Al día siguiente, lo que despertó a Scorpius fue Gawain, el búho de Albus, con sus buenas noticias.
Su respuesta fue enviada con Antares, que encontró a Albus en plena limpieza de su cuarto.
Las pobres aves tuvieron una mañana muy agitada. Y los chicos una mañana feliz.
Por la tarde, Albus pidió ayuda a su padre para terminar el regalo de Scorpius. Había realizado algunas transformaciones en Hogwarts, pero aún se veían las páginas de algunos libros. Intentaron varios hechizos más, pero los tomos de la antiquísima colección de magia defensiva eran especialmente resistentes a sus esfuerzos. Ya estaba cayendo el sol, cuando decidieron que no quedaría más remedio que llamar a tía Hermione.
La encontraron leyendo (qué raro), aunque apenas le explicaron el problema, anunció a tío Ron que volvía en un momento y se transportó vía Flu de inmediato.
Con un entusiasmo digno de hazañas, les sugirió utilizar un envase y luego transfigurarlo.
Para la hora de la cena, llegaron Hugo, Rose y Ron. Traían helado y la firme intención de comer lo que se sirviera. Que resultó la famosa pasta a la crema de Ginny Potter, dado que Harry aún estaba ayudando a Albus con su regalo para Scorpius.
Antes de empezar a cenar, James soltó las buenas nuevas sin anestesia, en un sentido brindis que fue coreado con entusiasmo sobre todo por el tío Ron.
Albus hubiera deseado que lo tragara la tierra, pero nada de eso ocurrió y se vio obligado a soportar felicitaciones y bromas de toda clase.
De todos modos, estaba tan feliz que no hubiera podido ofenderse.
