THE INMORTAL (Borrador)

Capítulo 11

Han pasado tres años desde que deje el ejército y fueron tres años desde que deje de verlos a Catalina y al señor Cousteu.
Han pasado cinco años desde que murió Trinna y desde que me fui del pueblo.
Ya son tres años desde que me he pasado buscando la daga para romper mi hechizo, pero a la misma vez he intentado buscar a su nueva reencarnación de Trinna, cada vez estoy perdiendo las esperanzas.
No he conseguido ninguna pista real, que me guiará hacia la daga, todas han sido suposiciones.
La mayoria de las pistas que he conseguido fueron en brujos falsos, chamanes y hechizeras que encuentran de todo, pero ninguna fue verdad.
Me fui a varios países, buscando alguna pista que me guiara hacia la daga, sólo he conseguido escuchar a una anciana, a quien no pude distinguir bien su rostro,porque estaba en un mercadillo y la anciana hablaba con un conocido suyo, que le dijo:
Hay una daga que ha sido buscado por todos los brujos y hechizeros, y se encuentra en una montaña en particular y que no esta en lo más alto, ni tampoco en lo más bajo de esa montaña, y esta daga está cubierta en un altar de rocas y marmol,y te concederá un poder especial, pero ninguno de ellos ha tenido éxito en su búsqueda.
Me quedé escuchando a la anciana pero ya no dijo nada más, porque ya se había ido.
La seguí entre una multitud, pero ya no la volví a ver, había desaparecido como si fuera por arte de magia.
Luego de eso, no he logrado conseguir ninguna pista mas, porque según la pista que escuche de la anciana, la daga de encontraba en una cueva de una montaña no tan alta, ni tan baja.
No tenía ni idea de la ubicación exacta de esa montaña, decidí ir con un rumbo fijo y arriesgarme porue ese era mi destino: ''El Himalaya''.
Estuve cinco días en un hotelucho, donde no había calefacción en ninguna parte, todo estaba oscuro, sólo habían velas y una caja de fosforillos para encenderlos.
El colchón de veía que estaba viejo, pero era el lugar indicado, ya que es el único hotel que está cerca de esa gran montaña de nieve.
La noche cambió a día y era el momento de alistar todas mis cosas para escalar, estaba solo en esta misión por encontrar la dichosa daga que deshacera el hechizo de Cate. Decidí luchar contra el frío invernal del gran Himalaya, enfrentándose contra vientos helados, no importaba cuán desafiante sea esta montaña para, tengo que encontrar la daga, y a la misma vez pensaba en Trinna, como podré disntinguirla en su nueva vida.
Estuve escalando por varias horas, hasta que cayó el atardecer y mi cuerpo ya no podía mas, decidí acampar en una cueva que estaba formada por nieve y en el techo habían picos que poco a poco se descongelaban con gotas cayendo de ellos.
De pronto recordé que la anciana había mencionado que esa daga estar escondida en un cueva en un altar hecho de rocas, pero todo lo que visualizaba a mi alrededor eran picos goteando, un techo formado por hielo y no era tan largo como creía, no me quedo de otra y empecé armando la tienda para dormir y saque todos los abrigos y me los puse, porque el frío en la altura donde estoy es muy violenta, metafóricamente hablando.
Pasaban los días y yo seguía buscando la daga en todas las cuevas que hay en el Himalaya , y no encontraba nada, así que acampaba en el lugar que estaba escalando, todas las nochessin heladas pero me abrigaba con muchas prendas, sin embargo el frío era insoportable todo estaba oscuro en la tienda,así que decidí a contarme historias sobre algunos supervivientes que escalaron el Himalaya pero no alcanzaron conquistar esta montaña. Entonces decidí hacer esa meta alcanzable y para ello debía empezar a escalar más alto, lo que no sabía de escalar fue, a cuanto más alto llegara menor llegaría el aire a los pulmones, se sentía como si te apretujaran los pulmones dejándote con poco aire para respirar.
Seguí mi instinto y querer alcanzar esa meta propuesta, hasta que el pico que clave en la pared de hielo se empezó a quebrar y la mi pie no piso donde tenía que pisar y resbale, no podía sujetarme porque los guantes que tenía en mis manos estaban mojadas.
Sentía la brisa pasar a una velocidad increible,empezó un leve dolor en la parte del occipital de la cabeza, sentia una gran impotencia que no podía hacer nada para poder sujetarme y dejar de caer, sólo sentía como de me cerraban los ojos.
La sensación de estar cayendo desde una gran altura era inexpicable, i todo lo que había vivido estos años y los veía a través de mis ojos, hasta que llegue al final del camino y toque suelo, sentí un crugido en mi espalda, ninguno de mis brazos, ni piernas o cualquier parte de mi cuerpo, siquiera podría abrir mis ojos, trate de gritar pero no serviría de mucho, ya que estaba solo sin ninguna persona que me auxilie.