Canción: Man Man - Whalebones
Me sentía demasiado feliz por verla que podía dejar pasar su pequeña travesura. Aunque lo pensé mejor. Si castigaba a Rubí por vestirse de callejera, la estaría regañando precisamente por ser quien era; eso podía ofenderla. Ella ya me había repetido muchas veces que no le molestaba ser llamada puta y que se sentía orgullosa de ser quien era.
Yo estaba orgulloso de su valentía. Estaba orgulloso de ella.
Giré en la siguiente calle para llegar a mi departamento. Ella se entretuvo en observar la calle, parecía curiosa. No me dio la impresión de que estuviera enojada.
Estacioné la camioneta frente al edificio, como era uno nuevo aún no tenía servicio, era yo quien debía bajar para abrir el portón. Le pedí que me esperara mientras lo hacía. Cuando regresé ella ya se había colocado el abrigo, tenía en las manos su bolso y la peluca.
—Deja aquí esa peluca. El coche estará en el sótano, nadie la va a ver.
—¿No te gustó?
—¿Te refieres a la peluca? No, no me gustó. Tampoco me gustó que te acercaras así, pero eso ya no importa.
—Tenía que ser así, Vincent. Las calles de al rededor son territorio de Pete. Esas chicas con las que estaba eran de Pete. Si alguna me ve contigo y sospecha, podrían avisarle a él...
Ella debió dejar de explicarme porque no pude resistir la enorme tentación de acariciarle las manos. Las llevé a mi rostro para sentir con las mejillas la suavidad de sus dedos y poder olfatear su aroma, usaba una crema con olor a flores. Habría besado cada milímetro de su piel, pero otro conductor hizo sonar la estruendosa bocina de su camioneta. Me asusté y eso a ella le divirtió, reí mientras movía el coche.
Después de salir del coche debí alumbrar con mi teléfono mientras caminamos hacia la entrada del edificio. Ya había energía eléctrica, pero no estaban instaladas las bombillas aún.
—Discúlpame, Rubí. Es un edificio muy nuevo, aún faltan muchas cosas. De hecho, todavía no está amueblado.
Y eso se notó en cuanto entramos. Los dos primeros pisos estaban recién pintados y aún se podía oler la pintura. Yo pretendía hacerla pasar hasta el tercer piso donde estaba la habitación principal, la única amueblada. Pero ella era una gatita curiosa por naturaleza. Se separó de mi lado y observó las demás habitaciones. Llegó hasta lo que sería el balcón de la sala de estar y allí abrió el ventanal.
—Creí que estaría cerrado —comentó al salir.
El aire era frío, así que se abotonó el abrigo. No era una prenda que llegaba más abajo de las rodillas y sus piernas estaban desnudas. La cogí del brazo y la moví hacia adentro.
—Está muy frío aquí —dije—. No quiero que te enfermes.
—Estaré bien, Vincent. Soy una chica acostumbrada a la calle.
ESTÁS LEYENDO
Rubí (Cherry Ladies 1) ©
RomanceNovela contemporánea erótica con un ligero toque kinky. Rubí trabaja como prostituta de lujo para costearse la carrera de Psicología. Vincent es un hombre misterioso que le inspira temor; sin embargo, se convierte en el único cliente que la ll...