Capítulo 27

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Buenos días mundo.

Las cosas parecen ser iguales: despertar en la misma cama, mirando por la misma ventana, vestir el mismo uniforme y bajar las mimas escaleras antes de ir por un desayuno que realmente nunca termino.

Pareciera que el crucero ha sido tan solo un sueño, eso parece, aunque estoy segura de que no lo fue.

Tomo mi mochila,  la paso por mis hombros sujetando las asas con mis pulgares y entro en mi lujoso auto negro. Dentro de él me espera Damián con su típico gorrito de conductor y una sonrisa radiante.

—Buenos días señorita Beatriz—dice manteniendo la sonrisa.

—Solo Bea, vamos, tan solo eres cuatro o cinco años mayor que yo— reprocho.

Él ríe y con los dedos hace un ceño de capitán, cosa que noto por el espejo retrovisor.

Mi frente se densa al pasar por mi mente la idea de reencontrarme con Giovanni.

¿Que haré con él? ¿Tres años y ocho meses se pueden tirar al tacho por unos días en un crucero hermoso junto a un chico que lee mentes y es estúpida e ilógicamente atractivo?

¿Se puede?

¿Y por otro lado, que haré con Terry? ¿Como estoy con él sin llevar a la ruina a mi grupo, a mis amigas?

—Y llegamos señori... Bea— se corrige.

—Gracias, Damián—digo y bajo del auto.

Camino por los pasillos del Élégance college ignorando las miradas fulminantes de la gente, su mala vibra y comentarios despectivos sobre mi bronceado o la bendita foto que se filtro de mi beso con Teodoro Sarmiento, el rarito nuevo que probablemente nadie notaba hasta este acontecimiento. Si, creo que ahora mi bronceado es irrelevante.

Alguien toma de mi brazo con fuerza y camina a mi lado a paso rápido.

—¿Que has hecho?— dice entre dientes— No se como pudiste mandar esa foto, Beatriz ¡Estas hundiendo a los ángeles!

—Xime, yo...

—Nada. ¡Nada de nada! No hay manera de justificarse, somos como hermanas, el grupo va sobre cualquier chico.

¿Perdón? El no es cualquier chico.

—¡Yo no mande esa foto!— grito provocando que los comentarios negativos aumenten un 60%

—¿Entonces como llego al celular de Giovanni?

—Ni lo menciones— añado con los ojos fuertemente cerrados— No quiero ni verlo ahora, en el crucero todo parecía tan...

—Bea...—interrumpe golpeando levemente mi hombro.

—¡No me interrumpas! En el crucero todo era un sueño, Terry era un sueño, él solo...

—¡Bea!— grita.

Abro los ojos con fuerza y lo primero que distingo es el furioso rostro de mi novio, o ex novio Giovanni frente a mí.
Volteo a ver a Ximena, quien tiene un rostro pálido y asustado.

—Sigue, Beatriz, decías que el rarito era... ¿Que?— dice el rubio y luego choca puños con uno de los gemelos Camperment, que ahora mismo no logro distinguir.

¡Maldita sea! ¿Ahora que digo?

—Giovanni...

100 maneras de detener el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora