Capítulo 23

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Akatsuki Kain seguía viendo la vida de la misma manera a pesar de la muerte de su hermano, a pesar de la desdicha que el pobre tuvo que pasar. Había entrado en una demencia en la que ni él mismo podía ayudarse. Tal vez a Akatsuki le entristeció el hecho de haber perdido a su hermano, pero sabía perfectamente que él se llevó a eso. Al punto en el que la única manera de detenerlo, era acabando con su vida.

A pesar de ello, Akatsuki seguía en pie. Había tanto que llegaba a agobiarlo, pero sus motivos eran claros para seguir con calma segura por la vida.

Su calma la encontraba en Ruka y solamente en ella.

Sabía que la vida no le iba a sonreír tan fácilmente como a Takuma y Juri, quien pudieron concretar el amor que sentían el uno por el otro sin problema a lo que los demás podían decir. Tenían la aprobación de su abuelo y del propio Kaname. 

Para él, que Ruka llegase a sentir lo mismo que él y que luego eso todos lo aprobaran, era una odisea que nunca podría llevarse a cabo. Ella amaba ya a alguien y tan ciegamente que permitiría que él la lastimase cuantas veces quisiera, solo para que ella sintiera que él pensaba en ella.

Él no la amaba, solo la veía como una sierva dispuesta a darle todo para que él estuviese bien. Él solo se amaba a sí mismo y tal vez a alguien de quien no quiso contarle a nadie.

Pero eso a Ruka no le importaba, le apasionaba saber que él se fijó una vez en ella, aunque fuese solamente para beber de ella y no perder el control y lastimar a la única que le importaba.

Kaname nunca amaría a Ruka como ella lo amaba, y eso era lo que le daba coraje a Akatsuki.

Él, estando siempre ahí para ella no era correspondido como hubiese querido. Ella no iba intentar algo con su primo, no se veía en la situación en la cual Juri y Takuma se acomodaron. Ella quería estar con Kaname, así supiera que eso nunca iba a suceder.

Akatsuki se encontraba en la sala principal del Dormitorio de la Luna observando el techo sobre él. Si había algo que lo frustraba era no poder ser sincero con Ruka, así quisiera gritarlo a los cuatro vientos y que ella fuese finalmente su eternidad. 

Su primo no tardó mucho en incorporarse, sentándose a su lado en el sofá donde el chico se encontraba. No dijo ni una sola palabra, se conformó con mirarlo y que él lo viese.

Hanabusa se mantuvo en silencio pensando en mucho de lo que lo agobiaba a él también. De su grupo de amigos, él y Akatsuki eran quienes aún no confesaban sus sentimientos por alguna de las chicas. Él sabía bien que el de cabello naranja se había interesado en Ruka, pero nadie sabía por quién se había interesado el rubio. Si era posible, y sabiendo que ella nunca se iba a fijar en él, llevaría el secreto a la tumba de quién era aquella que con una sola mirada se robaba su alma. 

Ambos despertaron del trance de sus pensamientos cuando sus amigos se incorporaron también. Senri y Takuma se habían sentado en el sofá de enfrente.

Ambos chicos los veían con suma sorpresa y pudieron notar que Takuma estaba nervioso, al igual que Senri. 

—¿Pasó algo que debamos saber? —preguntó Hanabusa a los recién incorporados.

Takuma colocó sus codos sobre sus muslos y sostuvo su rostro entre sus manos, mientras respiraba profundamente intentando calmarse. Ni Akatsuki ni Hanabusa comprendían que sucedía.

Senri negó con la cabeza.

—Es solo que... —dijo y respiró profundamente antes de continuar. —Kaname ha vuelto a beber de Ruka. —comentó.

—¿Qué? —preguntó Akatsuki bastante molesto, levantándose de golpe.

—¿Dónde está Ruka? —preguntó Hanabusa repitiendo la acción de su primo.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora