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Los sentimientos de culpa se marcharon de golpe en Jin cuando vió al susodicho parado frente a su puerta con una una botella de champagne y una gran sonrisa en la cara. Sonrisa que, ni bien ver a Jackson a su lado, se borró para transformarse en una expresión de confusión y luego una total y completamente disgustada. 

-Princesa -murmuró Namjoon, bajando la botella hasta que quedó simplemente colgando de su mano. Miró a Jackson-. Parece que no venías sólo.

-He invitado a Jackson a pasar y tomar algo.

Namjoon enarcó una ceja dominante hacia el chico de la tienda, y Seokjin lo miró con demasiado malhumor.

-¿Tienes algún problema con eso? -inquirió el mayor al pelirosa.

Éste se obligó a sonreír hasta que sus oyuelos aparecieron y sacudió la cabeza.

-Tres es mejor que dos, ¿no? -su sonrisa era dura, notó Jin. No había nada de amistad en las facciónes de ese muchacho.

Lo cual era totalmente raro, porque se suponía que Jackson era su amigo, ¿no?

-Creo que será mejor que me vaya a casa, y... -comenzó Jackson, pero Seokjin lo atajó tomándolo del brazo con algo de brusquedad.

-¡No! Vamos a tomar algo caliente y luego... Luego sí, pero... -sacudió la cabeza, sintiendo que estaba balbuceando incoherencias, y arrastró al chico de la tienda dentro de su casa mientras le lanzaba una mirada envenenada al pelirosa, que se la mantenía con arrogancia y entraba también a la casa.




Jimin no podía borrar la tonta sonrisa de su cara aunque ya habían pasado varias horas de la retirada de Yoongi. Es decir, la noche anterior se había quedado a cenar y todo había resultado ser tan malditamente normal... Como si ellos se conocieran de toda la vida. Al parecer, Yoongi era mucho más hablador y simpático de lo que se mostraba, había sonreído con gentileza tantas veces que Jimin no podría contarlas con los dedos y, francamente, parecía habérselo pasado genial con su familia. Luego de eso se marchó y él estuvo toda la noche, y todo el día, ¡y toda la tarde!, con una sonrisa de oreja a oreja de sólo recordar a su príncipe.

Pero no era estúpido, y se había llevado suficientes decepciones como para caer tontamente, de nuevo, en la falsa alarma de que todo "simplemente estaba bien". Porque ese era el problema: ¡¡¡estaba demasiado bien para ser real!!!

Y, lamentablemente, tenía razón.

Aquella tarde sus padres estaban trabajando y él se había quedado en su enorme casa haciendo... Bueno, nada en realidad. Se había caminado de punta a punta usando sus pantuflas-limpiadoras; había cocinado galletas, se había puesto uno de los trajes de su padre sólo para ver cómo le quedaba, había regado todas las plantas de la cocina, la sala de estar y el pasillo. Había ordenado los libros por editorial y luego por color; y había rellenado los almohadones de los sillones dándoles un par de puñetazos. En fin, que no era una tarde precisamente genial; pero no se lamentaba. No se lamentaba porque la sonrisa tonta aún le mantenía moviendo el trasero al ritmo de una música imaginaria.

Sonrisa que se esfumó cuando alguien llamó a su puerta y él corrió a abrirla.

No sólo se había llevado una terrible decepción, creyendo tontamente que podría encontrarse Yoongi del otro lado; sino que se estaba viendo cara a cara con la última persona que quería ver en esos momentos.

-Jungkook -murmuró. El muchacho de ojos redondos y flequillo demasiado largo lo miró con ojos entrecerrados-. ¿Q-qué haces aquí?

-Busco a Tae.

My Sweet Prince [Namjin// Yoonmin// Vhope]©Where stories live. Discover now