Capítulo 4

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Saludos, chicas. Vuelvo a reportarme. Quería contarles que el miércoles pasado fui al concierto de The 1975 en mi ciudad y fue hermoso... Aún no me creo haber visto a Matty tan cerca. Y estoy súper contenta y emocionada, por supuesto.

Otro punto que quería tocar; muchas veces me han preguntado que cual actor podía ser Asaiah y siempre respondo que se los dejo a su imaginación, porque me gusta pensar que cada una tiene a su propio Asaiah y no quiero arruinar eso. Pero hay un modelo que encontré hace un par de años y él es la personificación de mi Asaiah y quería dejarles su nombre, porque simplemente creí que les gustaría conocerlo. Obviamente es el chico que se encuentra en la portada de esta novela, su nombre es René Grincourt. De igual forma les dejo una foto de él, porque sea lo que sea, ese hombre es hermoso.

Solo quería anunciarles eso y volverles a insistir que vayan a leer "Transfusión" porque en serio le estoy poniendo demasiado empeño a esa novela, es mi bebé. Y sin ella no habría "Bestia" en primer lugar, así que le debo mucho.

Eso es todo, Ari se va.

Paz.

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La enfermera le estaba administrando unos medicamentos por intravenosa, pero Asaiah no se veía nada contento. Sabía que era para que disminuyera su dolor, pero él estaba renuente en recibir más atención médica, a pesar que no decía ninguna palabra para oponerse.

- Bien, traerán su comida en media hora. — Dijo alegremente la enfermera y salió por la puerta de su habitación.

Yo miré a Asaiah y me fui a sentar en la cama, al lado de él. Asaiah alzó la vista y cerró sus ojos para luego recostar su cabeza contra la almohada. Su piel tenía un tono entre verde y amarillo y también tenía unas enormes ojeras debajo de sus ojos. De alguna manera, a pesar que lo veía en ese estado, para mí seguía pareciendo perfecto. Me acerqué hacia su rostro y besé delicadamente sus labios y así logré hacer que sonriera.

- Chris. — Susurró. Elevó su mano para llevarla a mi rostro, pero en cuanto realizó esa acción, un quejido salió de su boca y enseguida bajó la mano. — ¿Harías algo por mí?

- Sí.

- Hazme un oral.

- ¡Asaiah! — Grité y me puse de pie de un brinco. Él estaba riendo a carcajadas y a pesar de que le dolía, no paraba de hacerlo. Bien, ahora lo merece. — Eres un asco.

- Pero así me amas. — Respondió entre risas.

- Lamentablemente.

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- ¡Christina! — La voz gruesa de Trevor enseguida me hizo temblar. — ¡Ven acá! — Trevor se me acerca y me da uno de sus grandes abrazos. Pude adivinar en un segundo, que había estado en la pista de patinaje antes, porque olía a sudor.

- ¡Voy a morir intoxicada! — Grité y coloqué mis manos sobre su pecho y di un paso hacia atrás, pero, aun así, él no me soltaba. — Apestas a sudor, Trevor. ¿No pudiste mínimo ponerte desodorante antes de venir? — Él soltó una carcajada y me soltó. Tenía una enorme sonrisa en su rostro, realmente estaba contento de verme.

- Lo siento. La verdad ni lo pensé.

- No, tú tienes una nariz ciega. Idiota. — Austin dijo desde su lugar frente a la mesa. — Gracias a tu peste constante, perdiste el olfato. Pero aún hay quienes lo conservamos.

- Cállate. — Respondió. — Nadie aquí pidió tu opinión.

- Solo estoy diciendo lo evidente, Trev.

Ángel - (Tercera parte de Bestia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora