Capítulo Veintiuno

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Bebió el último sorbo de café y suspiró satisfecho. Últimamente todo parecía marchar de maravilla y en gran parte se debía al hecho de que por fin había aceptado que Marion formaba parte de su vida. Creía firmemente que estaba unido a él en cuerpo y alma, el caso era que por mucho que lo intentaba no podía confiar en ella de manera total y absoluta. No podía permitirse hacerlo y volver a exponerse a sufrir cuando ella lo decepcionara de nuevo. Y eso le corroía las entrañas de mil formas diferentes.

Era cierto que desde que ella había vuelto de Dreams pasaban horas juntos y que en cada ocasión la necesidad de estar con ella se incrementaba, pero no podía quitarse de la cabeza que Marion podía estar fingiendo su interés en él. El modo en que se ruborizaba cuando lo pillaba mirándola. La manera de atender a cada cosa que le decía y como sonreía en cuanto se veían le decía que eso no era posible. Nadie podía actuar tan bien, pero después, recordaba que ya lo había hecho anteriormente y la desconfianza volvía a abrirse camino con dientes afilados.

Se conformaría con tenerla a su lado, sabiendo que tal vez, ella no sentía lo mismo. Se sentía atraída por él, eso era más que evidente, pero quererlo, amarlo, de eso no estaba tan seguro. Habían sucedido demasiadas cosas entre ellos como para que las dudas no aparecieran en algún momento.

Aún no le había comentado que él llevaría el compromiso hasta el final y que en ningún momento había pensado romperlo, a pesar de lo que le aseguró en su momento. Había estado a punto de decírselo en varias ocasiones pero al final no había logrado decidirse. Simplemente era un cobarde. No quería enfrentar el hecho de que ella le dijera que no, aunque no tenía otra salida ante la situación financiera tan desastrosa en la que se hayaba, pero con Marion nunca sabía que podía ocurrir. Por otro lado temía que le dijera que sí, precisamente para verse libre de la ruina y utilizarlo para salir de ella.

La verdad, es que temía cualquiera de las dos respuestas, aunque él estaba convencido de convertirla en su esposa y para que eso ocurriera, ella tenía que aceptar, ¿verdad?. No podía casarse sin que ella lo supiera. Era imprescindible que la novia estuviera presente en la ceremonia y aceptara a su futuro marido.

Si de él dependiera se saltaría ese pequeño detalle y le anunciaría que estaban unidos para siempre para no darle opción de elegir.

¡Demonios del infierno!.

Apartó la silla y se levantó, tirando la servilleta sobre la mesa.

Estaba decidido. Al dia siguiente partirían a Green Hill y allí le contaría sus planes, ella aceptaría y celebrarían el baile de compromiso sabiendo que era real. Después en unos meses se casarían y no había más que hablar. No iba a ser de otro modo. No lo iba a permitir.

Además, aún recordaba los celos de Marion en el teatro.

Rió sin poderlo evitar al rememorar la escena. Quizá no fuera debido a su amor por él pero sin duda sentía que era suyo y no le gustaba que ninguna otra mujer le rondara.

Con mejor humor miró el reloj. Tenía una cita con el señor Whilock y era hora de salir.

La mañana no invitaba al paseo. Negros nubarrones y un frío helado parecían aconsejar quedarse en casa por lo que decidió ir en coche en lugar del paseo a caballo que hubiera preferido.

***

- Sujétalo firmemente, Marion, éste niño parece haber nacido esperando salir por piernas en cualquier momento. Temo el instante en que eso ocurra porque entonces no habrá paz en esta casa.- Meredith sonreía a pesar de sus palabras y miraba con adoración al niño mientras ella sostenía entre sus brazos a la pequeña Violet.-

Saga Londres 2 " Rebelde Rendición "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora