.

No se escucha ninguna respuesta, más que los crujidos del piso que indica que ya se esta retirando.

Tenía que ser un sueño, era obvio. Teodoro o Terry, como sea jamás sería asi de dulce. Tampoco es el del restaurante, es todo producto de mi imaginación. Y sobre Giovanni, ni que decir el jamás me haría algo así.

Estiro mi cuerpo para coger mi celular y ver la hora: tres y media de la mañana.

Dejo mi celular donde estaba y bostezando me acurruco en mi cama para volver a quedarme dormida.

Terry besa bien. Por lo menos en mis sueños.

[•••]

A la mañana siguiente me levanto aún algo confundida con lo sucedido ayer. Rizo mi largo cabello rubio y me pongo mi faldita verde de uniforme.

Bajo corriendo por las escaleras y en un abrir y cerrar de ojos ya estoy en el coche junto a Damian.

Los primeros cinco minutos de recorrido son silenciosos. Miro por la ventana, chequeo mi celular y acomodo mi cabello cada cierto tiempo.

—¿Ya estas mejor?— dice el joven y guapo chofer.

—¿Mejor?... Supongo— frunzo el ceño aun mirando por la ventanilla del auto.

—Digo... Benita me contó que tuviste un mal sueño. Solo quería asegurarme de que estés bien.

¿Ese sueño va a perseguirme el resto del día? ¿Acaso no puedo disfrutar de mi Viernes en paz?

—No fue nada.— digo.

Asiente y cuando paramos en el semáforo se da vuelta y me sonríe.
Al llegar al colegio me despido de Damian, tiro algo fuerte la puerta del coche blanco y entro en la institución.

Pego mis libros a mi pecho y le sonrío a cada niñita ilusionada que se acerca a saludarme. Ya saben, popularidad y esas cosas.

Entro en mi aula y me topo con un chico, un chico que me suena demasiado. Yo se que lo conozco, solo no se de donde.

—Hola, Beatriz— dice sonriendo.

Mi mente hace erupción tal y como un volcán: ¡es Sebastián! Este Viernes sin duda será el viernes más largo de mi vida.

Antes de que pueda responderle al castaño Ximena me jala del brazo y me hace a un lado.

—¡Bea! Te estaba buscando, mañana es el cumpleaños de Gonzalo y estoy planeando hacerle una fiesta sorpresa...— dice sonriendo.

—Interesante... ¿Y quieres que vaya?

—Obvio que iras porque será en tu casa— sonríe y al ver mi gesto de enfado comienza con la rogadera.

100 maneras de detener el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora