Capítulo 26

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Regresamos en silencio, pero no necesitamos decir nada para expresar lo intranquilos que ambos nos sentimos. Cuando llegamos a la casa lo primero que hago es ir a la cocina para buscar algo que beber, siento mi garganta seca. Asaiah me sigue y se sirve agua conmigo, se sienta en el sofá y yo lo acompaño.

- ¿Crees que alguna vez se acabe esto? — Me giro para mirarlo, dejo mi vaso sobre la mesita de noche y tomo el suyo para dejarlo también. Tomo su mano y entrelazo nuestros dedos, sin quitarle la mirada de sus hermosos ojos.

- Vamos a terminarlo nosotros. — Llevo una mano a su mejilla y me acerco para dejar un beso casto sobre sus labios. — ¿Me oyes bien? Haremos lo necesario y todo saldrá bien, todo se acabará y haremos todo lo que queramos.

- ¿De verdad lo crees?

- Alguno de nosotros tiene que creerlo por lo menos. — Ahora él toma mi mejilla derecha con una mano y sonríe con amargura.

- Eres mi cura, mi vida, mi todo. — Yo sonrío y eso hace que la suya se vuelva mas genuina. Se acerca para besarme y deja caer sus manos sobre mis muslos. — Tengo que llamarle a Pablo, decirle que lo haré.

- Lo sé. — Me deslizo por el sofá para acomodarme a horcajadas sobre él y coloco mis brazos detrás de su cuello. — Pero hay que tomarnos un descanso mientras, ¿sí? Mañana llamarás. — Susurro a centímetros de su boca y puedo sentir como su sonrisa comienza a ampliarse.

- Christina Sousa, ¿qué insinúas?

- ¿Pues tú que crees? — Lo escucho reír y me vuelve a besar.

- Me vas a volver loco.

Eso es lo ultimo que dice antes de unir mis labios con los míos una vez más. El beso se intensifica y de pronto todo el mundo desaparece, solo estamos nosotros dos y nadie más, nada más importa. Sus labios saben extrañamente dulces y luego puedo saborear su lengua dentro de mi boca. Sus manos suben por mis piernas a mis muslos y aun más arriba, comienza a subir mi blusa y alzo los brazos justo antes de romper el beso. Tomo una bocanada de aire mientras lucho contra mis jadeos. Miro hacia abajo, admirando al hermoso hombre que tengo debajo de mí, sus ojos que se oscurecen con lujuria. Alzo su camiseta y la arrojo con un solo movimiento, pero antes de hacer algo más paso mis manos por todo su pecho, tocando cada centímetro de su piel e imagino mis labios en su lugar. Me acerco para besarlo una vez más y las manos de Asaiah vagan por mi espalda hasta el broche de mi sostén y se deshace fácilmente de este.

De pronto él se pone de pie conmigo en brazos y se ríe con malicia. Con las manos firmes en mis glúteos me lleva hasta la cama y me deja con cuidado sobre ella, separándose de mí solo para quitarse sus zapatos y quitarme los míos también. Me inclino para dejar una mano en su nuca y atraerlo a mí.

Después sus besos se separan de mis labios y comienza su recorrido hacia abajo, besando y succionando la piel de mi cuello y haciendo que mi cuerpo se inundara de miles de impulsos eléctricos. Sentía como si la temperatura de mi cuerpo escalara dramáticamente al igual que mi intensa necesidad de él. Pero de repente se aleja y siento el aire frio golpear mi piel, lo que me provoca abrir los ojos. Asaiah está sobre sus rodillas, con sus manos en mis caderas, mirándome sin decir nada.

- Por dios, eres hermosa. — Murmura, con sus ojos fijos en mi cuerpo. — Eres bella, eres perfecta. — Se inclina para besarme, pero desvía su rostro y me besa en las comisuras, dejándome deseando sus labios. Después me besa en la mejilla y la punta de su nariz roza con el lóbulo de mi oreja. — Y eres mía, serás mía. — Ronronea en mi oído. Esas palabras me provocan más de lo que puedo describir. Mis manos van hacia su espalda para aferrarme de su cuerpo con fuerzas. — Te amo, te amo tanto.

Es entonces que yo me aferro a él, que necesito de él. Después de tanto tiempo siendo yo de quien él se ha aferrado, yo termino aferrándome de él. Su peso recae deliciosamente sobre mí y eso no parece evitar que me agite y me mueva cada que él se mueve rítmicamente. No soy capaz de mantener mis ojos abiertos y apenas soy consiente de lo que está pasando. Correspondo sus besos cada que estos suceden y mis manos se cierran con mas fuerzas en sus costados.

La habitación desaparece a nuestro alrededor, solo somos nosotros dos y la cama que se sacude con nosotros. Nuestros cuerpos se funden tanto que es imposible decir cuando se termina el mío y comienza el suyo y sería increíble, pero de verdad parecía que estuviéramos hechos el uno para el otro, incluso nuestros cuerpos encajaban como dos piezas de un rompecabezas.

El tiempo deja de existir, ya no se aplica a mi concepción de la realidad. Sintiera como si los minutos duraran horas, pero al mismo tiempo pasaran rápidamente como si llevaran prisa. No soy capaz de decir cuanto tiempo pasa, por cuanto tiempo nuestras respiraciones se agitan hasta que ambos explotamos, uno detrás del otro, con pocos segundos de diferencia, el máximo placer de uno empujando al otro a alcanzarlo. Es como si ambos nos eleváramos al cielo estrellado sobre nosotros.

Asaiah cae a mi lado, pero se asegura de tenerme aun entre sus brazos. Su mano derecha acaricia mi hombro mientras que su mano izquierda descansa en mi cintura. Nuestras piernas están enredadas con el manojo de sabanas que terminamos haciendo. Mi cabeza sobre su hombro, con mi boca rozando su quijada, haciéndome accesible dejar unos cuantos besos en ese lugar.

- Te amo demasiado. — Murmuro. Eso lo hace voltear y sonríe antes de besarme. Ambos estamos tranquilos, descansando y huyendo de todos nuestros problemas por un rato al menos. Intento moverme, pero eso solo hace que me sostenga con mayor fuerza.

- ¿A dónde vas?

- Al baño, torpe, quiero tomar una ducha.

- Hazlo mañana, no hueles tan mal.

- ¡Ey! — Golpeo suavemente su hombro y me giro sobre un costado para quedar de frente a él.

- Te amo. — Repite, como si no lo hubiera escuchado mil veces antes mientras se movía sobre mí. — Quédate aquí hasta mañana, volveremos a la realidad mañana.

- ¿Qué me darás a cambio? — Digo en tono de broma, pero él lo toma como si fuera un reto y en un rápido movimiento vuelve a colocarse encima de mí. Sus manos a cada costado de mi cabeza.

- A mí. — Se acerca a besarme el cuello y mis clavículas.

- Asaiah. — Yo gimoteo.

- ¿Sí? — Responde, pero sigue besándome sin parar.

- Mañana tenemos muchas cosas que hacer y...

- Shh. — Me hace callar con un beso. — Mañana nos preocuparemos de eso. — Me vuelve a besar con la misma necesidad que al comienzo y poco a poco me dejo envolver por él. — Diablos, aún te necesito.

Busco impulso de donde me es posible y lo empujo con mis caderas, para ahora quedar yo arriba de él. Asaiah parece sorprendido, pero me sigue el juego y correspondo a todos mis movimientos. Recorro mis dedos por sus hombros y sus brazos, hasta tomar sus manos y entrelazar nuestros dedos. Interrumpo el beso, pero decido imitar los que él me dio antes y trazo un camino por su cuello hasta su oído para también susurrarle algo.

- Ahora es mi turno.

Ángel - (Tercera parte de Bestia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora