Capítulo 29

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HOLAAA

Perdón por no actualizar seguido, es que la universidad chupa toda mi energía vital. :( Me cuesta mucho encontrar un ratito para escribir y casi siempre lo ocupo para escribir más de la segunda parte de Transfusión porque es una historia muy compleja que necesita mucho trabajo, así que si no la han leído deberían de hacerlo, porque se pone cada vez mejor.

Eso es todo, muchas gracias por leerme. <3 

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La enfermera le ofreció a Asaiah visitar la habitación de Massimo antes de que se llevaran el cuerpo, pero él se negó rotundamente. Podía entender que no quería volverlo a ver, de ninguna manera. Pero tenemos que quedarnos en el hospital, hay que terminar con todo el proceso.

Apenas habíamos dormido nada y estaba segura de que ese sería otro día muy parecido y odiaba pensar que no le daría tiempo a Asaiah para prepararse para Chicago y el solo pensar en todo lo que podría salir mal, hacía que me dieran ganas de vomitar.

- Chris, come algo. — Cuando escucho su voz, vuelvo a reaccionar. Apenas me había dado cuenta de cuando se fue para conseguir algo de comida de las maquinas dispensadoras. En sus manos sostenía un sándwich previamente empaquetado. Frunzo el ceño y sacudo la cabeza. — Lo sé, sabe horrible, pero tienes que comer. — Me da la mitad que aun mantenía intacta y me obligo a mi misma a comer un poco.

- ¿Tienes algo de beber? — Él asiente y me aproxima un vasito de café, que como el sándwich tenía un sabor cuestionable. — ¿No te han dicho cuando... ah...? — Balbuceo, pero no le cuesta entenderme. Niega con la cabeza.

- Aún tenemos que estar aquí por un poco más... Hay que esperar que acabe la cremación.

- Asaiah... No entiendo, ¿Cómo vamos a pagar esto?

- Hablé con la detective Harvelle cuando estabas dormida. — Comienza, mientras le daba un trago al café. Era extraño, pero lo veía mucho más tranquilo, era como si un enorme peso hubiera desaparecido de sus hombros. — Le dije que necesitábamos su ayuda con esto... Y que si se negaba no haría nada para ellos. — Dice y se encoje de hombros. De pronto verlo tan relajado hace que yo me sienta mejor.

- ¿Y aceptó?

- No era como que tuviera mucha opción de todas formas. — Le da otro mordisco a su sándwich, terminándoselo. — Anda, Christina, come. — Dice con la boca llena y señala mi rebanada.

Ya era de mañana, el sol comenzaba a entrar perezosamente por las ventanas y el hospital apagó algunas de sus luces frías. Después de un par de horas una enfermera se aproximó hacia nosotros, con la noticia que todo había terminado y que tendríamos que ir a otra sección del hospital para recoger las cenizas. En ese momento, Asaiah se tensó nuevamente. Tal vez con la muerte de su padre había hecho que se relajara de alguna manera, pero aún tenía que preocuparse por él y podía sentir como se sentía al hacerlo.

Tuvimos que bajar hasta el primer piso y seguir todo un laberinto de pasillos. Asaiah llevaba toda una serie de papeles que había tenido que firmar. Era increíble todo el proceso que tenía que hacer para poder terminar con todo. Probablemente pasó otra hora más haciendo más y más papeleo, pero cuando el hombre avisó que traería la ceniza de pronto todo cambió. Se volvió irreal.

Mark era el nombre del hombre que nos estaba ayudando, con rasgos latinos y un bigote canoso. Después de revisar por enésima vez que todo coincidiera con los archivos, desapareció detrás de una puerta y al cabo de cinco minutos regresó, cargando lo que parecía una lata.

- ¿Está seguro de que no quiere una... urna? — Asaiah se puso de pie.

- No. — Tomó la lata con una mano y por educación le estrechó con la otra a Mark.

Ángel - (Tercera parte de Bestia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora