Capítulo 8.

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Dipper

  Con movimientos lentos, solté su rostro y posé mis manos en sus piernas, sonriendo levemente. Sabía que él no me besaría por su cuenta, así que fui yo quien se deshizo de la distancia y unió nuestros labios. Bill sólo se limitó a corresponder al beso con la misma delicadeza y ternura con la que me besaba el verano pasado, decir que tenía mariposas en mi estómago era muy poco.

  Sonreí inconscientemente sobre sus labios en cuanto sentí sus manos cubiertas por unos elegantes guantes posarse sobre mi cuello mientras acariciaba mi mejilla izquierda con su pulgar. Deslicé mis manos hasta su pecho, y nos separamos algunos centímetros para vernos a los ojos.

—Listo, ahora aléjate —se cruzó de brazos en cuando di un paso hacia atrás con una pequeña sonrisa.

—No actúes como si no quisieras besarme —puse mis puños en mis caderas y me incliné ligeramente hacia delante para acercarme a él, ladeando la cabeza—, pude ver que hasta lo disfrutaste.

  Él sólo giró los ojos, y colocó su dedo índice en mi frente para alejarme, frunciendo levemente el ceño. Una parte de mí tenía la esperanza y rogaba que sólo estuviera molesto por lo que le hice en la fiesta, y no que enserio quisiera tenerme lejos.

—Y tú deberías dejar de actuar tan confiado, ambos sabemos que no eres así —una cínica sonrisa apareció en su rostro, y yo solté un bufido. Tenía razón después de todo—. Tu familia está empezando a molestarme.

  Lo miré confundido y cuando estuve a punto de preguntar sobre lo que había dicho, chasqueó los dedos y desapareció. Desperté en mi cama, oyendo los rápidos pasos de alguien subiendo las escaleras hasta llegar a la habitación donde estaba. La puerta se abrió de un golpe y dejó ver a una Mabel totalmente sonrojada y un tanto despeinada, quien corrió hacia mí y me sujetó del cuello de mi camiseta para obligarme a sentarme en la cama, zarandeándome.

—¡Dipper, Pacífica me besó! —exclamó, sin dejar de sacudirme.

  Coloqué mis manos sobre sus muñecas para que dejara de zarandearme, cosa que logré, y abrí los ojos como platos.

—¿¡Qué!?

—¡Me dijo que se iría del pueblo con su madre, probablemente no vuelva a verla, esa fue su despedida! —sus ojos se llenaron de lágrimas, sólo pude abrazarla y sentarla a mi lado— Su padre dice que adelantarán la fiesta que hacen cada año en la mansión Noroeste porque cree que no vivirá hasta esa fecha —murmuró con el rostro oculto en mi cuello, mientras acariciaba su espalda—...luego se irán.

  Solté un suave suspiro y la tomé de los hombros para separnos, le sonreí levemente y acaricié su cabello con una mano.

—Quizás haya algo que puedas hacer para que Pacífica se quede —ella sonrió también —, y si no la hay, no deberías estar aquí llorando.

—¿Sino disfrutando el tiempo que me quede con ella? —asentí y ella me abrazó, riendo suavemente— Quizás cometa una locura... no me esperes despierto —cuando estuve a punto de hablar, ella ya había abandonado la habitación corriendo y riendo.

  En ese momento comprendí lo que dijo Bill sobre mi familia, Mabel había interrumpido y, conociéndolo, no le gustaba para nada que eso pasara. Vagos recuerdos llegaron a mi mente, haciéndome reír levemente.

  Me recosté de lado en la cama sin importarme que la puerta estuviera abierta de par en par, y abracé una de las almohadas trayéndola hacia mi pecho. Estuve a punto de cerrar los ojos para intentar dormir, hasta que vi cómo el color de la pared frente a mí se tornaba gris y tétrica.

  Sonreí y me senté de nuevo en la cama, encontrándole al demonio rubio sentado en el borde de ésta de brazos cruzados y la expresión aburrida.

—A lo que vine —en su voz podía notarse lo harto que estaba, pues claro, perdí la cuenta de cuántas veces había intentado hablar de eso sin que lo interrumpiera.

—Vale —reí levemente—. ¿Qué quieres?

—Quiero que me digas todas las estupideces que hice siendo mortal —giró los ojos.

—¿Por qué aseguras que son estupideces? —intenté reprimir una sonrisa, pero no pude.

—¿Y qué más podría ser? —hizo un vago ademán de manos en un intento de explicarse— ¡Tenía esos tontos sentimientos humanos!

  No pude evitar carcajear, ignorando su ceño fruncido y el gruñido que me lanzó. Cuando logré cesar mi risa, lo miré sonriendo y negué con la cabeza, cruzándome de brazos.

—Sigues igual.

—o—

No pude resistirme a actualizar asd no tengo autocontrol😂

MindScape •BillDip•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora