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-¡Ven! ¡Ven! -Taehyung se reía, mientras tiraba de su muñeca para meterlo en su casa-. ¡Anda!

Hoseok no podía menos que hacer muecas, sonreír y dejarse guiar por su dongsaeng.

Aquel día se lo había tomado libre del trabajo. No es que realmente quisiera, puesto que debía volver a juntar lo que le había tenido que dar a Kan; pero la sonrisilla traviesa que le había dado Taehyung al verlo en la tienda de música había terminado por convencerlo. El niño llevaba su uniforme marrón caqui de universidad y la mochila aún le colgaba del hombro, cosa que indicaba que el aludido había ido ese día a la institución tal y como había dicho a Hoseok que lo haría.

-¿A tus padres les parece bien que venga a tu casa? -inquirió.

-Mis padres no están en casa nunca -se encogió de hombros-. Trabajan todo el día.

Hoseok asintió y sonrió con los labios apretados, preguntándose como podrían descuidar de su hijo siendo éste una persona tan especial y agradable. Y si bien no juzgaba a aquellos esposos, pues no les conocía, algo le decía que debían de ser mucho más estrictos y formales de lo que se mostraba Taehyung.

-¿Estás sólo entonces?

-No, mi abuelita también vive aquí. Ven -el muchacho le sonrió y le hizo un gesto de cabeza para que lo acompañara por el pasillo hasta la cocina.

Taehyung tenía una casa enorme, de dos pisos, patio y cochera. Ese tipo de casa que Hoseok siempre había aspirado a tener, pero que se le hacía imposible de sólo pensarlo. Con muchas plantas, muebles minimalistas y modernos, asientos de todas las formas posibles y un gran piano de cola en medio de la sala de estar. Se sorprendió de que no hubiera un televisor y se preguntó con qué cosas podría distraerse su dongsaeng como para faltar sin ton ni son a la universidad.

-¡Abuelita! -exclamó el muchacho ni bien cruzar la puerta.

-Tae, querido, no grites -rezongó la mujer, sonriéndole a su nieto.

Cuando vió a Hoseok, su expresión se volvió casi sorprendida. La mujer, que yacía sentada en una de las mesas y cocía algo que tenía el tamaño de Taehyung, entrecerró los ojos y le echó un buen repaso, incomodándolo.

-¿Jimin? ¿Cómo has crecido de golpe? 

Taehyung se rió.

-¡No, abuelita! ¡Este no es Jimin! -lo miró-. Es Hoseok. Jung Hoseok.

-¡Un amigo nuevo! -la anciana se paró dificultosamente y el aludido corrió a su encuentro, sin saber muy bien qué tenía que hacer.

La abuela de Taehyung le dió un sonoro beso en la coronilla, haciéndole sonrojar sobremanera, y luego soltó una risita.

-Pero qué amigo más guapo te conseguiste, Tae -dijo.

-Ah... sí... -el pelimorado se rascó la nuca, nervioso-. Ya nos íbamos a jugar videojuegos.

-Está bien, no griten mucho. Fue un gusto conocerte, Jung Hoseok.

-Lo mismo digo, señora -el castaño hizo una reverencia de noventa grados y salió para seguir a su dongsaeng, que ya estaba saltando los escalones de dos en dos para ir a... ¿Jugar videojuegos? ¿Eso había escuchado?

La verdad es que Hoseok era increíblemente malo en los videojuegos porque jamás había tenido una consola. Cuando Namjoon les había invitado a él y Yoongi a jugar videojuegos a su antigua casa, ninguno de los dos mayores supo manejar bien los controles; por lo que el pelirosa terminó desistiendo y, cuando quiso apagar la consola, de algún modo u otro terminó rompiéndola. Aquella era una de las más tristes y graciosas anécdotas que tenían de la antigua casa de su dongsaeng.

My Sweet Prince [Namjin// Yoonmin// Vhope]©Where stories live. Discover now