Capítulo 16.

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Dipper

  El sol estaba saliendo, me había acostumbrado demasiado a verlo desde la ventana de la habitación después de tantos insomnios añorando el calor de Bill junto a mí; que luego de tantos días, lo estaba sintiendo. Estábamos en el rincón más oscuro del jardín -que pronto se vería iluminado por la llegada del sol-, sentados en el césped con la espalda recostada en el muro que dividía el bosque con la propiedad.

  Bill rodeaba mis hombros con uno de sus brazos, conmigo acurrucado y bien junto a su cuerpo. Él se la había pasado toda la noche abrazándome y dándome cortos besos por cada centímetro de mi rostro, y sentí que lo había añorado tanto como yo, que había extrañado esos simples actos igual o más que yo.

—Ya está saliendo el sol —comenté en voz baja, viendo que los jardines se veían más claramente.

—No has dormido nada —solté una pequeña risa y lo miré, ¿en serio eso le preocupaba?—. ¿Qué?

—La verdad, la idiotez no se te quita.

  Él sólo rió y me tomó por los hombros para, con delicadeza, obligarme a acostarme en el pasto. Se ubicó encima de mí y dejó un beso en mi mentón; la posición y el beso fueron suficientes para que sintiera de nuevo el calor en mi rostro. Hacía tanto no me pasaba por algo como esto.

—Li idiitiz ni si ti quiti —dijo con tono aniñado, antes de apoyar su cabeza en mi pecho, como si pretendiese oír mis latidos—. ¿Tu corazón está así por mí, Pino? Aw

  Giré los ojos con una sonrisa y rodeé su cuello con mis brazos para atraerlo hacia mí y besarlo. Correspondió gustoso al gesto, apoyando sus codos en el césped, y aquello no hizo más que crear una ola de recuerdos en mi mente. Inconscientemente, atrapé su cintura con mis piernas y junté más nuestros cuerpos, haciéndole sonreír sobre mis labios.

  Esas sonrisas me gustaban más que cualquier otra.

—¿Cómo sabré que esto pasó en verdad? —murmuré en la primera oportunidad que mis labios estuvieron libres.

  El río, claramente extrañado; —¿Eh?

—Cada vez que hablo de ti dicen que estás muerto y no volverás —hice un ligero puchero, y Bill no perdió la oportunidad de morder mi labio inferior suavemente. Ambos reímos.

—Déjalos, los muertos son ellos.

  Una amplia sonrisa apareció en mis labios al recordar una cursi frase que me encontré detrás de la fotografía en la que estábamos juntos, que estaba seguro él había escrito. Era un buen momento para molestarlo por eso.

—¿Y nosotros los vivos ahora que estamos juntos?

  Sus mejillas y orejas rápidamente se tornaron de un fuerte rojo y frunció el ceño, en una mueca avergonzada. Ocultó su rostro en mi pecho, riendo. Era tan hermoso verlo así, avergonzado, sonrojado, queriendo evitar mi mirada a toda costa; ahora podía entenderlo.

—¿Lo leíste? —ni siquiera me dio tiempo a responder, él mismo lo hizo— Oh claro que lo hiciste, maldito Pino, metiendo tus narices donde no te llaman.

  Carcajeé y le halé del cabello suavemente para que me mirase, cosa que logré. Tuve que aguantarme las ganas de apretarle las mejillas por lo rojas que estaban, eso seguramente le habría colmado la paciencia.

—Creí que lo sabías, me habías visto en invierno.

—No me fijé en la foto —a pesar de que se veía algo molesto no lo demostraba demasiado; hubiese sido un buen actor—. Mierda.

  Se quitó de encima mío y llevó ambas manos a su pecho, luego a su abdomen, luego a su cabeza, como si buscase algo que perdió. Elevé una ceja y me senté, viendole con cierta curiosidad.

—¿Buscas algo?

—Nada, olvídalo —palmeó sus piernas, como una amable invitación a sentarme encima suyo; no me negué—. Ya no tiene caso.

—¿Qué era?

—Algo para que supieras que volví de la muerte por algunas horas sólo por ti —me guiñó un ojo divertido y dejó un beso en la comisura de sus labios—. Creo que tendré que darte otro recordatorio.

  Abrí la boca para cuestionar esas palabras que no me daban ni una pizca de confianza, pero sólo ahogué un leve jadeo cuando sentí sus dientes en mi hombro, casi en la curva del cuello. El maldito había abierto los primeros botones de mi camisa para hacerla a un lado y morderme. ¿Qué le pasaba por la mente?

—¡Ya! Un bonito recuerdo, ¿no, Pino?

  Le miré divertido y le di un pequeño golpe en el estómago, haciendo que soltara un respingo.

—Que romántico —murmuró, antes de girar los ojos con una sonrisa de lado. Llevó sus manos detrás de su cuello y se retiró un collar que llevaba que no había notado—. Ya recordé dónde estaba —me lo colocó sin problemas, y miré el dije que lo adornaba.

  Era un ojo, exactamente igual al de Bill cuando es un demonio amarillo isósceles con bastón.

—Siempre estoy contigo.

  Ese valioso gesto, sumada su sonrisa, fue suficiente para que lo abrazara con fuerza, al borde del llanto. Había sido muy claro, era el momento de la despedida, del adiós. Maldita sea, siempre fui malo para las despedidas.

—Tómalo como un hasta pronto, Pino.

—o—

se acabó la cursilería por mi parte jaj

Bill sabía dónde estaba el collar, sólo quería morder a Dipper. ( ͡° ͜ʖ ͡°)

Debo dejar de actualizar a esta hora.

Wey tengo sueño y ya revisé el capítulo tres veces, me sorprende que no tenga errores o algo, de seguro se me están pasando por alto por el sueño. Si ven uno rianse todo lo que quieran porque ni en peda lo edito, alta paja

MindScape •BillDip•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora