Capítulo Diecinueve

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LO HE VUELTO A SUBIR PERO SIN CORREGIR LAS FALTAS NI NADA PORQUE NO SÉ QUE LECHES HA PASADO!!! SON LAS 3:40 E LA MAÑANA Y TENGO QUE LEVANTARME A TRABAJAR, ASÍ QUE ESPERO QUE AHORA SÍ QUE PODAÍS LEERLO PORQUE SINO ME PILLAREIS DURMIENDO ;-)

BESOS Y SUERTE!!

***

Cerró la puerta con mucho cuidado de no hacer el menor ruido y apoyó la frente sobre la madera mientras ordenaba a su cuerpo que se tranquilizara. Estaba agitado y su respiración era aún irregular. La próxima vez que se encontrara con Marion a solas, procuraría hacerlo en un lugar donde no pudieran interrumpirlos y con tiempo suficiente como para quedarse plenamente satisfecho. Suspiró irritado, porque para que eso se cumpliera necesitaría toda una noche para saciar la lujuria que se desencadenaba en él en cuanto la tenía lo suficientemente cerca.

¿Cómo podía haberse dejado llevar de esa manera?.

Golpeó suavemente, varias veces la cabeza contra la puerta buscando una respuesta que le hiciera comprender su falta de control. Marion hacía estragos en él y supo que no podría resistirse a tocarla desde el mismo momento en el que entró en aquella habitación y la encontró casi en ropa interior. Si hubiera sido un caballero habría salido hasta que ella estuviera preparada para poder recibirle, pero él no le había dado opción. Pensándolo mejor, si hubiera sido un caballero ni siquiera se habría acercado a la habitación de una señorita a esas horas de la noche y no le servía de consuelo el que su madre le hubiera permitido esa visita.

Había querido hacerle ver lo mal que se había comportado, echarle en cara su ardid y había terminado comprometido. Se mesó los cabellos y comenzó a ajustarse la camisa y la chaqueta aunque dudaba que pudiera encontrarse con alguien a aquellas horas no quería hacerlo como si acabara de saltar de una cama, aunque eso no se alejaba demasiado de la realidad. En una de sus manos aún llevaba la ropa interior de Marion y sonrió al recordar ese momento, claro que otra parte de su anatomía se alegró también y él gruñó al sentir como se agitaba en sus pantalones. Se acomodó el miembro dolorido al que pensaba prestarle especial atención en cuanto se encontrara a solas en la seguridad de su habitación y obligó a sus pies a que se movieran. Su cuerpo los siguió, pero protestaba queriendo que volviera a traspasar aquella puerta y terminara lo que había empezado.

Era un milagro que Lady Remington no hubiera aparecido en algún momento de aquel encuentro y los hubiera descubierto. Le había prometido que haría frente a las consecuencias de sus actos. ¿Acaso inconscientemente ya sabría lo que sucedería y por eso había dicho aquello?. Probablemente, porque desde el instante en que puso aquellos anuncios del compromiso, había tomado una decisión irrevocable, por mucho que él se hubiera negado a aceptarla. Marion sería suya para siempre, quisiera ella o no.

Había pensado que ella aceptaría de buen grado después de que él le dijera lo enfadado que estaba por sus argucias pero, por el contrario, se había negado a ello y eso le había echo llegar a un nivel de furia, desconocido para él. Casi había tenido que amenazarla para que accediera a sus deseos. Incluso le había dicho que romperían el compromiso más adelante para que aceptara.

¡Todo esto era una locura!. Se encontraba en la misma situación de años atrás. Él, perdido irremediablemente por ella y Marion rechazándolo de nuevo.

Miró hacia la puerta de su futura suegra, mientras repasaba una y otra vez todo lo ocurrido, y no se sorprendió de ver como ésta se abría y ella salía a su encuentro algo preocupada.

Gabriel no supo que hacer con la prenda que llevaba en sus manos, así que la ocultó metiéndola en el interior de la chaqueta con rapidez.

Otro problema era la tremenda erección de la que hacía gala y lo único que pudo hacer fue poner las manos para ocultarla en un gesto muy poco natural.

Saga Londres 2 " Rebelde Rendición "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora