Capítulo 13

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Takuma siempre había buscado ser más de lo que todos esperaban. Siempre buscó impresionar a su familia y, en especial, a su mejor amigo Kaname Kuran, con quien compartía una prima. 

Más que buscar reconocimiento del cabecilla de los Kuran, buscaba agradarle por el enorme respeto que le tenía como amigo y como mentor desde que fueron muy pequeños.

Claro que su vida era un tanto diferente a la que él hubiese esperado tener. Su padre era actor, y por esos medios conoció a la hermana del líder del clan Shiki, haciendo que éste se terminara uniendo en un matrimonio forzado con su hermana, Konan Ichijô, aunque luego terminaron casándose aún más forzosamente por el embarazo fallido de Konan. Su madre fue una líder en un pequeño grupo de vampiresas de sangre pura. Y al ser su padre también un sangre pura, Takuma nació de tal manera; era al igual que Kaname un sangre pura. Ese era el mayor de sus secretos.

Cuando niño, había visitado a su prima Juri un par de veces y fueron suficientes para saber que quería pasar su eternidad solamente con ella. Nunca esperó que algo llegase a pasar, sabía perfectamente que ambos tenían una vida demasiado diferente y ella solía despreciarse por ratos por no ser como su padre ni como sus primos. También tenía un odio profundo por la mujer que le dio la vida, su propia madre; Konan Ichijô.

Nunca pensó en llegar a tener relación de nuevo con su prima, porque luego del par de veces que la vio de niño, solo la vio una vez más y ni siquiera concretaron una conversación profunda. Supo que había alguna esperanza de que ella lo amara como él lo hacía, con tanta intensidad que podría morir cuantas veces fuera necesario solamente para garantizar la seguridad de aquella que se había robado su corazón. 

Haría todo por ella.

Y todo se remontaba a esa noche, la noche en la cual mordió finalmente a su prima para beber su sangre. Sí, fue inicialmente por la necesidad natural de los vampiros, aunque siendo por eso pudo buscar morder a cualquiera, aunque no fuera ella. Pero no lo hizo. La quería a ella, quería morder su cuello, como normalmente lo hacían los amantes. La quería a ella, quería sentirla suya, quería beber de ella y de nadie más. Quiso ser el primero en probar su sangre, porque sabía bien que nadie lo había hecho antes.

Se encerró en una de las habitaciones vacías del Dormitorio de la Luna para no despertar a Senri y que este supiera al instante lo que había sucedido.

Se deslizó de espaldas por la puerta y pasó sus manos por su rostro, tenía una sonrisa imborrable dibujada en sus labios y aún podía sentir el sabor de la sangre de Juri en su boca. Tenía las emociones al tope y no tardó en empezar a llorar por la felicidad que haber tenido ese momento íntimo con ella le había provocado. Lo que le hizo sentir mil veces mejor fue saber que ella no le dio ninguna mala mirada y que permitió que él bebiera de su sangre. Lo dejó demostrarle su amor aunque ella no supiera que eso era específicamente lo que hacía.

Su corazón latía a mil por hora, nunca se sintió tan bien como en ese momento, en el que pudo sentir el néctar carmesí de Juri correr por su boca y pasar por su garganta. Ella siempre sería todo para él, aunque no tuviese las agallas para decírselo a pesar de ya haberlo insinuado varias veces.

Si tan solo pudiese decirle que la amaba, ella tal vez quisiese beber su sangre.

—Juri... —susurró con voz ronca mientras cerraba los ojos sin poder olvidar aquello que había sucedido.

Respiró profundamente antes de levantarse para volver a su habitación, poder ducharse y dormir o intentar hacerlo. 

Salió de donde estaba y caminó de vuelta a la puerta de su habitación. Pudo escuchar sollozos viniendo de la habitación de Juri y estaba tentado a ir para calmarla o simplemente ver qué era lo que sucedía. No quiso arrepentirse de no haberlo hecho en un futuro y se acercó para llamar a la puerta. Juri no tardó en pedirle que entrara y él así lo hizo, cerrando la puerta detrás de él. 

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora