Lord Dowden abrió la carpeta con toda la información que le había solicitado al detective de Bow Street.
Se la había hecho llegar esa misma mañana y aunque ya conocía el contenido de la mayoría de los documentos, quería tener una visión global del asunto.
Después de todo eso sería como comprar un caballo. Se buscaba un ejemplar que fuera brioso, fuerte, sano. Después se pagaba por él y tras utilizarlo hasta cansarse de montarlo se volvía a vender. Era simplemente un transacción comercial y estaba seguro de que llegaría a un acuerdo con la dama que satisfaciera a las dos partes.
Desplegó los documentos uno a uno por toda la superficie de su brillante escritorio y comenzó a repasar datos concienzudamente. Toda su vida se había caracterizado por no ser impulsivo en nada de lo que emprendía y le había ido bien. No tenía que dar cuentas de sus actos ni de donde gastaba su dinero a nadie. Ni esposa ni hijos que heredarían nada al morir él.
Al principio de su edad adulta pensó en formar una familia pero sabía que eso no era para él. Sus gustos en como disfrutar de las mujeres no eran convencionales y no quería que al final terminara por salir a la luz más de lo debido, así que no se preocupó mucho más por conseguir una esposa que le diera hijos y sí en conseguir muchachas vírgenes en las zonas más desfavorecidas de la ciudad. Las mantenía durante un tiempo y luego se deshacía de ellas.
Se reclinó en el asiento. La última había sido realmente entusiasta en sus practicas y eso le había sorprendido en gran medida porque generalmente todas lloraban y suplicaban invariablemente, pero como solía ocurrir terminó cansándose de ella.
Pero la muchacha Remington era diferente. Era de buena cuna, educada y elegante. Nunca había tenido a alguien así en el sótano. Y seguramente no se atrevería a volver a proponerlo a nadie más. Había llegado hasta aquí gracias a que siempre había sido muy discreto pero secretamente había deseado a alguien de su propio circulo y ahora la situación en la que se encontraba la señorita Remington la hacía ideal para cubrir el puesto vacante.
No tenía ningún hombre en la familia que la protegiera y eso era lo mejor de todo.
Esa noche se lo plantearía sin falta y esperaba que dijera que sí. Tenía que decir que sí.
***
Maldito, maldito y mil veces maldito.
Detestaba, aborrecía, despreciaba a Grabriel Stanton. Era un ser absolutamente abominable.
No, esos era unos sentimientos demasiados suaves para describir lo que sentía cada vez que pensaba en ese hombre. Lo odiaba con toda la fuerza de su maltrecho corazón.
Montó con furia a Princess y se dispuso a volver a casa. La mañana, y el resto del día, había perdido su encanto por completo después de haberse topado de nuevo con ese desecho de hombre.
¿Acaso no podía ir a ningún lado sin que tuviera que toparse con su fría mirada?¿Con su inexpresivo semblante?¿Con su insoportable persona?.
Desde que lo encontrara en Hyde Park el día anterior lo había vuelto a ver en la recepción de los StanHope y se había pasado toda la velada disfrutando de las atenciones de solteras y casadas sin hacer el menor esfuerzo por llamar la atención de ninguna de ellas.
Por supuesto que no se habían dirigido la palabra. El simplemente le dirigió una mirada de reconocimiento cuando sus ojos se encontraron pero inmediatamente centró toda su atención en Lady Allison.
Marion rechinó los dientes al recordar como el descarado se había acercado a la mujer y le había susurrado al oído algo seguramente escandaloso porque ella reaccionó son una sonrisa tonta y bajando los ojos con recato. ¡Ja! Cómo si ella fuera la inocencia personificada.
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Saga Londres 2 " Rebelde Rendición "
Narrativa StoricaEste es el segundo libro de la Saga Londres y el primero se llama "Matrimonio a la fuerza". Espero que les guste!! Gabriel Stanton ha vuelto a Londres, lugar al que juró no regresar, debido a que la responsabilidad que conlleva el título de Vizconde...