Capítulo 17

112 9 0
                                    




Su entrada al aula es misteriosa y silenciosa. Intenta no llamar la atención con esas gafas de sol mientras entra mirando sus pies al caminar. Me alegra que este de vuelta, si tuviera que falsificar la firma de su padre una vez más, sin duda lo haría.

Al concluir las tres primeras horas de clase Terry desapareció. Según yo me esta evitando, pero en realidad no estoy segura.

—Vamos Bea, los chicos nos esperan en el comedor.— dice la pequeña pelirroja jalando de mi brazo.

Asiento y camino junto a ella mientras busco con la mirada a Terry. Cuando estamos a tan solo unos metros del comedor reconozco una nube de humo gris y una sonrisa se dibuja en mi rostro.

—Abi, me acabo de acordar que tengo... Un... Un trabajo, con... Sebastián, uno de mi clase. Avísale a los chicos que estoy ocupada por favor ¿si?—digo tan rápido que olvido respirar.

—Creo que entendí... Si, no te preocupes.— ríe y se da media vuelta.

Espero que no descubran mi mentira. ¡Ay no! Ahí sentando esta Sebas. Piensa Bea, piensa como puedes salvarla.

—¡Abi!— grito.

—¿Si?

—No menciones lo de Sebas... No quiero provocar una pelea con Giovanni.

La pelirroja frunce el ceño unos segundos pero finalmente asiente.

Corro con todas mis fuerzas hacia el árbol de donde proviene la nube.

—¿Porque lo hiciste?— dice.

¿Ahora que hice?

—¿Hacer que?— respondo confundida.

—Te deje clarísimo que no me interesas, ¿Porque hiciste la carta?

¿Demonio inteligente? Ya no se si creer en lo que leo en internet.

—¿De que carta me hablas?

—Vamos, ahorremos tiempo. Sabes bien de que te hablo.

—¿Vas a explicarme como lo sabes todo? ¿Porque pareces leer mi mente?

Su cara se torna pálida, muy pálida.

—Responde.— insisto.

—¿Responderte, yo? Vamos Beatriz, tu eres la de la mente loca... Hermano gemelo perdido ¿recuerdas?— gruñe.

—Tu y yo sabemos que no estaba tan equivocada, resultaste ser el chico del rest...

Tapa mi boca con una de sus firmes manos y como reflejo mis puños rápidamente golpean su rostro haciendo volar sus oscuras gafas.

Terry me suelta de inmediato. Volteo rápidamente hacia el y me sorprendo al ver un enorme ojo morado e hinchado.

—¿Yo hice eso?— pregunto angustiada llevando mi mano hacia su ojo morado.

Él, golpea mi mano como un ninja y frunce el ceño.

—No seas tonta, no se puede hacer algo así en menos de un minuto.

—¿Estas bien? ¿Quien te hizo eso?

Terry mira al suelo y una lagrima corre por su mejilla.

¿El chico raro esta llorando? ¿Debo insistir con la pregunta? Seguro dirá que esta sudando por los ojos o algo así, le encanta el sarcasmo.

—Si, estoy llorando, nosoy tan imbécil como para negarlo.

Que miedo.

—Quisiera hacer lo que tú y saber lo que tienes sin que me lo digas.

100 maneras de detener el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora