Capítulo 24.

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Dipper

  Si existía una forma de explicar con palabras lo vacío que me sentía luego de despertar cada mañana en mi habitación, no podía encontrarla. Habían pasado algunas pocas semanas luego de que Bill me mostrase ese lado perturbador de su historia que no conocía, y con cada noche que pasaba junto con Bill dentro de mis sueños o la mindscape, se sentía más real, y por consecuente la realidad parecía cada vez tener menos importancia. Era como si las cosas se hubieran invertido totalmente, mi realidad era allá con Bill, y el sueño era esto, cuando no estaba con él. Eso influyó mucho de manera negativa en mi vida, porque cada vez dormía más, para escapar de la realidad donde Bill no estaba conmigo.

  Mabel empezó a considerar el hecho de que quizás estuviera pasando por momentos de estrés y depresión, por eso había dejado en el olvido nuestra pequeña discusión por esa estúpida mordida en mi cuello. Ella sólo intentaba pasar el tiempo conmigo, sacarme de la cama e intentar que comiera algo que no fuesen frituras u otras comidas chatarras, además siempre buscaba una manera de sacarme información que pudiera darle una pista para saber qué demonios estaba pasando por mi cabeza. Y no había día donde no me sugiriera hablar con Ford sobre lo que sucedía, y después de tanto insistir acepté. Y cuando tuve a Ford delante de mí, con la preocupación reflejada tras sus lentes, me cuestioné una vez más el por qué accedí a esto.

  Ford me hizo algunas preguntas, pero yo simplemente no quería contestarlas, no quería hablar con él y escucharlo decir de nuevo que Bill estaba muerto y no habían señales que indicasen lo contrario. Cosa que sabía tarde o temprano sucedería. Yo sólo quería que se largaran, que me dejaran solo, quizás con un libro, para que el esperar a la noche no se me hiciera tan pesada.

—¿Es por Bill? —sabía que Ford había estado hablando antes, pero mi atención cayó sobre él cuando lo mencionó— Entonces eso es un sí —no respondí, porque se suponía que no quería que lo supieran. Ford, que había estado sentado sobre una silla a un metro de la cama, se levantó y caminó hasta mí para sentarse al borde del colchón. Colocó una mano en mi hombro, y no pude hacer más que recordar a mi madre cuando me consolaba de pequeño por quién sabe qué motivo—. Dipp, ¿lo extrañas?

  Negué con la cabeza, porque aunque sí lo hacía, lo había visto por última vez horas atrás y sabía que en la noche lo encontraría de nuevo en mis sueños. En ese momento, no podía comparar con cuánto lo extrañaba meses atrás.

  Ford no pareció muy convencido, pero de todos modos pasó a hacer sus siguientes preguntas. Ahí supe que estaba perdido, porque él sabría leer entre líneas si hacía las preguntas correctas.

—¿Por qué no? ¿Ya lo has superado del todo?

  Volví a negar.

—Lo amo más que hace un año —iba a decir más, pero me mordí la parte interna de la mejilla con bastante fuerza, como si fuese un recordatorio de que no quería dar tanta información sobre él.

  El anciano frente a mí quedó en silencio algunos segundos y retiró su mano de mi hombro para acomodarse los lentes. Tuve que mirar hacia la ventana porque me ponía nervioso que estuviera viéndome directamente, como analizándome, como si fuese un maldito psicólogo o pudiera leerme la mente.

—Él está vivo, ¿verdad?

  Lo miré rápidamente, con los ojos bien abiertos, sólo para observar su sonrisa. Justo en ese momento me di cuenta de que con mi reacción me había delatado, y como no había señales de que aún existiera un demonio llamado Bill Cipher, lo más probable era que me pusieran una camisa de fuerza y me mandasen al hospital psiquiátrico más cercano.

—Habías dicho que te visita, y hasta hicieron un trato. ¿Sigues pensando que es cierto?

—Olvidamos el trato, supongo que ambos decidimos simplemente romperlo —murmuré en voz baja, abrazando mis piernas.

  Tenía miedo de seguir dando información, porque el comportamiento que Bill tomaba conmigo era totalmente diferente al que tomaba con los demás, en especial con un investigador al que quiso usar para construir un portal y traer el apocalipsis a la dimensión. Y teniendo en cuenta que Ford había convivido con Bill durante años, debía estar cuestionándose lo que acabé de decir. ¿Bill Cipher olvidando un trato sólo porque sí? Sospechoso.

—Bien, Dipper. No más preguntas por hoy —se puso de pie no sin antes colocar su mano sobre mi cabeza, como la más mínima muestra de cariño que alguien podía dar. Luego caminó hasta la puerta y se detuvo justo antes de cruzarla—. Si estás de humor, me gustaría volver mañana —no respondí con palabras, pero sí asentí con la cabeza—. Está bien. Mabel querrá hablar contigo, así que mejor los dejo solos.

  Ford ni siquiera llegó a cruzar la puerta cuando Mabel se coló por un costado e ingresó a la habitación, como si hubiera estado esperando del otro lado bastante impaciente por entrar. Cuando Ford se marchó y sus pasos dejaron de oírse por las escaleras, Mabel se sentó frente a mí, justo donde antes había estado Ford.

—¿Quieres ayudarme a preparar la cena? A cambio puedo hacer macarrones con queso, como te gustan.

  Y así fue como varios minutos después estuve en la cocina, ayudando a Mabel a secar los trastos que ella lavaba mientras esperábamos que la cena estuviera lista. Ella me hablaba, parloteaba cosas sin sentido, y aunque probablemente sabía que no le estaba prestando atención, no se detuvo. Agradecí en silencio que no me hubiera insistido en que dijese alguna palabra, porque no quería hacerlo.

  Estar en esa cocina —igual que con el resto de la cabaña— me hacía sentir, de nuevo, vacío. Era como estar en una pesadilla, una interminable pesadilla que se detenía en las noches, me daba tiempo de respirar y luego volvía con más fuerza. Sabía que algo estaba mal conmigo, con mi estado de ánimo, porque incluso Bill me sugirió pausar las visitas nocturnas un corto tiempo, para que yo pudiese volver a adaptarme a la verdadera realidad, no a la realidad que Bill creaba en cuanto yo cerraba los ojos.

  El problema era que esa realidad me gustaba más, elegiría esa realidad si pudiera, me quedaría con él lo que resta de mi vida. Pero él, aunque la idea sonase tentadora, se negaba a aquello, porque aún tenía una vida que disfrutar, porque según él aún era joven y me quedaba muchísimo por aprender y conocer, y que no podría hacerlo en una dimensión gris y fría junto con un demonio sin cordura.

  Aún así, yo sólo quería que llegase la noche para poder estar entre sus brazos una vez más.

—o—

Me da gracia y me duele cómo piensan que algo súper malo va a pasar sólo porque meto fluff JAJAJJJAJA

MindScape •BillDip•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora