Capítulo 12- Unione

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La mañana siguiente fue extraña. Mia se despertó nuevamente con una cama vacía y por alguna razón eso le dolió.
¿Que más iba a esperar de el?
Un hombre que de alguna forma le correspondía pero era tan libre como si fuese soltero y no tuviese ninguna responsabilidad, como si no se preocupara por nada ni nadie mas que su trabajo... como si ella fuese invisible a sus ojos.

¿Cuanta razón tenia Mía sobre esto?

D'antonio se levantó al rededor de las 6am junto a Mia, que dormia tranquila y profundamente (como de costumbre) agarrada a él pero algo había en esa cama que le hacia querer quedarse por mucho mas que unas horas a la madrugada... Se despertó con ganas de Mia, y no me mal interpreten, aunque tuviese un apetito sexual muy activo, esa mañana pasaba mas que eso, esa mañana había un aura, una vibra, que lo empujaba a querer adentrarse en las sabanas y estar una, dos, tres, muchas horas acurrucado con ella; aspirando su aroma y abrazando su cuerpo que quedaba pequeño y frió al lado de el de él.

Luego de pasarse media hora observando a través de Mia recordó que quizás a ella le gustaban los pequeños detalles, quizás, tal vez, podría ser un buen momento para avanzar en algo, intentar algo, arriesgarse.

Así que se levanto y vistió con la ropa que había llevado la noche anterior y trato de bajar cautelosamente al recordar que Mia tenia una compañera de casa, con la cual, no deseaba encontrarse recién levantado en una casa que no le correspondía. Y lo logró, o eso pensaba el.

La rubia somnolienta que domía plácidamente hasta que escucho la puerta principal cerrarse había visto a un hombre salir de su casa y eso no era común.

como pudo subió las escaleras llevándole algunas puestas y medio a gatas llego a la habitación de su amiga, al llegar y abrir la puerta se encontró con una Mia triste, con una maraña en los cabellos y confundida, ¿Que había hecho Mia la noche anterior?

Entro con cuidado a la habitación de su amiga y se sentó con ella en la cama, estuvieron así por unos minutos hasta que, sin ella decir una palabra, Mia habló.

-Se fue y me dejo sola durmiendo

-Tal vez tuvo una llamada importante Mia...

-Se fue y me dejo So, lo sentí salir de la cama, vestirse e irse

Se quedo callada, no sabia que decirle, no sabia que hacer mas que abrazarla y decirle que él se lo perdía.
¿Que mas podría hacer?
no era su situación ni su pareja, no sabia cuanto tiempo llevaban haciendo eso, ni siquiera sabia bien de quien estaba hablando Mia.

Luego de que Mia estuviera en completo silencio, su amiga le aconsejo ir a bañarse y sacarse la cara de recién levantada, le dijo que tal vez eso la ayudaría. Y como si se lo hubiese dicho su madre Mia fue derecho al cuarto de baño y abrió la llave caliente de la ducha. Iba a estar un tiempo largo allí y eso lo sabían ambas.

D'antonio iba directo a la cafetería mas cercana, y esta resulto ser una de barrio, tranquila, con olor a pan recién hecho y en la que atendía una mejer algo mayor.
Y por suerte había lo que estaba buscando, media lunas dulces. Si algo había notado de Mia en la oficina es que siempre faltaba una de las tres media lunas que iban con su desayuno, y no era raro, o por lo menos no le resultaba extraño que la chica morocha de curvas marcadas y collares dorados le robara una antes de entrar.

Al volver a la casa se dio cuenta de algo,
¿Como haría para entrar nuevamente?
no sabia como hacer si Mia llegaba a estar dormida, ni como reaccionaria ella al verlo llegar nuevamente después de haberla dejado sola durmiendo en su cama que seguramente se había tornado fría. Juntando todo el valor que le quedaba golpeó la puerta y efectivamente, la amiga de Mia le abrió. Algo en ella le parecía conocido y eso ella igual lo notó, tal vez lo había visto en la oficina con Mia.

-¿Esta Mia?

Era una pregunta estúpida, era obvio que estaba allí.

-¿Sos el que la dejo sola en la cama esta mañana y se marchó sin decir nada? porque dejaría que entres ahora

Él sabia que tenía razón, había que reconocerlo, pero no se iría sin pelear.

-Me fui a comprar el desayuno, no quería que se despertase sola y con apetito...

Sophie lo inspeccionó por unos minutos y lo dejó pasar, no le quedaba otra opción y ademas ella igual tenía hambre.

-Se esta duchando... creo que sabes cual es la habitación.

Y finalizando con eso se dio la vuelta y se fue a quien sabe donde, dejando a un D'antonio solo, desorientado y con el orgullo por el suelo. Así que eso hizo, subió cautelosamente hasta llegar a la puerta de la habitación en la que había dormido la noche anterior, la habitación de Mia. Y sin saber que hacer, ni porque estaba haciendo lo que hacia se dirigió al cuarto de baño, del que salia vapor y solo se escuchaba la lluvia de la ducha caer.

Con cuidado se desvistió y dejo las cosas
¿Porque estaba haciendo esto?
Al llegar a la cortina pasó su mano por el costado y acaricio el hombro de Mia, dándole un pequeño susto que se vio interrumpido por calma al ver de quien era la mano, pero en sus ojos se veía frustración, cosa que no le gustaba nada a D'antonio.

-¿Puedo?

Solo eso bastó decir para que Mia abra sus pequeños brazos dándole lugar en su ducha a aquel hombre que la traía loca hace un tiempo, aquel hombre que la hacia temblar y no de miedo, que le causaba espasmos con solo mirarla; ese que era mas que su jefe, o, que por lo menos estaba siendo más el día de hoy.

-Te amo.

Fue lo único que pudo decir al sentir la piel rozando la piel.

Peligrosa obsesión [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora