Novela contemporánea erótica con un ligero toque kinky.
Rubí trabaja como prostituta de lujo para costearse la carrera de Psicología. Vincent es un hombre misterioso que le inspira temor; sin embargo, se convierte en el único cliente que la ll...
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—Te tengo una muy buena noticia.
Mi hermano se escuchaba tan feliz, al otro lado de la línea, que no me atreví a regañarlo por ignorarme durante todo ese tiempo. La curiosidad ganó y dejé atrás mi orgullo. Acomodé el teléfono en su base del coche para que se pudiera escuchar en los altavoces.
—¿Qué sucede? —pregunté.
—Ha sucedido lo que tanto estabas esperando.
—¿Lo que tanto esperé? Julie, ella es lo que más quiero en este mundo y la he esperado por dos largos años.
—Pues ya es tuya, toda tuya. Un juez te otorgó la total custodia de tu hija. Los Spencer no pueden quitártela.
Por algún motivo no me sentí contagiado con la felicidad de mi hermano. La última vez que un juez me otorgó el permiso de ver a mi hija, los Spencer movieron todo lo que estaba a su alcance por no permitírmelo. No estaba feliz, precisamente porque ya no podía confiarme.
—¿Por qué?
—Oh, c'mon, Vinnie. Don't be such a dumb-ass —dijo, insultándome en inglés.
—Mira, ya antes me sucedió algo similar. Ellos van a encontrar la manera de quitármela otra vez. Darla no está aquí porque es tan linda y amable conmigo. Supongo que ya te has enterado de los chismes.
—Sí. Corren... —balbuceó algo, había mordido una cosa crujiente, como una papa frita o una galleta, por ese motivo no le entendí.
—No esperas tú también que acepte a Darla por mi hija y la mina de oro que su querido padre desea dejarme, ¿no?
—No necesitamos el dinero, Vinnie. Estamos bien, no tan bien como antes, pero vamos creciendo poco a poco. En cuanto a Julie, hay otra forma de conseguir su custodia y ya lo hice.
—¿Qué fue eso?
—¿Recuerdas las pruebas que le enviaste a Jamie?
—Tengo más. Las enviaré en cuanto llegue a mi oficina.
—Ah, ya no serán necesarias... o quizá sí. Tú envíalas. El caso es que funcionaron, aparte yo tengo más datos sobre Darla.
Di una vuelta en U para cortar camino, era prohibida, pero nadie lo vio.
—Ya déjate de tanto misterio.
—Encontré pruebas de que se las anda de soltera con un muchacho guapo, medio rico, colombiano. Vamos, todo un tipazo. De esos que hasta parecen salidos de una telenovela.
—¿Anda con él aquí, en México?
—Y en Paris, y en Inglaterra. Hasta tengo una fotografía de hace dos meses donde se ven cariñosos en Central Park.
