Capítulo 1

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—¡Lii-kun, apresurate!

Gritó una niña pequeña hacia su mejor amigo quien venía mucho más atrás que ella.

—¡Ya voy!

Corrió con todas sus fuerzas para llegar al lado de su amiga, quien era mucho más rápida que él.

Al llegar a su lado se lanzó en el césped agotado, pues había usado todas sus fuerzas para correr hacía ella.

—Eres demasiado lento.

La pequeña niña se arrodilló delante de él viéndolo algo aburrida; el cabello rubio cubría todo su rostro y no permitía ver la cara del niño.

—Tú eres la que va muy deprisa —habló jadeando.

—¿Estás vivo aún?

Tomó una rama que había cerca de ella y lo comenzó a picotear en la cabeza, el rubio quitó con un brazo la rama y se incorporó un poco para poder verla.

—Sí, aún lo estoy, Mii-chan.

Al levantar su cara para verla, la niña se asustó un poco pues la cara del niño no se veía, en su lugar solo había un destello blanco que la cubría totalmente.

Comenzó a escuchar unos golpes cerca de ella, como si estuvieran golpeando una puerta a lo lejos.

—Miku.

Escuchó que la llamaban. Ahora se encontraba sola entre tanto césped seco, miraba a todos lados y no encontraba a nadie; tampoco era una niña todavía, ahora estaba de regreso a sus 16 años de edad.

—Miku.

Escuchó nuevamente, aún podía sentir los golpes que daban y cada vez más cerca de ella. No entendía que sucedía y se estaba empezando a asustar. No veía a nadie fuera donde mirara, tampoco había ninguna puerta cerca como para producir ese sonido, solo estaba ella rodeada de tanto césped seco.

—¡Miku!

Se incorporó en su cama de golpe chocando con algo duro que le golpeó fuertemente la cabeza, se quejó y tomó su cabeza con sus manos. También escuchó a alguien quejarse a su lado, abrió los ojos para ver a un agua marino también agarrándose la cabeza.

—¡Eso dolió!

Se quejó el chico a su lado, se frotó un poco antes de verla nuevamente.

—Al fin despiertas, dormilona.

—Mikuo nii-chan.

—La alarma lleva sonando un rato.

Señaló su celular que estaba sonando con su alarma programada. Desactivó la alarma y se estiró para despertar bien, estaba en su habitación, en su cama, junto a su hermano y no en esa parte tan solitaria de su sueño.

—¿Tuviste un mal sueño?

Su hermano se acercó a ella al ver que no decía nada ni reaccionaba.

—No, solo un sueño extraño, pero ya estoy bien.

—Entonces vístete, lávate y baja a desayunar, se te hará tarde.

Salió de la habitación cerrando la puerta detrás de él dejándola sola.

Miró la hora en su celular, efectivamente iba a llegar tarde y todo por culpa de ese estupido sueño que la atrapó. Se levantó de prisa, se vistió y se lanzó mucha agua fría en su cara para despertar bien y bajó a desayunar.

Al llegar abajo vio a su hermano poniendo las tazas de té en la mesa para el desayuno, se sentó rápido en su silla y comenzó a comer con algo de prisa.

Nuestro lindo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora