Dicen que cuando estamos con la persona correcta, cuando escuchamos las canciones especiales, cuando sentimos con el corazón, cerramos los ojos. Que decimos lo que sentimos, lo que en verdad sentimos. Y que nada ni nadie puede cambiar esos sentimientos.
No sabía porque lo había dicho.
No sabía como iba a reaccionar.
No sabía que iba a hacer.
¿Porque lo había dicho?
Y tal como lo había pensado el hombre que tenia parado en frente de ella se había quedado inmóvil. Con los ojos y boca abiertos a pesar de que el agua de la ducha caía sobre ellos; lo que hizo agachar la cabeza de ella, había cometido un error.
Era su jefe, un hombre mayor, alguien que podía tener a cualquier mujer con solo pedirlo. Nada hacia de ella una chica diferente a las demás.-Piccolina...
Dicho esto la beso, como aquel que siente el césped por primera vez, o una risa de alguien cercano. Es decir, la besó con dulzura, cuidadosamente y lento. Esto bastó para que Mia cortara el beso y lo abrazara, se sentía liberada, feliz, se sentía viva. En un principio, como cualquiera, ella sentía miedo. Hacia ya tiempo que había dicho eso, y digamos que no fue lo mejor, termino siendo doloroso, mortal.
Terminaron de bañarse entre besos y risas, Mia quedaba tan pequeña a comparación de el que si la abrazaba podía ver donde se juntaban sus manos, y ella no era baja, pero el era muy alto y grande. Ahí estaba el divertido dilema. Al salir de la ducha no aguantaron más, el momento tierno se habia visto reemplazado por calentura y fuego, era inevitable que sintieran eso.
D'antonio la tomo por las piernas y Mia las enredo en el, caminando de esa forma entre besos, toqueteo y roces hasta la cama donde el la tiro de espaldas para que cayera asi. y se acerco a sus labios, los beso salvaje mente para pasar a su cuello y tomar con una mano sus pechos, a Mia le encantaba, y entre besos bajo hasta su intimidad donde beso al rededor, alargando la espera para la mujer que tenia ahí. cuando el jugueteo ya se había alargado y calentado aun nomas a Mia, D'antonio lamió, beso, chupo, todo en ella, haciendo que la misma se retuerza de placer, cuando con cuidado la lamia Mia agarraba su cabello y tiraba, suavemente, de él, cosa que lo excitaba.
cuando veía sentir a Mia que estaba a punto de llegar a su deseado orgasmo, luego de ver lo mojada que estaba y de sentir los gemidos que la misma largaba, ingreso sus dedos, lo que hizo que termine lo que había empezado; y con un gran gemido Mia había llegado al orgasmo en plena mañana y con su jefe. Pero no todo terminaba acá. del bolsillo interno de su saco que estaba tirado por ahí, D'anonio saco un condón, y no hizo falta ni decirlo, porque Mia lo tomo entre sus manos para abrirlo y colocarlo en el pene de quien ahora estaba muy, demasiado, bastante, excitado.
Lo tomo de la punta y con cuidado lo bajo, haciendo que el dejara escapar un pequeño jadeo. Y en un rápido movimiento Mia quedo debajo de él, y sosteniendo la mirada el entró en ella, lo que desencadeno en un mar de gemidos, sudor y fluidos. Los movimientos eran duros y profundos, cosa que hacia que Mia se agarrase de las sabanas, cada gemido de ella lo excitaba más y más.
Cada parte de Mia era deliciosa, cada rincón de ella sabia delicioso. Su cabello de vez en cuando se interponía entre ellos, pero eso no importaba con tal de tenerla a ella ahí. Cambió de posición y ahora era ella la que estaba sobre el haciendo movimientos circulares y lentos, él la podía ver arquearse y soltar jadeos y gemidos, lo que hacia que este igual lo haga. Se agarraba con fuerza a sus caderas y mordía cada parte de Mia, lamia y saboreaba sus pechos, agarraba su cadera con fuerza y firmeza, y un poco mas tarde de eso D'antonio terminaba llegando a su orgasmo. Finalizando los movimientos y sintiendo calor en ella, con el corazón a mil y observando cada detalle de él habían terminado.Al finalizar quedaron ambos acostados, él por su parte entre las piernas de Mia y con la cabeza en su vientre, era viernes y estaban despreocupados; rondaban las 2 pm y no se escuchaba nada en la casa, y menos lo haría ahora que Mia se habia quedado dormida mientras le hacia caricias a D'antonio en el cabello. Su cara había quedado tan tranquila y respiraba tranquilamente, soltando el aire con cuidado entre sus labios que estaban algo hinchados aun, que le resultaba casi imposible creer que era la misma chica que minutos antes estaba haciendo que llegara al clímax en tiempo récord, porque para él, había sido demasiado rápido, pero tal vez era solo su ego saliendo a flote. Si levantaba un poco su cabeza podia ver entre las sabanas la piel de ella, la que antes era tan suave y delicada, y ahora tenia chupones y marcas de lo que habia sucedido hacia unos minutos.
Pero por otro lado el mismo había quedado solo con sus pensamientos... y Mia lo amaba. No sabia cuando había pasado ni como, mucho menos si en verdad lo decía. Hacia ya tiempo que no se enredaba en problemas amorosos, la ultima había sido Yanett, la rubia de pelo rizado ya no formaba parte de la vida cotidiana de D'antonio hacia meses... mas específicamente desde que comenzó a trabajar Mia. Antes de ella sus días se basaban en trabajar y estar casualmente con mujeres, pero esto ultimo solo duraba un polvo, nada más.
Algo había cambiado en el desde el momento en el que probo la piel de Mia, algo en el cambio luego de escuchar su voz, su jugueteo, de verla caminar. Cuando ella lo tomo asustada aquel día, o cuando lo beso en el elevador; siempre que cruzaban miradas, o mas precisamente cuando la veía dormir y su cama ya no estaba fría.
Era ahí donde pensaba que quizás se estaba enamorando.
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Peligrosa obsesión [+16]
Romansa[La atracción debe diferenciarse de la obsesión] Un magnate italiano Una mujer de mirada endiablada Un crimen y pasión en Roma [EDITANDO]