Capítulo 4 : Vincent

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Canción: Calexico - Follow the River

Canción: Calexico - Follow the River

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Las puestas de sol, el martini o el tinto, el aire cálido, el perfume de las flores o los sonidos de la playa son lo que siempre hacen que mi mente vuelva a ser la misma, es un hecho. Si eso no es suficiente suelo llenarme de trabajo o hago ejercicio.

Ejercitarme nunca falla.

Pero nada funcionó esa vez, ni siquiera salir temprano a correr por el muelle. No funcionó nada.

Tampoco me sirvió mirar la hermosa vista desde la ventana de mi habitación en el Rochester Inn de Sudáfrica. Poseer una cadena de hoteles en lugares prestigiosos tiene sus pros y contras. Entre muchas ventajas está el ser dueño de las mejores vistas. Pero eso ya me molestaba. Una noche platicaba con uno de mis socios y bajé la voz al decirle: "Qué bellas vistas se obtienen desde este hotel". El que me haya pedido que lo repitiera me hizo pensar que ya no me sentía cómodo con lo que poseo.

—¿Estás cansado, hijo? —me preguntó mi padre acercándose con sigilo. En ningún momento lo escuché llegar, ni supe si eso fue lo único que me dijo. Cuando me nota cabizbajo se acerca sin ruido y me habla con tiento.

Yo dejé la copa en la mesa, restregué la colilla del cigarro en el cenicero y sacudí la cabeza para negar mientras exhalaba los restos de humo. No hablé, porque podría notar mi mentira. Él es muy perceptivo.

—Supongo que extrañas a Julie.

Sí, así era. No pasaba ni un solo momento en que no pensara en ella, en si estaba bien, en si ya había comido, en si no pasara frío, en si habría ido a ver la última película de moda. Pero esta vez Julie no era la respuesta correcta.

Bebí un trago de tinto para no hablar y dejar que mi padre intuyera la respuesta que deseara.

—Estás así desde que llegaste a Sudáfrica —me dijo. Sirvió una copa de tinto para él. Yo no me moví, continué disfrutando de la vista, esperando a que la noche se decidiera a hundirnos.

Como el hotel abarcaba una gran porción de territorio casi toda la playa era de nuestra propiedad. La iluminación se encendía de manera suave por toda la bahía, no siempre era testigo de este evento. Esa vez fue una excepción.

—Puedo encargarme de tus negocios en lo que te das un tiempo para ti. Tal vez te has vuelto un adicto al trabajo. No paras de viajar.

Cuando mi padre se propone llegar a la raíz de un problema usualmente lo consigue. Cogí la copa que estaba en la mesa para obligarme a no encender otro cigarro.

—Estoy bien, papá.

—No, no lo estás. Porque de ser así no habría tenido que disculparme en tu nombre por no presentarte a la junta de hace dos horas.

Cerré los ojos maldiciendo para mis adentros. Lo había olvidado. Pensé en lo ridículo que debió haber sido ese momento para mi padre. Se suponía que solo había subido a mi habitación para tomarme un par de minutos.

Rubí (Cherry Ladies 1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora