Capítulo 4 -Inapropiado

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Algo que caracterizaba a D'antonio era su pasión, o mejor dicho, su obsesión por el sexo. Lo volvía loco, pasional, una bestia cargada de necesidad. Aunque era muy selectivo con sus presas, todas marcaban algo importante en su vida. Mía, en este momento, era un misterio cargado de tensión sexual que lo atraía cada vez más.
Tenía, y había probado toda clase de cosas que a este lo involucrase.
Su casa no solo constaba con su oficina de trabajo cotidiano, también había una, en la que el sexo reinaba. En esta habían libros, juguetes, videos, cuadros, camas, objetos y, sobre todo, unas barras.

Mientras que algo que caracterizaba a Mía era su mirada penetrante cargada de pasión y necesidad de perseguir. Cuando la veias por primera vez era inevitable quedar completamente cautivado, a lo que daba como resultado una enfermiza obsesión. O esto era lo que estaba sucediendo con D'antonio. Sus delicadas curvas estaban cargadas de cicatrices tanto físicas como psicológicas, y el sadismo no era una cosa ajena a ella. Pero esto no era un problema para ella, es más, parecía que cuanto más lo recordaba, más lo necesitaba.

El camino a su casa no fue incómodo, aunque las miradas complices se les escapaban cada vez más, el alcohol en Mía había causado una gran valentía, mientras que en D'antonio, la valentía se carcomía lentamente y era reemplazada por temor, algo completamente ajeno a él y que estaba haciendo que perdiera la cordura solo al imaginar no tener la situación bajo control; porque en este momento, Mia llevaba las riendas de la ocasión.

Al llegar a su casa, a su gran casa, bajaron del auto y este la tomó de la mano para invitarla a entrar. Al ingresar no dudó ni un minuto en besarla apasionadamente llevandola al sofá más cercano, el cual iba a ser testigo de esa fatídica noche.
Con pasos torpes, tal vez por el alcohol, tal vez por los nervios llegaron al sofá. Mía quedó debajo del cuerpo demandante de D'antonio, y este había comenzado a besarla, pero paró.
Paró tan rápido como comenzó.

-¿Estás segura...Mía?-

-Estoy segura, no vine hasta aquí cargando ni un gramo de inseguridad.

Y eso bastó para que este se apoderara de sus labios para morderlos e ingresar su lengua en su boca. El sabor que tenía Mía no era sólo el de un gran porcentaje de alcohol, era algo que él nunca había probado antes en su vida. Tenía un gusto, un sabor, un aroma delicioso. Mía cautivaba no solo con su cuerpo, ella cautivaba con los cinco sentidos y más, más de lo que alguna vez D'antonio había probado.

Mía subió sobre él, sentándose a horcajadas, besándose hasta el exceso, tocándose, rozándose, ejerciendo presión sobre sus cuerpos el uno al otro. Los gemidos de ambos no dudaron en salir de sus bocas, provocando cada vez más excitación.
Mía comenzaba a mojarse, y D'antonio lo notó, quiso aprovecharse de ello, así que colocó a Mía esta vez sentada, dejándole besos a lo largo de su cuerpo a la vez que la iba despojándose de su ropa. Cuando llegó a su intimidad la besó sobre su ropa interior, para ir dejándole besos húmedos cuando se la iba sacando. Eso volvía loca a Mía.
Los pechos de ella estaban hinchados, y él los aprovechó; tocándolos y apretándolos, al ritmo de pequeños movimientos, haciendo que ella se  retorciera sobre él.
Buscó su rosa e hinchado clítoris para comenzar a juguetear con él a la la vez que movía algún que otro dedo dentro de su cavidad. Los gemidos de Mía aumentaron. En un momento ella comenzó a sentir una llama en su vientre cargada de cosquilleos y espasmos, su orgasmo se estaba generando, y D'antonio lo sabía. Subió sus piernas a sus hombros y fue incontenible cuando logró venirse, cargada de sensaciones, eso fue suficiente para que él se colocara un condón y comenzar a ingresar en ella.
Mía sabía que D'Antonio estaba bien dotado, y que la experiencia nunca le jugaría en contra, a ninguno. Había una conexión entre ellos, había deseo.
Estaban acostados y veía en la mirada de ella la necesidad de tenerlo dentro. Y eso obtuvo, él la penetró llevándose consigo un gemido de excitación. Sus movimientos comenzaron a ser cada vez más rápidos y los espasmos anteriores habían ocasionado en Mía muchísimo más placer, y susedio algo que lo impacto por un momento. Mía le pidió que la azotara. por un momento el lo dudo, pero en el mismo momento el le agarro las muñecas con ambas manos ejerciendo presión en ambas, haciendo que se enrojecieran. Cambiaron de posición y Mía quedó de espaldas a él, arrodillada y con las manos apoyadas en él borde del sofá. Su espalda tenía una curva perfecta, y D'antonio no dudó ni un minuto en comenzar a dar estocadas cada vez más fuerte, él se arrodilló y sin salir de ella se movió en círculos, esto provocó aún más gemidos y placer por parte de Mía, ella estaba perdida en el placer.. D'Antonio la saboreaba hasta el exceso, ingresaba y salía con unos movimientos que llevaban a Mía a la locura a la vez que con el cinto que anteriormente llevaba puesto le daba unos no tan suaves ni fuertes golpes dejando una marca colorada en Mía, lo que hacia que esta no aguantara el placer. 
Cuando creían que la pasión no daba para más el orgasmo comenzó a generarse esta vez en D'Antonio, sus movimientos eran cada vez más rápidos y salió de ella rápidamente para, evidentemente, acabar en el condón, robándole un suspiro a Mía y largando una exhalación. Quedaron fundidos el uno al otro en sus miradas, y la noche recaía tranquila, calmada, y cómplice de esa aventura.

Mientras tanto en el club, la amiga de Mía bailaba con un grupo de chicas conocidas con las que se encontró llevándose al compás de la música las miradas de muchísimos hombres que no dejaban de desvestirla con la mirada, pero esta la hacía caso omiso, en lo que se fijaba era que había visto salir por la puerta con D'Antonio a su amiga, la chica que dudó tanto en salir esta noche, la que tenía su lado sádico pero que lo ocultaba con su lado tierno, y sabía lo que pasaría esa precisa noche, lo que la emocionaba, sabía la explosión que generarían ambos, y lo único que esperaba era que Mía le lanzara una mirada al irse, pero creyó que estaría muy ocupada para poder darse cuenta o acordarse siquiera de su amiga. Esta noche sería especial, e intuía que marcaría un punto en su vida y que Mía, no liberaría todo de sí, no aún.
Y no se equivocaba

Peligrosa obsesión [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora