11

3.7K 350 31
                                    

Zephyra.

Jimin no llegó al instante de haber hablado conmigo, se tomó aproximadamente una hora. Llegó con 2 bolsas de papel y se dirigió por si solo a la cocina.

–¿Qué traes ahí? –Hablé con el notorio sonido nasal después de haber llorado. Él se giró y me habló con ternura.

–Haré brownies para ese corazón triste, el chocolate siempre es una buena opción –sonrió como si yo fuera una bebé.

–Me siento consentida.

–Eso es lo que hago. Ahora si me disculpas, haré mi trabajo.

Ni siquiera dejó que buscara ingredientes en la despensa porque él los había traído todos. Es un loquillo. Se veía tan tierno con un delantal puesto, ni qué decir cuando se llenaba las manos de la mezcla. Quería pellizcar sus mejillas.

–Tienes los ojos hinchados, Zephyra.  ¿No te arden? –Finalmente dejó todo en el horno y yo lo ayudé a recoger.

–Sí, un poco –admití. De seguro me veía horrible.

–Deberías usar unas gotas para que por lo menos el ardor baje.

–No te preocupes –caminamos juntos hasta la parte trasera de la casa y nos sentamos en los bancos.

–Zephy, no sé si me dan ternura o tristeza.

–¿Mis ojos? No te preocupes por buscarles sentimientos –tiré una débil sonrisa. Él se concentró en todas las flores del queño jardín que teníamos mamá y yo.

–Que lindo se ve todo acá. Te tomaría muchas fotos.

–¿Por qué?

–Lo haré. Voltéate –ordenó, puse mi cabello en orden y le di la espalda. –Mirame desde tu hombro. Listo –dijo luego de haber utilizado su teléfono.

–Quiero verlas –le arrebaté su teléfono y las vi. No podía negar su profesión –por favor envíamelas, están muy lindas.

–Lo sé –sonrió. –Mañana irás a trabajar luego de la universidad, estoy emocionado.

–Uf, sí. Jiminie...

–¿Sí?

–¿De verdad estaremos en la misma oficina?

–Claro, pero si no quieres está bien.

–Solo para confirmar. No tengo ningún problema.

–Está bien. Por cierto, no fuiste a comer conmigo.

–Me sentía muy distraída, sera para la próxima.

–Vayamos a sacar esos brownies del horno –nos levantamos del banco blanco y volvimos a la cocina. Él sacaba la bandeja del horno y yo buscaba dos platos y dos vasos de cristal.

–¿Leche o jugo? –pregunté.

–Leche –y yo también. Lo invité a mi habitación a la cual solo Chase había entrado como visitante del sexo masculino, por eso se sentía como un puto amo pero cuando sepa que ya no es el único su ego bajará. –Tu habitación es muy ordenada y bonita, se ve que eres muy organizada –dijo dejando la bandeja con los platos al borde de mi escritorio.

–Eso es porque no estoy en parciales –suspiré. –¿Quieres que veamos la televisión?

–Coloca algún canal de variedades y realities, es lo que me gusta ver.

–¡Mi alma gemela! Primer hombre que me dice eso, te adoro. –Me recosté de la espalda de la cama semi-sentada con las piernas estiradas. Él me veía con duda en sus ojos. Palmeé el espacio a mi lado para que viniera junto a mi –Ven aquí Jiminie, sin vergüenza.

–Mmm...

–En serio, ven –sonreí cálidamente y él se acercó con la bandeja para sentarse junto a mí. Veíamos uno de esos programas de cocina mientras con calma disfrutábamos de los brownies que estaban para morir. ¡Ojalá todo lo cocine así!
Cuando se dio cuenta de que ambos terminamos, hizo los platos a un lado de la mesita de noche que estaba a orillas de él, estiró un brazo para halarme hasta su costado y acostarme sobre su pecho. A los primeros dos minutos ni siquiera me apoyé por completo, pero luego me sentí tan cómoda y a gusto a su lado que no pude evitarlo.

–¿Qué pasó hoy, Zephyra?

–Oh, eso –suspiré –mi papá estuvo aquí hoy.

–¿Haciendo qué mierda? –Sus dedos empezaron a acariciar mi cabello. Me sentía tan cómoda.

–Vino a decirme que se va del país para siempre y que yo debía conocer a mis hermanos por lo menos –no sé porqué rayos aún me dolía tanto el hecho de que no le importe a mi padre si han pasado tantos años. Solo sé que me dolía y no evitaba llorar de rabia, decepción y tristeza. No podía odiarlo por más que quisiera.

–Es un cínico, no lo entiendo. ¿Entonces qué le dijiste?

–De todo tipo de cosas –soy una llorona, ya quería llorar y estaba cerca de hacerlo. –No sabes la rabia que sentía. Me puse histérica y le dije tantas cosas que incluso no pensé ser capaz de decírselas algún día porque ni siquiera pensé que él y yo volveríamos a vernos en la vida. Solo quería que entendiera cómo me partió el corazón en diversas maneras y el dolor que me hizo sentir, no me importó que sus hijos estuvieran ahí. ¡No me importaba nada en lo absoluto! –De seguro ya tenía su camiseta empapada bajo mi cara.

–Oh, Zephyra. Me alegra mucho de que por fin hayas sacado todo desde adentro y hacérselo saber –se movió para tomar mi cara entre sus manos. –Eres mi pequeña valiente y estaré aquí para ti, ¿okay? Incluso si aún me ves como un desconocido, olvídalo. Te quiero cuidar –seguido sus suaves labios dejaron múltiples besos pequeños en mis ojos, se sentía tan delicado. Cumplió lo que dijo.

–Me gusta mucho la idea de que me cuides –limpié mis mejillas y planté un pico en sus labios. Eso lo hizo reír.

–Entonces que no se diga más. Si me vas a besar, hazlo.

–Tanto mandas, tonto.

Delicadamente uní mis labios a los suyos mientras él rodeaba mi cuerpo con sus brazos. Era suave, justo como lo quería en ese momento.
No pude evitar rozar mi nariz en su cuello por el increíble perfume que llevaba puesto.

–Deja de hacer eso –susurró.

–Está bien –susurré por igual levantándome un poco. Seguimos por unos minutos con la sesión de besos, abrazados y en calma.
No dejaba de pensar en lo mucho que me gustaba éste hombre, quiero estar así por mucho rato. Yo no sé qué pretendía conmigo pero quiero averiguarlo.

Tal y como me había dicho, mis ojos se empezaron a debilitar y él se dio cuenta. Besó mi frente y me acomodó entre sus brazos hasta quedar totalmente dormida.

En ese momento perfecto solo encajábamos él y yo, dentro de nuestra burbuja.

perfume || park jimin [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora