¡Hola!
Les traigo nuevo capítulo 7u7. Espero les guste.
No se olviden de leer, Transfusión, en serio, me estoy esforzando mucho en esa novela y mañana subiré un capítulo.
Y les quería preguntar, ¿qué tal el chico que les mostré? Para mi, es el Asaiah que me imaginé mientras escribia Bestia, pero no sé ustedes. En fin, disfruten el capitulo...
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Una vez que entro en el auto, no pierdo el tiempo y comienzo a acelerar. Aunque quisiera ir más rápido, no puedo. Las carreteras están cubiertas por una fina capa de hielo casi invisible y ya ha causado uno que otro accidente, y yo no quiero estar en el siguiente. Ya que salgo de la ciudad, presionó el acelerador. Estaciono mi auto con cuidado y tomo todas mis cosas para luego salir.
Entro a la casa y coloco mis cosas en una silla, igual que mi abrigo. No veo a Asaiah en ninguna parte, pero escucho el agua del baño correr, así que voy a la cocina a tomar un vaso de agua en lo que espero a que salga. De pronto el ruido del agua se detiene y yo doy un saltito, para luego dirigirme a la habitación.
Me siento al borde de la cama y tomo una bocanada de aire. Del baño se cuela el vapor por debajo de la puerta, al igual que el aroma de su jabón y su propio aroma, tan ácido y varonil. La puerta se abre y él aparece de entre el vapor. Me encanta verlo así; descalzo. Podía quedarme a admirarlo por horas, pero ahora mismo necesitaba de él. Necesitaba de sus labios y besos dulces, de él y de lo que él era capaz. Lo necesitaba ahora mismo y no tenía frenos. Ya no era posible que algo me detuviera.
Me puse de pie y no perdí tiempo, me dirigí a sus labios. Al principio él se sorprendió por mi sorpresiva brusquedad, pero enseguida sus brazos encontraron lugar alrededor de mi cintura. Su boca rápidamente se acopla a la mía y comienza el roce de nuestras lenguas en una delicada danza. Mis manos que hacía un par de segundos estaban en su cuello, se deslizaron por su pecho y bajé la cremallera de su sudadera, exponiendo centímetro a centímetro su perfecta piel. De pronto el me sujeta las muñecas, impidiendo mi viaje y separa sus labios de los míos.
- ¿Qué haces? — Murmura con la respiración ya entrecortada. — Christina... Si seguimos no creo que pueda detenerme.
- No quiero que nos detengamos. — Y vuelvo a buscar su boca. Él gruñe, pero me suelta y sus manos ahora se dirigen a mi cuello, obligando a alzar mi rostro y para que así pudiera tener total acceso a mi boca.
Mis manos siguen su descenso y una vez que toda la cremallera se encuentra abierta, mis manos se abren paso por su abdomen, acariciando cada parte de su piel y subiendo de a poco por su pecho. Mis dedos se topan con sus más recientes cicatrices, puntos terriblemente sensibles a mi tacto. Asaiah gime cuando las toco, pero no me impide seguir. Llego a sus hombros y deslizo la tela de su prenda por sus brazos, para dejar su torso desnudo.
De pronto rompe el beso y me mira desde arriba, con sus ojos iluminados y su boca entreabierta. Besa delicadamente mi frente y sus manos buscan el borde de mi blusa. Al contrario de lo que yo hice; él me la quita de un tirón y dirige sus manos al cintillo de mi pantalón, para acercarme a él de un jalón. Puedo sentirlo, sentir su necesidad en mi muslo y gimo.
Asaiah abre la boca para atrapar nuevamente la mía, pero yo giro la cabeza para esquivarlo y dejo un beso en el nacimiento de su cuello. Lentamente voy dejando una hilera de besos, que van desde su cuello hasta sus pectorales. Puedo sentirlo encresparse y se le escapa un jadeo. Mientras sus manos se encargaban de deshacerse de mis pantalones a como diera lugar. Pero se tardaba, estaba nervioso y podía percibirlo.
Lo miro un momento y él me sonríe. Suelta mis pantalones y estos enseguida caen al suelo. Toma mi rostro entre sus manos y besa mis labios, después deja un beso en cada mejilla y por último besa mi clavícula. Me toma de las manos y camina hacia atrás, hasta recostarse sobre la cama y me ayuda a acomodarme a horcajadas sobre él. Comienza a jugar con mi cabello y me admira desde una nueva posición.
Me inclino para alcanzar sus labios y volver a besarlo, sin prisa alguna. Solo disfrutar de su sabor, de su cercanía y de su calor. Aun así, estando parcialmente vestidos podía sentirlo hasta dentro de mis huesos. Cada nervio vibraba cuando sus yemas pasaban por mi piel y podía sentir mi corazón golpear mis costillas, como si quisiera salirse de mi pecho y buscarlo. Mi cuerpo pedía a gritos el suyo y él podía darse cuenta, cuando mis caderas comenzaron a moverse por sí solas.
Sus dedos comienzan a recorrer mi nuca y bajan por mi columna vertebral, como queriendo torturarme. Hace ese recorrido un par de veces, hasta que me obliga a reincorporarme para tratar de evitar que mi espalda se encorve más de lo que ya lo hacía. Pronto toma el broche de mi sostén y lo abre fácilmente, para luego arrojarlo fuera de la cama.
Su mirada se clava en mis pechos y él gruñe, mientras busca sujetarlos con suavidad. Sus manos son cálidas y suaves. Y saben exactamente como tocarme. Se acoplan a cada parte de mi cuerpo como si este estuviera cortado para encajar ahí.
- Te amo. — Musita con los ojos cerrados.
- Lo sé. — Le respondo en un susurro. — Y yo a ti.
Rápidamente busco el resorte de sus pantalones deportivos y lucho con bajarlos. Mis movimientos se hacen torpes y soy incapaz de mantener el ritmo. Él ríe y me suelta para ayudarme a desvestirlo.
Solo segundos después nos encontramos completamente desnudos. Él debajo de mí. Pero nuestra desnudez va más allá de la carencia de prendas. Desnudarse al punto de mostrarse tal cual eres, sin excusas ni máscaras, mostrarte lo verdaderamente vulnerable que eres. Se desnuda conmigo, me muestra su corazón manchado por la oscuridad y ya no hay miedo. Ninguno de los dos lo tiene.
Y hacemos el amor. De forma lenta, exquisita y silenciosa. Nuestros cuerpos se mueven y transpiran. De repente se queja y hace algún gesto pequeño, pero no me detiene. Sus manos en mis caderas me guían en todo momento y me ayudan a moverme a diferentes ritmos.
No paramos hasta que los dos estallamos en mil pedazos, una y otra vez. Mi cuerpo se tensa y es difícil incluso recordar que debo respirar. Mi piel se vuele tan sensible que cada caricia es una enorme explosión sensorial.
No puedo percibir cuanto tiempo pasa, pero pareciera que los segundos se hacen eternos y al mismo tiempo efímeros. Finalmente, ninguno de los dos es incapaz de seguir más.
Caemos engarrotados en la cama, luchando por aire, pero nuestros pulmones comienzan a recuperarse. A pesar del calor que había, el ambiente comienza a enfriarse y él se acerca a mí, cubriéndome con sus brazos y sabanas.
- Christina. — Su boca presiona mi frente y yo descanso mi rostro contra su cuello. — Gracias.
- ¿Por qué me das las gracias?
- No lo sé. — Responde. — Por existir.
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Ángel - (Tercera parte de Bestia)
Teen FictionYa ha pasado el peligro. ahora Asaiah y Christina pueden estar juntos. O al menos eso piensan. No pasa mucho tiempo cuando su felicidad se ve de nuevo interrumpida por otro personaje del pasado turbulento de Sat. Y Christina otra vez tiene que lucha...