Historia de la magia

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El señor Malfoy y Albus se precipitaron junto a la cama de Scorpius, pero el chico siguió durmiendo, dando fuertes ronquidos, nada comunes en él.
El señor Malfoy se disculpó, anunciando que iría a hablar con Madame Pomfrey.
Albus se quedó sentado, los ojos clavados en el suave perfil de su amigo, la angustia de unos minutos antes diluyéndose lentamente.
- No podía soportar a tu padre cuando estábamos en esta escuela. Jamás nos hubieran visto prestando atención al otro más que para pelear. Es casi irónico verte junto a Scorpius, tan parecido a tu padre como mi hijo se me parece. Aunque es también una lección: ustedes han sido más sabios de lo que fuimos nosotros a su edad. Supieron comunicarse, aprendieron a compartir a pesar de las diferencias. Algo que tu padre y yo estamos aprendiendo sólo ahora.
Albus observó al señor Malfoy inhalar una larga bocanada de aire.
- Scorpius es lo único que tengo en este mundo, Albus. Te agradezco que seas su amigo. Pero tengo que pedirte un favor: no lo hagas sufrir. Siempre has sido amable con él. Sigue siéndolo, por favor.
- Sé que a veces soy impulsivo, señor Malfoy, pero jamás lastimaré a Scorpius si está en mis manos evitarlo. Es mi único amigo.
Una sonrisa doliente se dibujó leve en el rostro del señor Malfoy, mientras asentía y se ponía de pie.
- Tengo que hablar con la directora. ¿Necesitas algo?
- Comida- dijo Albus atolondradamente. Malfoy se rió con suavidad.- Y mi libro de Historia de la magia. Tenemos examen mañana, si usted puede alcanzármelo...
- Por supuesto. Se lo pediré a su prefecto. Y veré qué hacer por la comida.
Y se fue de la enfermería, dejando a Albus pensativo, imaginando a dos jóvenes magos, Draco Malfoy y Harry Potter, hostiles y desconfiados, como dos versiones erróneas de Scorpius y Albus.

Año Nuevo con Los PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora