Capítulo 1 -El trabajo

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El día estaba precioso, no se movía ni una sola hoja y los rayos del sol se colaban por las viejas cortinas del piso de Mia, mientras ella bostezaba su compañera de piso la animaba a levantarse.

-MIA DESPIERTA!- Fue lo único que escuchó la castaña antes que su amiga se aventara sobre su cama haciendo que suelte todo el aire que contenía.

-Ouch Sofie- logró decir en un susurro seguido de un par de insultos mañaneros.

-hoy comienzas a trabajar Mia, en un empleo decente, debes de estar ansiosa- Comentaba sofie mientras abría el armario en busca de alguna prenda en condiciones.

-lo sé, y estoy demasiado nerviosa, comenzar a ser la secretaría en esa empresa cambiará nuestras vidas, no puedo estar más felíz- le seguía la conversación Mia entrando al baño para darse una ducha. - Ya no tendrás que hacer tantos turnos de medio tiempo.
Conseguir un trabajo decente siempre fue el sueño de este par de amigas, la mayoría de las veces debían optar conformarse con un plato para cada comida del dia y eso es todo. Trataban de gastar lo menos posible y poder vivir todo lo que puedan, después de todo solo se tenían la una a la otra.

Al rededor de cinco o diez minutos Mia se encontraba preparandose, su atuendo era sensillo, una pollera tubo negra con una camisa rosa pálido, casi sin maquillaje y con su pelo atado en un improvizado rodete. Sin mucha más preparación se encontraba en su auto, yendo hacía su nuevo empleo.

Quince minutos después estaba parada en frente de las grandes puertas, tanto tiempo de capacitación habían dado fruto, sería la secretaria del señor D'antonio, su nuevo jefe.
Al entrar llegó a recepción y le dio todos sus datos a la mujer que estaba en un escritorio con todos sus papeles, las manos le sudaban y sentía que en cualquier momento se desmayaría, pero eso se veía opacado con el resplandor de felicidad que se desprendía de ella.

-Tu debes ser la nueva secretaria del señor D'antonio...- hablaba la mujer mientras rebuscaba entre sus papeles-...Ten, estas son las planillas que debes firmar, soy Pol, por si en algún momento precisas de mi ayuda, te acompañaré hacia tu lugar de trabajo.
La seguía con paso cauteloso mientras ella intentaba romper el hielo, subimos a un asensor que nos dirigió al noveno piso.

-Ya llegamos Mia, este escritorio será tu lugar de trabajo, y la puerta que tienes a tu lado son escaleras que llevan al último piso, el piso del señor.

-Muchas gracias señora Pol, me hubiera perdido en cualquier piso si no fuera por ustéd.

-Solo dime Pol, y fue un placer haberte conocido Mia.
Sonriendo se fue moviendo sus caderas hasta tomar el asensor.
Parada en la inmensidad de ese lugar recorrió con su vista toda la sala, unos enormes ventanales se abrian paso frente a su nuevo escritorio, en el que habian carpetas y papeles de todos los tamaños y colores. En el habia una nota que lo acompañaba.

Señorita Mia, estas son las reglas que deberá seguir mientras esté trabajando en esta institución

1° ser constante, responsable y sobre todo respetuosa, se le atribuira el despido ante la falta de las últimas nombradas.

2° Recordar siempre donde está parada, no creerse superior a nadie, es una secretaria, no una jefa. Se le atribuira el despido ante la falta de las ultimas nombradas.

3° Queda totalmente prohibida la relación amorosa entre el personal de la institución, automaticamente se le atribuirá el despido ante la falta de las ultimas nombradas.

Que disfrute su nuevo empleo.

No era nada de otro mundo lo que explicaban esas palabras para Mia, ella sabía que el amor llegaría a su tiempo, y que con el trabajo no se interpondría.

La mañana del señor D'antonio, a diferencia de la de Mia, estaba siendo cada vez más monótona. Dispuesto a salir del lugar donde estaba desayunando se encontró con una de sus ex's amantes, algo que detestaba ante cualquier cosa.
Las ex's de D'antonio compartían todas unas cualidades en común, todas eran rubias. Pero no era por selectivo, al contrario, lo único que le preocupaba era su estatus social y contactos. No dejaba de trabajar nisiquiera en sus relaciones fuera de las empresas.

-D'antonio, que gusto verte por aquí mia amata...- Decia la rubia jugeteando con un mechon de su impecable y rizada cabellera.

-Buenos días Yannet, voy apurado, no me retrases aún más- frío como un témpano, D'antonio dejó parada a su examante encaramelada.

-Algún día volveras a mí, sin ser frío y con esas ansias de devorarme como siempre.
D'antonio al sentir como le acariciaban levemente el brazo se dio la vuelta. Su altura intimidante no hizo más que atraer a Yannet.

-¿Qué es lo que buscas? Hemos terminado hace ya unas semanas...- dijo dejándole una sonrisa plasmada en su rostro
Con cautela, y moviendo sus caderas al rítmo de su despampanante figura, la rubia se acercó y colocó de puntitas sobre el oido del magnate.

-Busco un poco de diversíon caro- el italiano notable mezclado con la seductora vozde la mujer hicieron que D'antonio cediera a la tentación. Tomó la mano de Yannet y con paso firme se dirigieron al auto de él, en el que lo esperaba su chofer.
Sin prestarle mucha atención a esto último se subieron al mismo, la tensión sexual era inmensa, y sus cuerpos se buscaban desesperados.
Al ingresar ninguno dudó en avalanzarse sobre el otro, con besos ardientes y bruscos, llenos de mordidas y caricias de sus lenguas, de los labios de Yannet se escapó un pequeño gemido, que no hizo más que incrementar la pasión entre ambos amantes. D'antonio la puso de escpaldas a el y abrió sus piernas a la vez que la sujetaba fuertemente contra sí, en ese momento había comenzado a rozar, apretar, y estimular su clítoris, a la vez que un dedo ingresaba en ella.
Luego la mujer se encontaba sobre D'antonio, ansiosa, extaciada, a punto de desabrocharle el pantalon, el cual no daba más de la presión que ejercía el miembro del mismo. Al desabrocharlo Yannet se relamió los labios, y ya mojada no dudó en hacer que entre de una sola movida. D'antonio tomó ambos pechos de la mujer y mientras mordía, chupaba y dejejaba marcas en uno, al otro lo sujetaba con fuerza y pellizcaba su pezón. Un gemido se escapó de cada uno, y los movimientos circulares de la pelvis de ambos hacían que el punto G se estimulara a más no poder, la sensación del roce que provocava hacía que en Yannet por dentro explotaran mil cosas, y el duro pene de D'antonio hacía que sintiera cada parte dentro de ella fuera una máquina de placer. No tardó nada de tiempo en que el auto se inundara de gemidos de ambos, mezclado con sudor.
Yannet sentía como en su interior el orgasmo se comenzaba a sentir, sujetó el cabello del hombre, mordía su hombro y gemía en su odio. Cuando estaba a punto de llegar D'antonio la inundó con su pura y caliente eyaculación, lo que hizo que la mujer alcanzara su orgasmo y en su interior se juntaran ambas sustancias. Las respiraciones estaban aceleradas aunque el sentimiento de placer, humedad y calentura desaparecieron al momento que D'antonio la quitó de encima para comenzar a acomodarse la ropa. El polvo que acababan de tener no iba a hacer que llegara tarde a su oficina. Yannet no dudó en salir del auto a la vez que intentaba peinarse, cuando se acomodó fueron inevitables de ver las marcas que el hombre había dejado en ella, moretones, mordidas, chupones y en su mente se imaginó las marcas en su trasero. El magnate le indicó a su chofer que se dirigera a la empresa, ni un minuto más, ni un minuto menos perdería.

Hoy supuestamente ya debería de estar trabajando la nueva secretaria. La anterior habia sido despedida hace una semana por haberse revolcado con un ingeniero de la empresa. La escena había sido divertida para los demás, ya que se encontraban en un estrecho armario, pero para D'antonio significaba una traición. La rabia lo había inundado y sin permitirle decir nada, la despidió. El ingeniero tenía que terminar un contrato, pero estaba claro que no lo volverían a contratar nunca más.
D'antonio estaba ansioso por conocer a su nueva secretraria, necesitaba que alguien organice sus tareas, ya no daba más.

Peligrosa obsesión [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora