Capítulo 17.

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Dipper

  Bill se fue, luego de despedirse con un corto beso en mi frente, se marchó como si fuese una persona común y corriente: desapareciendo tras las rejas de la mansión. Después de eso decidí reunirme con Mabel, que hablaba animadamente con Pacífica junto a la mesa de postres. Acomodé mis ropas y oculté el collar bajo la camisa antes de estar a su lado, sonriendo.

—¿Dónde estabas? —fue lo primero que dijo al verme, con las manos en sus caderas y una adorable expresión que pretendía ser una molesta— Me dejaste sola, ¿sabías, brobro?

  Giré los ojos y escondí mis manos en los bolsillos del pantalón; lo único en mí que no podía esconder era mi felicidad y mi sonrisa, Bill podía hacerme eso con un par de palabras cursis y algunos besos. Y me encantaba. Me encantaba cómo podía cambiar mi estado de ánimo con una sonrisa.

—Estabas en buena compañía —hice un gesto con la cabeza señalando a Pacífica, quien se ruborizó y frunció el ceño con los brazos cruzados—, además, estaba ocupado.

—¿El niño ocupado? —la estruendosa y repentina risa de Stanley a mis espaldas me obligó a dar un pequeño salto del susto— Espero que te hayas protegido, Dipper.

  El calor subió a mi rostro y le di un ligero empujón, con la vergüenza encima. Puede que Bill y yo hayamos tenido más contacto en el jardín que en muchos meses, pero no, no llegamos a ese punto. Por supuesto que no.

—No me acosté con nadie, tío Stan.

—Pues mejor —hizo un gesto con su mano, señalando hacia Stanford que estaba despidiéndose de Fiddleford—. El cerebrito y yo ya queremos irnos, pero él dice que sería irresponsable marcharnos sin ustedes —nos sonrió y se cruzó de brazos.

  Mabel juntó sus manos y formó un puchero, como si estuviera suplicando. Era gracioso verla de esa manera.

—¿Un ratito más?

—Aunque quisiera, no, calabaza —se encogió de hombros—. Ahora vamos, no creo que la paciencia de Ford dure mucho.

* * *

  No había notado lo cansado que estaba en realidad hasta que me arrojé de espaldas a la cama con mi pijama puesto. En cuanto mi cuerpo tuvo contacto con la suavidad del colchón y la almohada me quedé dormido casi al instante, aunque me hubiese gustado que no fuera así.

  Días antes rogaba por poder dormir al menos cuatro horas, en ese momento, rogaba poder despertar. Sabía que estaba dormido, a pesar de que esa pesadilla se sentía tan real que calaba hasta los huesos. Sentía las lágrimas deslizarse por mis mejillas, y podía jurar que fuera del sueño también estaba llorando.

  Miraba con los ojos bien abiertos a mi alrededor; había fuego, gritos, muerte por todos lados. Era como un segundo raromageddon, uno más espeluznante que el anterior por el simple hecho de que estaba llevándose a cabo en Piedmont, y no en Gravity Falls. La ciudad era exactamente como la recordaba, y gracias a eso pude guiarme para llegar a mi hogar.

  El exterior de la casa estaba intacta, como si hubiese algo que la protegiera de toda la rareza que la rodeaba. Pero el interior era completamente distinto, las paredes estaban cubiertas de rojo, los pocos muebles que había se hallaban prácticamente destrozados, y en el piso estaban regadas las fotografías que Mabel me había tomado a lo largo de toda mi vida. Después de eso, no había rastro de mi familia.

  Revisé cada cuarto de la casa, uno más aterrador y tétrico que el anterior, pero intentaba no darle importancia, quería encontrar a mi familia. Aunque al único que me encontré fue a Bill cuando revisaba el cuarto de mis padres, lo vi en su forma triangular levitando en el marco de la puerta, con la mirada un tanto apenada.

  Se acercó a mí a la altura de mi pecho, y me miró a los ojos, antes de chasquear los dedos y hacer que me despertara. Me hubiera sentado de golpe en la cama de no ser por que él, en su forma humana, estaba sobre mi abdomen, con sus piernas a cada lado de mi cuerpo y las manos en mi pecho.

—Lo siento, no sabía que estabas dormido, eso provocó las pesadillas.

  Le miré sin entender, pero al caer en cuenta inmediatamente observé mi alrededor; ya nada tenía color, estaba todo gris. Estábamos de nuevo en la Mindscape. Al menos ahí podíamos estar juntos.

—Cuando envío a alguien dormido a la Mindscape le provoco pesadillas, y hay dos formas de despertar, que te asustes demasiado o que yo mismo te encuentre y despierte —lo explicó como si fuera algo normal, antes de encogerse de hombros como si fuese pan comido. Claro, para él podía ser fácil, llevaba milenios siendo demonio.

—No quiero volver a tener ese sueño —murmuré, más para mí mismo que para él. Llevé mis manos a mi rostro para retirarme las lágrimas y luego suspiré, con la vista en el gris techo.

  No me estaba importando demasiado el hecho de que Bill estuviese sentado sobre mí, no sentía ni la más mínima vergüenza por ello. Estaba feliz de que me visitara, sí, pero no podía quitarme de la mente esa pesadilla y concentrarme en él.

—¿Y si te ayudo a distraerte?

—o—

Estaría dudando si hacer lemon o sólo manoseo ahre JAJJAJAJAJA

Igual esta decisión NO la voy a poner en sus manos porque todos sabemos qué va a pasar si lo hago. Yyyy últimamente he estado evitando muchísimo escribir lemon, así q... no c dejenme pensarlo

Todavía tengo sueño bai

MindScape •BillDip•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora