Canción: Poets of the Fall - Sleep
Sonreí al ver su expresión de sorpresa, supongo que nunca se percató del momento en que preparé las cintas para poder atarla. Estaba tan excitada mientras la besaba que no notó mi siguiente jugada.
—Pe... pero... ¿cómo?
Reí sin evitarlo. Rubí me parecía realmente hermosa. Besé sus mejillas fascinado con ella.
—Me gusta practicar el sexo seguro —murmuré en sus labios. Sonreí de nuevo mientras continuaba colocando las cintas que estaban atadas a la cama—. Prefiero que estés bien atada a la cama, así no temo que vayas a caerte.
Ella abrió los ojos, pero no dijo nada. Solamente correspondió mi sonrisa.
Terminé de enrollar las cintas al rededor de sus muñecas juntas, eran de seda roja. Las pedí a propósito al equipo que me preparó la habitación, ellos simplemente me miraron extrañado de que prefiriera la seda a la piel o las esposas. "Es una fantasía" expresé y ellos se encogieron de hombros. Era cierto que tenían clientes más peculiares que yo.
Volví a besar a mi preciosa gatita que ahora parecía un regalo con moño rojo. Me coloqué sobre su vientre, con las piernas a ambos lados y sin tocarla.
—¿Puedo preguntar qué vas a hacer?
—Vamos a jugar a las sensaciones. Te cubriré los ojos y tú solamente tendrás que sentir.
Noté su temor brillando en los ojos. Apuesto a que en ese momento su corazón se aceleró, pero ella es una gatita valiente y asintió.
—Buena chica —murmuré acariciando su mentón—. Me gusta que seas tan valiente.
Ella me contestó con una sonrisa hermosa. Por fin comenzaba a confiar en mí. Ahora pondría a prueba esa confianza. Tenía que forzarla a hablar conmigo si sus miedos no se lo permitían.
—Sabes que puedes decirme cualquier cosa, mi cielo, lo que sea que necesites decirme no temas decirlo. Lo sabes, ¿verdad?
Lo pensó antes de contestar.
—Sí, señor.
Su voz sonó vacilante. Pero decidí no regañarla, no decirle nada. Esto sería lento y estaba dispuesto a ganarme su confianza. Pensaba trabajar duro para lograrlo. Así que comenzaría con algo sencillo: los aromas.
Me levanté para buscar el antifaz. Cuando lo encontré lo coloqué con suavidad sobre sus ojos, arreglé su cabello y volví a besarla.
Destapé la primera botella, unté un poco del aceite en mis dedos y los acerqué a su nariz.
—¿Puedes detectar qué aroma es?
—Mmhh... flores... lavanda.
—Muy bien, preciosa.
Cogí la siguiente botellita y le di a oler. De inmediato reconoció el aroma: manzanilla. Así le mostré las demás: rosas, jazmín (que no reconoció sino hasta el tercer intento) y flor de azahar.
—¿Cuál de todas prefieres?
—Las de azahar.
Tapé las demás y me unté las manos. Le pedí que se colocara boca abajo; no era difícil, solamente tenía que impulsarse con las piernas flexionadas y levantando la cadera para quedar de costado, la cinta era larga y podía hacerlo.
Comencé a realizarle un masaje por toda la espalda, pasando con suavidad y presionando aquellos puntos que se sentían nudosos. Luego pasé las manos por sus brazos y los dedos. Continué con las piernas. En ningún momento hablé, de modo que ella pudo dormitar por momentos.
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Rubí (Cherry Ladies 1) ©
Lãng mạnNovela contemporánea erótica con un ligero toque kinky. Rubí trabaja como prostituta de lujo para costearse la carrera de Psicología. Vincent es un hombre misterioso que le inspira temor; sin embargo, se convierte en el único cliente que la ll...