Capítulo 11

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—¿Me quiere? No me quiere. ¿Me quiere? No me quiere. ¡Me quiere! —decía una dulce voz. No se podía ver quien la producía.

Todos los rostros se tornaron confundidos cuando dentro del Dormitorio de la Luna, se escuchaba una voz que ninguno de los presentes conocía. El horario era el de los alumnos de la Clase Diurna, por lo que no asumieron que podía ser de alguno de ellos.

—No... No me quiere, porque si me quisiera, no estaría cerca de Ruka, esa estúpida Ruka. —se escuchó nuevamente la misma voz, causando varios murmullos entre todos los del dormitorio. 

El ambiente se volvió pesado al sentirse la esencia clara y perfecta de sangre humana, varios se alocaron, así como otros quisieron mantener la calma de la manera más madura posible.

Aquella voz y el olor de la sangre fue suficiente para alarmar al vicepresidente del dormitorio, quien se encontraba a cargo, Takuma Ichijô.

—A ver, todos, cálmense y hagan silencio. —gritó con una voz potente que no muchos supieron de donde salía. 

El resto se quedó callado ante las órdenes del superior a cargo e intentaron calmar a los que ya se habían empezado a alterar por aquello que sucedía. 

Mientras Takuma intentaba calmar a varios, Ruka, Rima y Juri bajaron de la segunda planta luego de indagar por todos los cuartos y no dar con ningún rastro de vida humana. Sabían que era humana porque la esencia que emanaba era la misma que la del resto de humanos que se alojaban en la Academia Cross.

—¿Y bien? —preguntó el rubio a las tres chicas.

—Ninguna señal. —respondió Ruka un tanto molesta por aquello que había escuchado de su persona.

Nuevamente, aquella dulce voz se escuchó, esta vez en gritos más fuertes.

—Algún día, Akatsuki, vas a fijarte en mí, vas a saber que existo, vas a estar a mi lado y dejaré que todos los días, si es necesario, pruebes mi sangre. —dijo para lograr alarmar más al encargado y al mencionado, a la vez que causaba sorpresa en el resto de los presentes. 

Takuma se mantuvo en la sala principal con todos mientras el propio Akatsuki se adentraba por la planta baja para intentar dar con aquella voz que ya sabía el secreto de la Clase Nocturna. Podía sentir perfectamente su esencia aumentar conforme se adentraba a los pasillos que daban con la bodega del Dormitorio de la Luna, que conectaba con la sala principal por medio de un pasillo que generaba demasiado eco como para que una voz fuese escuchada.

Abrió la puerta de la bodega y ahí se encontró con alguien.

Una chica un tanto pequeña de estatura, pecas en sus mejillas y cabello teñido de rosa recogido en dos coletas se encontraba sentada en medio de un círculo de fotografías de Akatsuki y frente a un pequeño charco de sangre que Akatsuki prefirió no saber de dónde venía. A uno de sus lados, pudo ver varias cajas de donas de chocolate y fresa vacías y a su otro lado, un pequeño refugio construido a propósito. Al ver al chico, se espantó tanto que se paralizó, él se acercó a ella aprovechando que la chica se encontraba de tal manera. Tomó una de sus muñecas y la levantó.

Pudo escuchar varios pasos venir por el pasillo y en menos de cinco segundos, en la puerta también se encontraban Nagato, Hanabusa y Senri.

—¿Quién eres? —preguntó Akatsuki presionando la muñeca de la chica.

—Ri... Rikku Ya... Yamanaka. —respondió la chica tartamudeando mientras sus mejillas se tornaban del mismo color que su cabello. Senri se acercó a ella para ponerla a dormir con tan solo tocar su frente. Logró hacerlo por heredar esa habilidad de su padre.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora