Capítulo 17- Interrupciones

2.2K 130 0
                                    

Cuando Alessa, la madre de D'Antonio, tomó a su hijo por su brazo y se dirigió a las escaleras perdiéndose en ellas; Mia soltó un gran suspiro de alivio por ese pequeño momento de tensión que había ocurrido, en cuanto? 40 segundos?

¿Qué había sido todo eso?

Él nunca había traído a sus conversaciones a su familia, no más de lo normal, de lo necesario. No tenía idea de que su madre fuese tan... cercana a él como lo parecía en estos momentos, como si siempre hiciera eso, y algo le sabía mal, como si no estuviese bien o del todo correcto. Algo raro había en esa mujer.

Aún con esos pensamiento deambulando en su mente, Mia se tuvo que atar bien los pies a la tierra e ir a su escritorio con los montones de papeles y arreglar las citas de su jefe; en simples palabras, debía ir a trabajar, después de todo eso era lo que debía hacer en ese lugar, no?

Por otro lado estaba D'Antonio, encerrado, entre cuatro paredes con su madre. Esto no iba a salir muy bien. Principalmente porque Alessa era una madre de familia, con valores familiares y un orgullo bastante alto en cuanto a sus hijos se tratase;y tenia muy inculcados los mismos. Por lo cual, su hijo de treinta años debía de buscar pareja, suponiendo de que no la tenía. Y conociendo a D'antonio, a este no le gustaba que le dieran ordenes a su edad, pero a su madre poco le importaba esto mismo. 

-Mama, que estas haciendo en mi trabajo?

-Mio caro figlio, no te alegras de ver a tu madre?- Dijo una Alessa sonriente de oreja a oreja

-Madre, nunca vienes a mi trabajo sin ningún interés de por medio

-Veo que sigues siendo el mismo que la ultima vez... - Dijo Alessa pasándose por su oficina para terminar parada en frente de él - Que pasó con tu novia anterior? 

-Ti ho battuto, madre, te gané-  D'antonio solo se cruzó de brazos ante lo que había dicho su madre, era obvio que venía con esos intereses de más, no venía solo a ver como estaba su hijo. 

-Sigues sin responderme hijo, tienes casi treinta años y yo ningún nieto, no tengo mas familia de tu parte, el tiempo vuela! 

-El tiempo vuela y tu sigues siendo la misma, madre- Ya cansado D'antonio recostándose en su silla, largando suspiros, preguntándose porque su madre estaba ahí. Hasta que algo hizo click y se acordó de la escena anterior con la que se había encontrado. -Que hacías con mi secretaria madre? 

-Solo me presentaba querido, vale aclarar que no está nada mal en cuanto a cuerpo, cara...- Mientras enumeraba las cualidades físicas que le habían gustado de Mia, de una forma algo grotesca por así decirlo hablando de Alessa, D'antonio se paró ya cansado de la situación.

-Madre ya para, Mia no es la persona que crees que es- hasta que se dio cuenta que había cometido un pequeño error, pero sabiendo que ante su madre ningún error era pequeño quiso que la tierra se lo trague. 

-Así que Mia, eh? 

-No es lo que piensas 

-Veo que no perdiste tanto tiempo, te dejo, figlio, espero ver a Mia.


con eso ultimo resonando en la cabeza de D'antonio, Alessa se había levantado, dado media vuelta e ido sin decir nada más. Había encerrado a su hijo sin siquiera su hijo saber que hacer o decir, lo atrapó justo, con esa forma de decir el nombre de Mia que solo el tenía. Porque aunque se tratase solo de su nombre, los ojos de D'antonio se encendían con solo pensarla, lo traía perdido sin siquiera saberlo; Aunque lo quisiera o no, su mamá lo conocía mucho, demasiado, tanto que asustaba un poco, para ella su hijo era un libro abierto, no era el D'antonio que conocemos. 

Había otro problema ahora, pero esta vez era para la dichosa Mia, había terminado todos y cada uno de los papeles que le correspondían, y necesitaba que D'antonio los firmara para poder seguir con el trabajo. Pero el problema era que no quería generar otra situación con la señora;  Deliberando consigo misma hizo todo lo posible para alargar el tiempo, hasta había conversado con la señora que limpiaba las oficinas! todo con tal de no cruzarse con Alessa, pero ya no le quedaban alternativas... y el tiempo corría. 

Cuando Alessa se estaba yendo por las escaleras de la oficina, Mia justo ser había armado de valor para subir las escaleras, cuando de manera rápida intercambio miradas con la madre de su jefe. La misma iba con la cabeza en alto y sonrió cuando vio a Mia.

no de nuevo...

-Suerte, cuore- Esto ultimo lo dijo y no paró a Mia, lo cual resultó ser un alivio porque los nervios ya eran muchos. 

Mia por otro lado además de los nervios estaba cansándose de que hablasen en italiano, porque aunque esta supiera algunas cosas, las formas en las que se llamaban esta familia de italianos no podía reconocerla. Los apodos no podía descifrarlos mas allá de algunas cosas que le sonaban, estaba volviéndose cansador. 

-Buenos días señor- Dijo en tono cómico Mia entrando a la oficina con los papeles. Hizo que una sonrisa se le escapara de los labios a D'antonio. 

-Buenos días señorita, tanto tiempo sin verla- Le siguió la broma 

-Es que estuve ocupada viendo a un hombre -Dijo Mia observando como los ojos de D'antonio se volvían chiquitos por su sonrisa

-¿Y cómo es ese hombre?

-Pues... Es un tanto terco y algo mañoso... aunque muy muy -Llegó hasta donde se encontraba su jefe para asomarse a su oído y terminar la frase ahí- Muy sexy

D'antonio no aguantó más la insinuación de Mia y la tomo por sus caderas sentándola sobre él

-Pues me siento algo celoso en estos momentos 

Mia comenzó a reír mientras lo observaba, luego de que ella le dijera eso D'antonio estaba tratando de parecer un hombre aun más sexy y su apretón había aumentado; seguido de esto Mia le dio un beso en la mejilla, tomándolo por sorpresa y viendo como su mirada se relajaba, ¿Por qué hacía eso cada vez que lo hacía?

Todo se vió interrumpido cuando alguien abrió fuerte la puerta, y Mia casi se cae de su silla. 

No de nuevo... 




Peligrosa obsesión [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora