- ¡Y todos sabemos qué peligroso es usar un caldero con fondo delgado!
- Claro- murmuró Albus, intentando con todas sus fuerzas reír con el anecdotario increíblemente aburrido de tío Percy.
Por suerte, el hombre era tan pretencioso que ni siquiera notó la falsedad de su risita.
Albus caminó hacia la ventana por milésima vez en la última hora. La luna llena brillaba serenamente sobre la nieve, limpia de pisadas.
La pequeña mano de su madre se posó suave en su brazo.
- No son las 7 aún. Teddy dijo que llegarían 7.30.
- Ya lo sé. Es que...
- Tranquilo. Todo saldrá bien.
- Ya lo sé, pero...
- Te hará bien estar ocupado. Ayúdame con la mesa.
Arrastrando los pies, el chico caminó hasta el comedor y comenzó a tender la mesa. En el instante en que ponía el último cubierto, sonó el timbre y el pobre tenedor aterrizó en un centro de mesa, por efecto de su sobresalto.
Su madre arregló el problema con un floreo de varita y le acomodó con cariño el cuello de la camisa que llevaba bajo su suéter verde esmeralda.
Trató de ir hacia el hall sin correr, pero no pudo evitar resbalar con la alfombra y chocar con su prima Lucy, que charlaba animadamente con Victoire y Teddy.
Se abrió paso por entre apretones de mano hasta Scorpius y Draco, que estaban saludando amablemente a los abuelos Weasley. Y allí la vio, con su majestuosa actitud y un rostro que parecía tallado en mármol.
Con la voz más firme que pudo conseguir, extendiendo su diestra, la saludó:- Señora Malfoy, bienvenida.
- ¡Ah, tú debes ser Albus Potter!- le respondió ella, su voz segura y profunda, su mano dando un apretón mucho más fuerte del que esperaba el chico de una abuela.- He oído mucho sobre ti.
Albus notó cómo Scorpius, de pie junto a su abuela, enrojecía como una amapola. Impuso su astucia al terror que sentía y, con una risa suave, ofreciendo el brazo a Narcissa, respondió: -¡Pero no tanto como yo he oído sobre usted! Scorpius nunca se cansa de recordarme que tiene la mejor abuela del mundo...
Logró tomarla por sorpresa, porque ella sonrió y aceptó su brazo:- Todo un joven caballero de Slytherin, como corresponde.
Intercambiaron unas cuantas cortesías más en su breve caminata hacia la sala de estar, donde la señora Malfoy se reunió con su hermana y su sobrino.
Sólo entonces pudo saludar a Draco y a Scorpius, con apretón de manos al primero y un mínimo abrazo al segundo.
- Es maravilloso que estén aquí- declaró, con sinceridad. No podía borrarse la sonrisa del rostro.
- Maravilloso fue tu recibimiento a la abuela Cissy- comentó Scorpius.
Con una mueca y en voz muy baja, Draco agregó:- Lo maravilloso fue el gesto de tu tío Ronald cuando mi madre alabó tu caballerosidad de Slytherin. ¡Creí que su mentón tocaría el suelo!
Riendo, los tres se sentaron en un sofá. Se les sumó James, trayendo bocadillos, y la conversación se orientó al quidditch por un cuarto de hora durante el cual Albus se entretuvo observando a trasluz las largas pestañas de Scorpius. Cuando él lo notó, le guiñó un ojo y entrelazó los dedos con los suyos. Así, tomados de la mano fueron hasta el comedor una hora después.