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Jimin.

Eran las 10 de la noche cuando Hye Lee y yo llegábamos juntos al hotel. Cada segundo que pasaba la detestaba más, no soportaba su voz, su aroma, su cara... Me tenía cansado. He pesando que tal vez la veo así por el hecho de admitir que estoy enamorado de Zephyra, pero no. Es un ser humano fastidioso.

Cuando éramos unos adolescentes, era la chica más tierna que había conocido. En el colegio siempre la descubría viéndome, no sabía disimular. Amarraba su cabello en una coleta y lo decoraba con lazos y cintas blancas. Un ángel para ese entonces. Era buena en Historia pero odiaba los museos, mala cantando pero siempre iba al coro. Una chica sencilla y auténtica, hasta que sé enamoró del dinero.

Desde que llegó al colegio fijé mis ojos en ella y le advertí a mis amigos que no se atrevieran a coquetearle, me propuse  conquistarla y me tomó unos 3 meses para tenerla diciendo que yo también le gustaba. Desde siempre le cayó bien a mis padres por ser la imagen perfecta de lo que ellos querían para mí, luego de que me harté de la hipocresía de todos fue cuando me di cuenta de que ella solo me quería por conveniencia. No ha cambiado, tal vez sí; está peor.

–¡Jimin! –chilló desde el baño. Su grito hizo que respingara sobre la silla por lo que me levanté enseguida. Abrí la puerta y encontré a una Hye Lee que estaba a punto de estallar. –¿Y ahora qué pasa?

–¡Otra vez! Ya me tienes harta. ¿Qué diablos es esto? –Sus gritos golpeaban mis oídos. Levantó una hoja del lavamanos y se la arrebaté.

"Zephyra " y un beso marcado con labial púrpura era todo lo que había en la hoja. Quise reír, sabía que lo había hecho intencionalmente con tal de molestar a Hye Lee, pero si lo hacía esta mujer estallaría frente a mí.

Revisé cada rincón del baño y no encontré nada más. Fui a revisar la cama y tampoco vi nada. En el balcón, nada. Armario... bueno, ¿qué teníamos allí? El dulce aroma sobresalió enseguida, mi ropa estaba inundada de su perfume. Pero por si fuera poco, había dejado un gran espacio entre mi ropa y... un vestido. Tomé la prenda del gancho y era el vestido que llevaba puesto la noche que la llevé a cenar en España, el día que descubrí que estaba perdidamente enamorado de ella.

–¿Y esto? –Hye Lee me quitó el vestido de las manos y empezó a revisarlo. Algo llamó su atención, sus ojos se abrieron como platos y no precisamente porque el vestido era lindo. –¿"No importa cuanto trates de olvidar, seguiré siendo tu musa"? Voy a matar a esa hija de puta y no precisamente a lo literal, ya verás.

–¿Qué? –Hye Lee lanzó el vestido y salió como una bala hasta la puerta de la habitación, la seguí y no tuvo que dar un paso más. Zephyra estaba justo allí, con una sonrisa dibujada en su cara mientras Hye Lee contenía las manos para no matarla. De todos modos, si ella lo intenta, no dejaría que posara un dedo sobre ella.

–¿Te crees muy graciosa? Te contaré un chiste para ver quién resulta más payasa de ambas, ¿sí?

–Anda, tenía muchas ganas de divertirme –se cruzó de brazos y pacientemente esperó a que Hye Lee respirara hondo tres veces.

–Te quedan horas siendo "su musa", idiota. ¿Sabes cuándo nos casaremos? pasado mañana. Así que, prepara tu vestido mañana, no quiero que faltes.

–¿Te estás volviendo loca Hye Lee? –pregunté casi gritando. Zephyra seguía mirándola con calma.

–No, estoy demente.

–Tranquila, amiga, era solo un pequeño detalle como despedida de soltero para Jimin –la verdad es que no sabía si reír o preocuparme de que estaban a punto de revolcarse a golpes por el pasillo.

perfume || park jimin [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora