Dipper
—¿Qué sientes por Wendy?
Mabel me miró sorprendida un par de segundos, con los ojos levemente más abiertos de lo normal.
—La amo, Dipp.
—¿Y a Pacífica? —guardó silencio un par de segundos, y mordió su labio inferior— Mabel —insistí.
—La amo también, pero como amigas, ¿lo entiendes? —empezó a caminar hacia la cafetería de nuevo y, como nuestras manos estaban entrelazadas, me llevó a rastras consigo— Vamos, tengo hambre de waffles.
—No quieras cambiar de tema, Mabs —giré los ojos con una pequeña sonrisa de lado—, pero está bien, yo también quiero waffles.
Minutos después llegamos a la cafetería, y nos dimos cuenta que estaba más llena que nunca, habían un par de familias pequeñas en las mesas junto a la ventana, algunos jóvenes de aparentemente entre veinte y veintisiete años en la barra, y algunos niños jugando y corriendo por allí.
Mabel sonrió emocionada, y me jaló con una fuerza prácticamente sobrehumana hasta una mesa aislada en un rincón, junto a la ventana. Juraría que era la misma mesa donde comimos Mabel, Bill y yo por primera vez, y como en aquella ocasión, había una persona rubia allí con la vista puesta en la ventana.
—Pacífica —dijo, notablemente sorprendida—. ¿Qué haces aquí? Pensé que tus padres no te dejarían venir por esta parte del pueblo.
Solté la mano de Mabel para que pudiera sentarse junto a su mejor amiga, y yo me senté frente a ellas, sonriendo.
—Hola Dipp —sonrió de lado Pacífica, y apoyó sus antebrazos en la mesa mientras dirigía su vista a Mabel—. Supongo que es una de las pocas ventajas de que mi padre esté enfermo.
—¿Tu padre enfermó? —pregunté con curiosidad, sin ningún rastro de preocupación, ese sujeto me caía pésimo.
—Sí, y gracias a eso no me prestan atención en casa —se encogió de hombros—, me encanta. Puedo ir y venir de la mansión, vestirme como quiera sin que nadie me diga nada —sonrió y se sentó correctamente en la silla, mientras sus manos tomaban el extremo del suéter que llevaba para jalarlo y mostrarlo—. Mira.
Bajamos la vista a su torso y sonreímos ante el colorido suéter que traía puesto; la gran sonrisa en el rostro de Mabel y el diseño y color de la ropa, era más que obvio que Mabel le había hecho ese suéter.
—Aw, Paz —se enterneció Mabel, con las mejillas levemente sonrojadas—. Es la primera vez que te veo usando ese suéter en público.
Sonreí al ver la felicidad de Mabel, me resultaba muy tierna. Siempre me había gustado la forma en la que reaccionaba cuando alguien usaba algún suéter que ella había hecho con tanto cariño y esfuerzo.
—¡Lo sé! Y me encanta —Pacífica miró a Mabel y sonrió ampliamente, por un momento me sentí el que sobraba allí.
—¡Dipper, mira! —Mabel señaló el suéter una y otra vez, haciéndome reír— Por primera vez en la vida agradezco que alguien esté enfermo, en este caso tu padre.
—Que grosera —reí.
* * *
El desayuno estuvo más que delicioso, Linda Susan nos había preparado unos panqueques con una nueva receta secreta sin darnos una pequeñísima pista de lo que podía ser, en honor a mi regreso, diciendo que me había extrañado y que el pueblo no era tan aburrido con mi presencia. Todo estuvo bastante agradable y acogedor, fue un bonito desayuno entre risas y pláticas, toda la cafetería parecía estar llena de vida, no recordaba haberla visto así antes.
Mabel tomó el móvil de Pacífica para tomarle una fotografía mientras ella la observaba con una expresión aburrida, aunque con una pequeña sonrisa de lado. Llevé una mano a mi cabello para desordenarlo como de costumbre, mientras me ponía de pie.
—¿No te parece que ya fueron suficientes fotografías por hoy? —pregunté riendo levemente, sacando dinero de mi billetera para dejarlo sobre la mesa.
—Nunca son muchas —contestaron al unísono las chicas, antes de ponerse de pie y dirigirse conmigo hacia la salida.
Estuvimos a punto de cruzar las puertas de vidrio cuando sentí que alguien me tocaba el hombro con suavidad, lo que me obligó a voltearme con una pequeña sonrisa por pensar que era Mabel quien quería captar mi atención.
Me encontré con Robbie, su cabeza estaba oculta bajo la capucha de su típica sudadera, con una pequeña y triste sonrisa en su rostro.
—Lamento lo de Bill —dijo luego de un corto silencio, escondiendo sus manos en los bolsillos de su sudadera; sólo lo miré unos segundos sin saber qué decir, no podía decirle a nadie que yo podía ver a ese lindo rubio en la Mindscape, principalmente porque se suponía que estaba muerto, y no sabían que era un demonio, o al menos eso creía—. Sé que había una bonita relación entre ustedes...
—C-con el tiempo se aprende a vivir con su ausencia —forcé una pequeña sonrisa y Mabel rodeó mis hombros con su brazo, dejando un beso en mi mejilla.
—Claro, claro, entiendo —asintió y sonrió—. Nos vemos luego, niño.
Le sonreí una vez más y pasé mi brazo izquierdo por la cintura de Mabel que aún estaba abrazándome a medias, y empezamos a caminar hacia la salida de la cafetería. Estaba odiando no poder estar con Bill en la realidad, no poder tomar su mano en público ni abrazarlo cuando quería.
Aunque no estaba del todo seguro si él estaría de acuerdo que me acercara.
—o—
Lamento haber desaparecido ;u;
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MindScape •BillDip•
FanfictionLa existencia de ese leve odio hacia aquel castaño que alguna vez amó ya era malo, pero, ¿qué tan malo era verlo únicamente en la MindScape? •Secuela de Conociéndome a mí mismo. •Yaoi (chicoxchico) •Lenguaje vulgar. Créditos de la portada: @BooksLov...