Albus estaba determinado. Haría una preparación increíble de Amortencia. Scorpius lo había molestado toda la mañana con su superioridad en pociones y estaba decidido a bajarle los humos. Cuando lograra que Demi Boyle se enamorara de Polly Chapman, el maldito tendría que reconocerlo como Rey Absoluto.
Comenzó a mezclar los ingredientes a escondidas, en el baño de Myrtle la Llorona. La primer semana realizó con cuidado las preparaciones. En la segunda, las mezclas y cocciones. En la tercera, la dejó reposar. Y en la cuarta contempló su obra, nacarada y despidiendo humo en espiral, que olía vagamente a pergamino, chocolate y duendes de menta. Colocó una buena cantidad en un pastelillo y salió hacia la sala común de Slytherin para exhibir su obra antes de poner en acción su siniestro plan.
Encontró la sala vacía. Dejó el pastelillo sobre una mesa y fue hasta el dormitorio para buscar a Scorpius. El cuarto estaba vacío.
Mientras volvía a la sala, preguntándose por qué no había ido a buscarlo a la biblioteca, fue atrapado por un par de brazos largos en un abrazo de oso.
- Ey- lo saludó Scorpius con voz dulce, su aliento a chocolate en el rostro de Albus.- Gracias por el pastelillo.
Albus intentó esconder su alarma.
- Lo siento, amigo. Es para Polly Chapman. ¿Cuánto comiste?
- ¿Por qué preparaste un pastelillo para ella?- había dolor en la voz de Scorpius ahora.
Albus, consciente de los efectos de la poción, trató de calmar al chico: - Me preocupas, Scorpius. Era un pastelillo de broma. Me asombra que no te hayan salido dos orejas más.
Scorpius se llevó las manos a la cabeza para controlar sus orejas, en tanto Albus buscaba el modo de solucionar todo este asunto, con las ideas frenéticas, dándole vueltas. Tenía que preparar el antídoto, lograr que Scorpius no se diera cuenta de qué se trataba y hacérselo tomar. No podía enviar a su amigo por ahí, ya que ahora había comenzado a acariciar su cabello y a murmurar frases cariñosas en su oído. No sería nada bueno alimentar aun más los rumores con una declaración pública de amor a pleno pulmón, si lo dejaba solo.
Así que optó por mentir: -Tengo que preparar el antídoto. ¿Me ayudas?
Scorpius lo besó en la nariz y dijo altisonante: -Te seguiría hasta el fin del mundo.
Albus hizo un ruido entre gruñido y risa y le aseguró: -Me alcanza con que me sigas hasta el baño de Myrtle.
Scorpius tomó su mano y así caminaron hasta el baño.
Allí, Scorpius tuvo un arranque de afecto y abrazó a Albus nuevamente. El chico aceptaba que no era nada desagradable ser tan mimado, pero lo aterraba la furia de Scorpius cuando la poción dejara de hacer efecto. Lo pensó un momento, lanzó un Confundus no verbal y se felicitó para sus adentros cuando los ojos de Scorpius se desenfocaron y se sentó en el suelo tomándose la cabeza.
Comenzó a trabajar rápidamente y elaboró un antídoto que debía reposar hasta medianoche. No creía que fuera posible permanecer todo ese tiempo en el baño, por lo que tomó a su amigo de la mano para llevarlo a los jardines, esperando cruzarse con poca gente.