Capítulo 13.

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"¿Qué es lo que harías? ¿qué es lo que dirías? ¿cómo se siente fingir que está bien?"

Años atrás:

Luego de horas de parto, a Debbie le habían entregado a su bebé recién nacida con ropita de bebé y una fina frazada cubriendo su pequeño cuerpo.

- Mira Alexander, tiene tus rasgos- dijo Debbie. Estaba fascinada por la belleza de su pequeña hija, se veía pálida y cansada, debido al parto. Pero no le importaba ya que tenía a su pequeña hija en sus brazos

- Es muy bonita- sonrió orgulloso de su pequeña- hola mi vida, tú eres nuestro angelito ¿lo sabes?- la pequeña Perrie abrió sus orbes azules como el cielo mirando con curiosidad y prestando toda su atención a la persona que le habla quién parecía ser su papá.

- Pequeña Perrie- besó la pequeñita cabeza de su bebé- te amo mucho cariño.

Unos pocos días después le habían dado el alta del hospital a la señora Debbie, su marido Alexander había pasado a buscarlas así toda la familia podría establecerse en la casa. Así que sin más habían tomado sus cosas y se habían marchado llenos de alegría por el nacimiento de su pequeña Perrie. Luego de conducir unos veinte minutos llegaron a su edificio, con ayuda Debbie logró subir hasta su departamento. Ya adentro se acomodó en su sillón de la sala aún con su bebé en brazos, mientras Alexander iba a terminar un trabajo pendiente en su computador.

No había pasado ni dos horas cuando tocaron la puerta. Debbie se sorprendió debido a que los golpes se oían fuertes y seguros, con suerte no habían despertado a su bebé. Frunció su ceño y se preguntó mentalmente: "¿quién podrá ser?".

- No te preocupes cariño, yo abro- dijo Alexander ya llegando a la puerta para abrir.

- Hola, Alexander- el nombrado iba a cerrarle la puerta en la cara pero el tipo fue más rápido e interpuso su pie en su camino- ¿ya tienes el dinero que  nos debes? Ya sabes, el jefe es impaciente.

- M..mira a..aún no l..lo tengo- balbuceo- p..pero prometo traértelo pronto- el tipo chasqueo la lengua y negando con la cabeza dijo:

- Tienes una semana- luego de esas palabras su puño fue a parar directo al estómago de Alexander haciendo que se arquera de dolor y suelte un jadeo por aire- Y más te vale tenerlo. Porque sino, querido Alexander, te atiendes a las consecuencias- y con se eso se fue, cerrando de un portazo.

- ¿Cariño?- dijo su esposa aproximándose a la puerta- ¡dios mío!- exclamó horrorizada acercándose a su marido quien yacía en el suelo, sus ojos cerrados por  el dolor y una mano en la zona golpeada- ¡¿qué ha sucedido?!- la pequeña mujer como pudo llevó a su marido al sillón- voy a ver qué tienes ¿sí?- el sólo asintió.

Una semana después Alexander no tenía el dinero, porque ¿de dónde demonios iba a sacar tanta cantidad? Además lo que tenía lo había gastado en su pequeña hija. Estaba jodido, lo estaba y mucho, temía que le fueran a hacer algo a su amada Debbie o peor a su preciosa hija. Unos golpes resonaron en toda la casa, a los Edwards se les hizo familiar. Debbie, ya enterada de la situación, mandó un mensaje a su madre pidiéndole por favor que cuidara bien de Perrie y que los amaba mucho a todos porque sí, ambos sabían cuan peligrosos eran esos tipos, porque eran mafia, personas sedientas de dinero y poder, personas desalmadas sin una pizca de arrepentimiento y o misericordia. Y sí era su fin, al principio Debbie se había enojado bastante con su marido por haberse metido con gente así, pero de alguna extraña manera, terminó perdonándolo y llamando a su mamá para explicarle la situación porque, demonios, amaba mucho a su esposo como para dejarlo en esta situación solo. Y si tenía que morir por él, ella lo haría sin dudarlo un segundo. Porque estaba segura que Alex también daría todo por ella y por su bebé.

Habían tumbado la puerta, literalmente, habían alrededor de diez hombres forzudos y armados rodeando a la pareja, llenos de tatuajes y de aspecto rudo.

- Te lo advertí Alexander- habló el tipo de la otra vez- he aquí las consecuencias- dos hombres se encontraban sujetando a su esposa y otros dos a él.

- ¡No la lastimen!- gritó desesperado retorciéndose para intentar escapar.

- Lo lamento querido Alexander, estas son tus consecuencias- él miró a su esposa, ella le sonrió y le murmuró un "te amo" para después caer al suelo. Un disparo sonó por la habitación, apenas perceptible al oído ya que aquella pistola tenía silenciador. Alrededor del cuerpo de Debbie se había formado un charco de sangre, de su sangre, de la sangre del amor de su vida, de su esposa, de su primer amor, de la madre de su hija. El mundo para Alexander se había parado y lo único que podía hacer era gritar de la rabia e impotencia. Los odiaba por haberle arrebatado una de las cosas más preciadas que el tenía, por haberle arrebatado al amor de su vida, pero se odiaba más a él por haberse metido con gente así.

- Bien- carraspeó el tipo- es suficiente. En unos momentos vendrá la policía y te llevará detenido quién sabe cuánto tiempo- y otra vez, sin nada más, se habían marchado. Alex aún seguía en un estado de shock sin poder asimilar lo que había pasado aún.

La policía había llegado y lo habían detenido. Lo querían culpar por el asesinato de su querida Debbie ya que era el único a quién encontraron junto al cuerpo de la mujer. Pero salió inocente al no haber huellas suyas en el arma, pero sí lo detuvieron ya que quién sabe quién les había dicho a la policía que se había metido con la mafia y ahí estaba él, detrás de unas rejas, preguntándose dónde estaría su pequeña Perrie.

"¿Te quedarás a mi lado? ¿me lo prometes? Siento que si suelto tu mano volarás lejos, te romperás".

Lloremos todos juntos. Nos hemos en el próximo capítulo y uh, hay salseo del bueno 7u7.

OJ.

Pd: se me hizo largo el capítulo, anyways.

Bajo la lluvia || Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora