Capítulo 29

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(De regreso con Bea)

Las clases de Geografía suelen ser muy aburridas. German, el profesor es verdaderamente ardiente, lastima que tiene esa pinta de fracasado y usa esa ropa barata que lo hace ver como una perfecto imbécil.

Sus húmedos labios recorren mi cuello haciendo que me estremezca.

—Ya basta—susurro aún disfrutando de sus besos— el profesor nos puede ver.

—No se ve ni a el mismo en el espejo, jamás notara un poquito de amor mientras da su clase de Matemática— responde y sigue con lo suyo.

—No da clases de matemática, son de geografía.

El rubio sonríe y asiente.

—cierto.

Sonrío.

—Pero después de las clases no te libras de mis besos babosos.

Oh no, dime que no dijo besos babosos. Parece que esa cara bonita ni siquiera es suficiente para no hacerlo un mata pasiones. Es un gran mata pasiones.

Sonrío a medias y giro mi rostro hacia el pupitre final del salón.

No esta.

Después de una semana ya me he acostumbrado a no verlo. A veces, hasta pienso que todo fue un sueño. Un sueño del que me gustaría jamas haber despertado.

¿Si aún lo amo?

Tal vez para muchas personas una semana sea muy poco tiempo, y en realidad lo es. Ese es el problema, ese es el mensaje oculto de las maneras de detener el tiempo, cosa que al parecer necesitaba descifrar estando lejos de el. Cada año el tiempo parece correr más rápido, la gente corre, y aún así llega tarde. Se olvidan que están corriendo, que corren en su vida: si van más deprisa, menos vivirán.

—¿Vienes?—dice Yumiko sentada sobre mi pupitre.

—¿ah?

—Que si vienes con nosotras al comedor.

¿Cuando dijo eso? ¿Cuando sonó el timbre? Al parecer, pensar en el tiempo hace que las cosas vayan aún más rápido. Asusta.

Caminamos sin decir una sola palabra hasta el comedor, donde nuestra enorme mesa llena de amigos y enemigos nos espera.

—Me gustó la escenita porno en la clase de Geografía, Beatriz— dice Cayetano.

Tan idiota como siempre.

Giovanni lo golpea en el hombro con fuerza.

—Fueron solo besitos babosos—dice mi novio.

No, otra vez no.

Todos ríen, como si hubiera dicho el chiste más gracioso del planeta. Como se nota que es el capitán del equipo.

—Háganlo más seguido, así puedo... Ya saben...—mueve su mano de arriba abajo varias veces a la altura de su entrepierna.

—Me das asco, Enzo— dice Candace.

—Si, que asco— añade Scarlett.

100 maneras de detener el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora