Capítulo 19.

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Dipper

  Desperté a las dos de la tarde abrazado a la almohada con baba en la mejilla, y con Mabel picando una y otra vez en mis omóplatos, mientras me repetía sin parar que despertara y le prestase atención. Solté un pesado suspiro y me senté, quitándome la baba y frotando mi rostro con una de mis manos en un completamente inútil intento de quitarme el sueño.

—Wendy llamó alterada —Mabel yendo siempre directo al punto, y yo ni siquiera podía pensar correctamente aún.

—Espera, ¿qué día es?

—Hablo en serio, Dipper —me recosté de nuevo, viendo su seria expresión. Debía ser importante si lograba dejar de esa forma a la persona más infantil del mundo—. Dijo que vio a un chico idéntico a Bill caminando por el bosque silbando alegremente.

  Abrí los ojos como platos, perdiendo todo rastro de sueño que había aún en mí, y Mabel sólo asintió muchas veces con los labios apretados, como si hubiese leído mi mente y estuviera respondiendo una de mis dudas; ¿en serio?

—¿Y está segura de eso? Es decir... Es imposible.

—¿Imposible? Pero si tú mismo dijiste que Bill estaba vivo —frunció el ceño y se cruzó de brazos, y recién en ese momento noté que sólo llevaba puesto su sostén y sus shorts de pijama. Giré los ojos, ¿cuántas veces tenía que pedirle que se pusiera ropa para andar por la casa?

—Mabel, ponte una camiseta.

—No están los tíos.

—Estoy yo —reí en voz baja, negando con la cabeza.

—Eres mi hermano, además gay, ¿cuál es el problema? Hace calor.

  La vi girar los ojos con cierta diversión y la imité, sólo que algo irritado. Una de las cosas que más odiaba que hicieran en vacaciones era que me despertasen luego de haber pasado toda una noche sin pegar un ojo, lo detestaba totalmente. Mabel lo sabía mejor que nadie, pero al parecer lo que yo opine le estaba dando igual.

—Volviendo al tema de ese chico...

  La interrumpí con un ademán de manos y cubrí mi rostro con la almohada, gruñendo de la frustración.

—¿Y si solo es Will? —dije una vez que mi rostro estuvo libre de nuevo. La miré, se había quedado en silencio  asintiendo lentamente con la vista puesta en el piso, probablemente pensando en que despertarme había sido una pérdida de tiempo... O quizás no.

—Bien, puede que tengas razón —se puso de pie y giró hacia ambos lados su torso hasta que sus huesos provocaron un sonido similar al reventar de las burbujas en ese papel de plástico que tanto nos gustaba a Mabel y a mi romper desde niños—. Tengo sueño, Dip-Dop, mejor me iré a seguir durmiendo.

  No respondí, sólo hice un gesto con la mano y me cubrí los ojos con mi antebrazo. Mabel no se fue, y no parecía querer hacerlo, por lo que descubrí mi rostro y bufé con cansancio.

—Dipper, ¿qué es esa marca en tu cuello?

  Mis músculos se tensaron casi involuntariamente por sus palabras y aún más por el hecho de que sus dedos estaban deslizándose por mi rojiza piel, delineando esa estúpida mordida. No pude hacer más que sentarme de nuevo, balbuceando un par de vagas explicaciones sin sentido y odiando a toda la existencia de Bill Cipher.

—No es lo que crees.

—¿Estás con alguien más? —preguntó, volviendo a sentarse al borde de la cama. Su voz había sonado suave, casi maternal, como mamá cuando me dijo que besar a Wendy fue la idea más estúpida de todas; pero su expresión se veía... algo angustiada— Por eso no te emociona el que Bill pueda estar en el bosque...

—Mabel, veo a Bill bastante seguido en la Mindscape —me excusé con rapidez, negando y tomando una de sus manos. Sabía que en esta conversación probablemente ella saldría llorando y diciendo que había destruido su “billdip”, o sería más madura como para darme un puñetazo e irse directamente a su cuarto—. Si estás pensando que lo olvidé, te equivocas totalmente. Lo sigo amando, incluso más que antes. Mi amor por él fue creciendo cada día hasta ahora, no lo olvidaría tan fácil.

  Mi respuesta no parecía convencerle del todo, pues tenía una mueca en la cara y se negaba a verme a los ojos por más que pusiera una mano en su mejilla. Inhalé profundamente, pensando en qué más podía decirle para que me creyera, para que no pensara que su hermano era una zorra que se iba con el primer chico bonito en una fiesta de gente adinerada y dejaba a su gemela sola con su... casi novia. ¡Que no! No la hubiera abandonado de no ser por Bill que decidió aparecerse por ahí justo en ese momento.

—Mabs, me crees ¿verdad? —insistí, dándole un ligero apretón a su mano. Ella asintió un poco, pero como si se retractara empezó a negar— Mabel...

—Mabel nada —frunció ligeramente el ceño y me miró, soltándose de mi agarre de forma tan repentina que ni siquiera me habría dado tiempo de evitarlo—. Supongamos que Bill te visita en la Minscape como dices, no habría podido hacerte esa mordida, Dipper. ¿Quién te hizo eso?

—Él, Mabel —pasé una mano por mi rostro y solté un pesado suspiro. Estaba seguro que en cualquier momento me echaría a llorar de la impotencia, es que... ¡debía creerme!

—Cuando bajé por comida el tío Ford me dijo que te vio bailando con alguien en el jardín de la mansión —guardó silencio un par de segundos y la miré con atención. Suspiró y continuó—. ¿Fue él?

—¡Él era Bill!

—¡Dipper, por favor!

  Ya no sabía qué hacer o decir, sólo se me ocurrió enseñarle la única prueba que tenía además de esa mordida en mi cuello y decirle que me lo había dado él. Observó el collar un par de segundos, en completo silencio, sin cambiar la expresión en su rostro en ningún momento, y luego se puso de pie mientras caminaba hacia la puerta.

—Eso no cambia nada, Dipper.

  Y ya. Se marchó sin más, sin olvidarse de cerrar la puerta.

—Mierda...

—o—

Wuuuu

MindScape •BillDip•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora