Albus decidió que hablaría primero con su padre. Esperó hasta la mañana siguiente y, antes de que despertaran su madre, Lily y James, fue a la cocina, donde Harry preparaba el desayuno.
- Buenos días, papá- saludó. Su padre se dio vuelta velozmente, enviando un waffle al cielorraso, y se rió de su propio sobresalto.
- Buenos días, Albus. ¿Quieres ayudarme con los platos?
Albus bostezó y comenzó a poner platos y cubiertos en la mesa en silencio, mientras Harry tarareaba una tonta melodía y batía la mezcla de unas magdalenas. Estaba doblando las servilletas cuando se dijo que no podía esperar más y empezó a hablar: - Tengo algo que decirte, papá.
Harry envió las magdalenas al horno con un floreo de varita y se volvió hacia su hijo, asintiendo.
- Yo sé que no estarás feliz, pero creo que debes saberlo y que, después de todo, en realidad solo es asunto mío, así que... Yo... Yo soy...Yo...
- Albus, tranquilízate, mientras no seas Mortífago...
- Yo... Creo que estoy enamorado, papá.
- Eso siempre es bueno, ¿o no?
- De Scorpius Malfoy, estoy enamorado de Scorpius Malfoy.
Harry se cubrió la cara con las manos. Pero cuando las bajó, su gesto no era el que Albus había supuesto. Sonreía suavemente.
- Tu madre va a estar feliz. Si hubiera sido por ella, ya habría adoptado a Scorpius. Eso, si Draco lo permitiera.
Albus se rió, aliviado. Atravesó la cocina hacia su padre, que lo esperaba con los brazos abiertos.
- Gracias, hijo. Aunque seguramente tus hermanos ya lo saben, es genial que hayas confiado en mí, que no me haya enterado por ellos.
- Te quiero, papá- murmuró Albus.- No quería decírtelo por carta...
- Y no tendrías que preocuparte por decírselo a tu madre. Sospecho que algo sabe al respecto.
Albus levantó la mirada, asombrado, y encontró a su madre, parada despreocupadamente en el umbral, los ojos hinchados por el sueño, la larga melena pelirroja en un desordenado rodete y una orgullosa y brillante sonrisa. Se acercó para sumarse al abrazo.
Entonces entró James, silbando bajo, y se detuvo en seco.
- ¿Quién murió?- preguntó.
La voz de Albus le respondió: - Ya les dije.
- Genial- dijo James, sirviéndose un waffle.
- ¡Oh! ¡Llegué tarde a los abrazos! ¿Qué más me perdí?- protestó Lily, arrojándose en una silla junto a Albus. Parecía confundida hasta que notó que todas las miradas se concentraban en su hermano.
- ¡Ah!- exclamó- Felicitaciones, Al. Es más de lo que te mereces, por cierto.
- ¡Ey!- se ofendió él, pero nadie se lo tomó en serio.