Capítulo Siete

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- Buenos Dias, Sanders.-

Marion sonrió al mayordomo que le abría la puerta intentando no demostrar su sorpresa de que llegara mucho antes de lo acostumbrado, pero no podía estar un minuto más encerrada en su casa y no le importaba esperar a que Meredith y Nick bajaran a desayunar antes de salir hacia Hyde Park.

Damon tardaría todavía un rato en llegar y en lo referente a Gabriel, si por ella fuera, podía perderse por el camino o romperse la crisma, simplemente le daba igual con tal que no apareciera.

- Buenos dias, señorita Remington.- Sanders le recogió los guantes con la misma cortesía de siempre.

Le caía bien el mayordomo, era de esa clase de personas que sin hablar decían mucho con tan sólo una mirada y sabía que a ella le tenía aprecio, pero que Meredith era su debilidad. Haría cualquier cosa por su prima si ésta se lo pidiera.

- Si no le importa esperaré en el saloncito del desayuno.-

No esperó a que la acompañara sino que marchó a buen paso hasta la habitación rodeada casi por completo por ventanas que dejaban pasar los primeros rayos de sol.

Se sentó cerca de las cristaleras y esperó sin prisas a que los demás llegaran.

La noche pasada había llegado a una conclusión. No tendría más remedio que aceptar la propuesta de Lord Dowden, con ello liquidaría por completo la deuda y cuando todo terminara podrían vender lo poco que les quedara y vivir más modestamente. Aunque también podía hablar con Meredith y quedarse en alguna propiedad de Laughton pero sin deberle nada a nadie sino a cambio de cualquier trabajo que pudieran desempeñar. Bien podía ser como ama de llaves o como institutriz de los futuros hijos de los condes.

Estaba segura que su prima lo haría con mucho gusto y a cambio de su simple compañía pero ella no se sentiría cómoda sabiendo que eran los parientes pobres. Era cuestión de orgullo y de eso ella estaba bien servida.

Por un instante el desaliento volvió a adueñarse de ella al pensar en como su vida no se parecería a lo que siempre imaginó. No tendría un esposo al que respetar y mucho menos llegar a amar.....

Gabriel. Al pensar en él se llevó la mano hasta los labios recordando los besos compartidos.

Suspiró con desaliento.

Si elegía la propuesta de Gabe sabía que sería una etapa de su vida que disfrutaría, guardaría esos recuerdos como tesoros dentro de su corazón pero cuando todo terminara ese corazón tendría que recomponerlo cachito a cachito. Eso ya lo había hecho una vez y no estaba segura de poder volver a hacerlo. Esta ocasión terminaría destruida al saber lo poco que le importaba a Gabriel y no quería pasar por ello.

Durante gran parte de la noche había intentado encontrar otra solución pero lo que realmente deseaba era rendirse a lo que sentía y eso era a lo único que no estaba dispuesta a arriesgarse.

Gabe tenía que mantenerse alejado de ella para su propia tranquilidad.

No estaba segura de como se enfrentaría al momento de entregarse a Lord Dowden pero ese era un problema en el que no quería pensar por ahora ya que el imaginarlo tocándola hacía que el estómago se le revolviera por completo y que todo su cuerpo se estremeciera de repulsión.

Escuchó a alguien entrar y se giró. Sonrió a la muchacha que tan amablemente le traía algo para para hacer la espera más llevadera.

Se acercó a la mesa y se sentó mirando a la puerta. Sirvió el té como a ella le gustaba, con una nube de leche y mucho azúcar. Se relajó dejando que el líquido le calentara el frío que sentía en su interior y tomó uno de los apetitosos bollos glaseados que tanto le gustaban.

Saga Londres 2 " Rebelde Rendición "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora