Capítulo 30

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Nadie se imaginaba lo lejos que Rido podría llegar, ni siquiera la misma Juri o la propia Irina.

Luego de unos cuantos días, la castaña se encontraba en la sala de estar principal mientras leía un libro. 

Un olor familiar se aproximaba a la casa y supo entonces que aquella persona no hizo caso de sus advertencias. Cerró el libro y lo dejó en la mesa de café mientras se levantaba del sofá individual en el que se encontraba sentada. 

Pudo reconocer en ese momento al joven que se acercaba; Senri Shiki. Se alarmó y justo en ese momento quiso salir para decirle que se fuera, que ese lugar era todo menos seguro para él, sin embargo, se contuvo de hacerlo para evitar problemas. 

Caminó desesperada a lo largo de la sala hasta que el sonido de la puerta abriéndose la hizo detenerse. 

—Senri... —escuchó al líder de los Shiki decir. 

Ella volteó y pudo ver como el joven la miraba detenidamente. Se acercó con lentitud y al estar frente a frente con él, fingió una sonrisa y lo abrazó. El joven correspondió a su abrazo sin protesta y ella nuevamente le transmitió el pensamiento de que no debería haber confiado en su tío pero que ahora no había marcha atrás. 

Justo cuando se iba a retirar a su habitación, el hombre le pidió un favor. 

—Mi señora, por favor, acompáñenos. Esto es muy importante que sería perfecto que usted formara parte de ello. —pidió con amabilidad y ella asintió. 

Junto a los dos hombres Shiki, bajó por las gradas al mismo lugar a donde se había dirigido al llegar ella a la mansión. Al llegar frente a la puerta, entró ella primero indicándoles a ambos que esperaran fuera y cerró la puerta detrás de sí. 

El joven de cabellos grises estaba dentro, hablando con el niño, Rido nuevamente había poseído el cuerpo del pequeño, ambos al verla, hicieron una pausa en su conversación y la saludaron. 

—Mi señora... —dijo el joven. 

—Querida mía, ¿qué te trae por aquí? —preguntó el niño. 

—Senri está aquí... Ya es hora. —dijo la mujer con pesar. Se acercó con pasos lentos y pesados a donde estaba el cuerpo original del hombre del cual se enamoró y tomó su rostro entre sus manos para besar cortamente los labios de aquel hombre y se levantó. 

—Me encanta eso, amor mío, que me necesites ya en ese cuerpo. —dijo el niño con una sonrisa macabra en su rostro. —Diles que pasen. —ordenó y ella obedeció. 

Se acercó a la puerta y la abrió, dejando pasar a ambos hombres. Todo sucedió mucho más rápido de lo que ella imaginaba, y cuando menos sintió, el cuerpo del joven ya era poseído por el alma de su padre. Aunque segundos atrás pudo escuchar con claridad todo lo que habían dicho.

—Mi señor... —dijo el líder de los Shiki viendo hacia el niño.

—¿Y el anciano? —preguntó Senri a su tío.

—Vaya que hay algo que tú no conoces y eso es el respeto. —dijo el niño. El cuerpo del pequeño se desplomó y Rido rápidamente se levantó.

—Hijo, tendré que tomar tu cuerpo prestado por un tiempo, espero que eso no te moleste. —sentenció él antes de poseer el cuerpo de su hijo.

Irina solo pudo preguntarse si podía haber hecho algo para ayudar a Senri. Solo pudo preguntarse si debía aprovechar esa oportunidad para huir del terrible destino que vendría con ello, si podría ayudar a otros a huir del mal destino que se avecinaba. 

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora