Capítulo 24

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FELIZ NAVIDAD

Como regalo (un poquito adelantado) les traigo este capítulo, como les dije iba a estar escribiedo estas vacaciones y lo estoy cumpliendo. ;)

No se olviden de pasar a leer Transfusión o Caza Roja (la secuela) porque se está poniendo buena, tengo muchas cosas planeadas y tienen que leer. ;)

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- ¿Qué hiciste? — La voz de Asaiah se alza cuando le digo lo que había hecho junto con la ayuda de Trevor. Trato de calmarlo, me pongo de pie y le tomo las muñecas, su mirada huyendo de la mía.

- Escúchame. — Había esperado a que regresara del gimnasio para decirle que había hablado con Trevor y que habíamos contactado a una detective, que aparentemente había estado encargada del caso de Jackson. — Sé que...

- Christina. — Me interrumpe, dejándome con la boca abierta y me mira directamente a los ojos. — Si algo sale mal... Si Marco se llega a enterar... Estamos muertos. — Cierro la boca y se suelta de mi agarre. Se pasa las manos por el cabello y da media vuelta, de nuevo huyendo de mí. — Solo tengo que hacer esto.

- Pero no quieres hacer esto.

- ¿Y? — Se gira y me vuelve a ver. — ¿A caso importa lo que quiera hacer? No me importa lo que puedan hacerle a Massimo, a mi padre o a mí. Pero no pienso arriesgarte a ti, Christina.

- Basta de esto. — Cierro los puños y tomo una bocanada de aire antes de volver a hablar. — Esto no es tu responsabilidad, Asaiah, no tienes porqué hacer nada que no quieras hacer y mucho menos por la culpa de ese hombre. — Él abre la boca, a punto de responderme, pero no le doy chance, yo sigo hablando. — No sé cuando te va a quedar claro que yo no voy a dejar que te sacrifiques, que yo jamás te voy a dejar solo. — Igual que antes hace el intento de hablar, pero ahora ha llegado el momento en que yo diga todo lo que tengo que decir. — No voy a dejar que te usen, no voy a arriesgarme a que regresen. ¿Quién nos garantiza que después de esto no van a querer a utilizarte de nuevo? ¡No quiero que se repita lo mismo! ¡Y además ya lo hicimos antes! ¡Gracias a nosotros Jackson y el resto de su pandilla está en la cárcel! — Al darme cuenta del tono de voz que alcanzo tomo un respiro y lo miro. En ese segundo él sigue callado y mirándome a los ojos con una expresión indescifrable. — Tú decidiste antes, nunca me preguntaste que pensaba yo si llegaba a perderte. No te imaginas lo que sentí cuando te vi en el piso ese día, cuando tenía tu sangre en mis manos, cuando no estaba segura si te volvería a ver. Te preocupas por mí, que nada me pase, en no perderme, ¿pero yo qué? ¿Yo si tengo que ver a la persona que amo sufrir? — No es mi intención hacer que eso suene mal, pero es la verdad y sé que le duele en cuanto se lo digo, lo veo en sus ojos. — Hiciste lo que pensabas era lo correcto y está bien, pero estoy aquí ahora, contigo y no voy a dejar que me dejes atrás otra vez. No pienso quedarme de brazos cruzados y ver como te llevas toda la carga tú, no más.

Asaiah se queda en silencio un rato más, aun después de que yo ya haya terminado de hablar. Yo jadeo, casi como si no pudiera creer lo que acababa de hacer. De pronto todo lo que había guardado dentro de mí había explotado, tomando por sorpresa a Asaiah y tomándome por sorpresa a mí también. Quizás todas las emociones generadas en las ultimas horas ayudaron a que todo saliera de esa forma, tal vez se había escuchado mucho peor de lo que realmente era, pero al fin y al cabo había hablado con toda la verdad.

- Lo siento. — Dice en un susurro. Su labio inferior tiembla y parece que es incapaz de mirarme a los ojos, mira a todos lados menos a mí. — Lo cierto es que jamás había tenido algo bueno a lo que aferrarme, una razón por a cuál seguir luchando. No puedo imaginarme que haría si pierdo eso, si te pierdo a ti. — Es entonces que me mira. — Y jamás había sentido verdadero amor, Christina. Nunca antes alguien se ha preocupado por mí y yo... Yo... Yo no sé... — Se tropieza con sus palabras y comienza a balbucear. Acorto la distancia dando dos zancadas y le rodeo el cuello con los brazos, atrayéndolo. Él se queda callado e inmóvil por un par de segundos, pero finalmente lleva sus brazos a mi cintura y me aprieta más a él. Y nos quedamos así por un rato, no puedo decir cuanto tiempo. En ese abrazo tan necesario, donde cada uno se aferra al otro como si su vida dependiera de ello.

Ángel - (Tercera parte de Bestia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora