Capítulo 8- Éxtasis

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El beso fue apresurado y no hubo ni una pizca de pudor. El éxtasis comenzaba a calentar ambos cuerpos y una erección no pudo evitar salir por parte de D'antonio, hacia presión en su pantalón y en el vientre de Mía. esta estaba desarreglada, con la falda corrida y el cabello entre los dedos de el. Todo era un desastre y, en los cinco minutos que tardaba el elevador, hicieron que pareciera un infierno, y ambos estaban ardiendo en el mismo lugar.

tuvieron que parar cuando el sonido de que estaba por llegar el elevador se hizo presente. Mía se acomodo con su reflejo en el espejo del mismo y D'antonio solo tuvo que acomodarse la ropa. Este no podía dejar de pensar en Mía, tanta pasión y fuego de repente, pero también tan gélida como un glaciar, ¿quien era esta mujer?

Mía le echo una mirada antes de salir por el elevador como si nada, siendo alcanzada por su jefe el cual iba con una seriedad impenetrable. En su mente solo habían preguntas, ¿Por qué  había hecho eso? fue un impulso, una necesidad, algo en ella decía que debía hacerlo, pero nada decía que era decente.

El restaurant estaba casi al lado del edificio, por lo cual no les costó nada llegar, aunque ninguno dijo una sola palabra, estaban sumidos en sus pensamientos. Mia por su parte sentía emoción y adrenalina, estaba rompiendo reglas, muchas reglas. Su jefe caminaba cerca de ella y se llevaba muchas miradas por parte de mujeres interesantes que cruzaban por su camino, ella por su parte se limito a mirar al frente y seguir, no valdría la pena decir una palabra y tampoco estaba en su derecho hacerlo.

Al llegar un señor de edad avanzada los llevo a su mesa, como era el mediodía se sentaron afuera con la brisa del invierno llegando a ellos, no se sacaron el abrigo.

-Entonces...- comenzó a hablar D'antonio - ¿Que fue lo de adentro?

-Solo fue un beso, un impulso... una necesidad- Mia respondió en un susurro que por desgracia el escucho pero se guardo para si mismo. Se le escapo una sonrisa cuando lo escuchó y eso le alegro el día aunque no estaba seguro de porqué.

El mesero se acerco a recoger sus pedidos, Mia pidió una ensalada con pollo y D'antonio carne con ensalada, aunque no lo pareciese tenían gustos muy similares.


-Ahora que lo pienso no se nada sobre tí- dijo Mia tratando de romper el hielo.

-¿Que te interesaría saber Mia?- cuando ella escuchaba su propio nombre salir de sus labios hacia que temblase todo, era tan extraño como el ambiente ardía cuando estaba cerca de el.

-¿Cuantas novias has tenido?- no sabia exactamente porque pero esa pregunta salio de sus labios, le intrigaba mucho la vida de su jefe, tanto como para preguntárselo directamente, poniendo su mirada mas provocativa. sabia que esto ayudaría a aflojar el ambiente, siempre lo hacía.

-Te sorprenderá saber que ninguna oficial desde mi adolescencia, ninguna mujer ha soportado estar conmigo tanto tiempo- bromeo el pero aun sabiendo que había algo de verdad en sus palabras.

Esto la tomo por sorpresa, la fama de mujeriego podría ser verdad pero si nunca había tenido ninguna mujer a su lado de forma formal tal vez no era tan cierto. O quizá, estaba jugando con ella.

-No te creo ni una palabra- contradijo juguetona - Siempre oí de ti y de tus andadas- esto quizá no era tan cierto pero ayudaría para jugar un rato.

-Entonces sabias de mi antes de trabajar conmigo- una sonrisa se extendió por su cara, Mia era muy despistada hasta para hacer bromas, le agradaba muchísimo estar con ella y compartir mas que cama, era interesante y llegaría a descubrir su segunda vida de alguna forma.


Ambos tenían un cometido con el otro, encontrar la verdad sobre sus vidas. Un mujeriego y una chica que grababa su cuerpo, ¿Que podría salir mal de esto? ambos se agradaban aunque no quisieran admitirlo del todo, y algo me decía que tendrían más historia que la de jefe y secretaria.


Entre charla y charla se les paso la hora del almuerzo, ya rondaba el horario de entrada para sus segundos turnos, el como jefe debería llegar siempre a horario y ella como su secretaria probablemente antes que el; luego de pedir la cuenta y saldarla se dirigieron al edificio para completar el día. De camino a este pasaron por una cafetería y encargaron dos expresos para llevar, la cafeína era fundamental para ambos, otra cosa que tenían en común entre ellos.

Pero todo se vio perjudicado cuando un grupo de tres hombres los acorralo en la entrada de un callejón que estaba de camino, estaban tan cerca del edificio, fueron emboscados y no por casualidad. Mia se asusto y como reflejo le tomo la mano a el, aunque este mismo se había tensado sabiendo lo que sucedería; un robo era difícil de probar, pero eso no era lo que le preocupaba y como reflejo coloco a Mia detrás de el, de forma protectora.

Uno de los hombres saco un arma de su pantalón y de imprevisto la tomo a Mia por el cuello, sacándola de los brazos de D'antonio y, apuntándole con el arma, la tomo entre sus sucios brazos mientras que los otros dos estaban comenzando a acercarse a D'antonio.

-Sabemos quien eres, y no te haremos daño... o no demasiado si nos das lo que pedimos- el hombre le sacaba dos cabezas a Mia y era musculoso, tenia mucha fuerza, ella lloraba y lo miraba a D'antonio sin saber que hacer, esto le rompía el corazón al no poder protegerla.

-Les daré lo que piden pero no le hagan daño a ella- D'antonio tenia las manos arriba, no podía solo contra tres, empeoraría la situación.

-Dame tu billetera o le disparo- todo estaba sucediendo muy rápido, a penas podía reaccionar el, tenia a Mia en frente suyo siendo apretada por un completo extraño, apuntándola con un arma y tocándola. Esto lo enfurecía pero no podía hacer nada, entonces bajo las manos para sacar su billetera hasta que un ruido seco sonó y seguido de esto el ruido de un cuerpo sonar contra el suelo frió, cerro los ojos al instante cuando lo oyó, y luego se escucho el llanto de Mia, que, aunque no pareciese, lo reconfortaba al saber que no le habían disparado. Pero antes de irse uno se devolvió a el y lo golpeo en el estomago haciendo que cayera de rodillas, casi vomita todo lo que había comido pero algo mas era mas importante en este momento.

Los hombres salieron corriendo y D'antonio fue casi corriendo hasta ella, habían disparado al aire para asustarlos, Mia lloraba desconsoladamente a la vez que lo abrazaba.

¿Que había sucedido?

Peligrosa obsesión [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora