Capítulo 10

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- ¿Qué quisiste decir con mi propio infierno? - lo mencioné interrumpiendole su gran risa malvada.
Parecía como si una bruja estuviera en el cuerpo de Clarence.
- Pues que te voy a hacer pagar por todas las veces que ha sufrido mi hija por ti y más por revelar el secreto de mi familia - señaló el Gobernador delante de sus matones.
- ¿ Qué te parece si mis chicos empiezan con una bienvenida a nuestro cuartel, ya que no se lo habéis dado!
Los que se me acercaron fueron tres de sus matones que empezaron a golpearme, y sentía como si me estuvieran tratando como una bolsa de boxeo, me golpearon la cara hasta dejarme el ojo derecho hinchado y con moratones, los labios partidos y con sangre, pero el golpe que me dejó sin aliento fue en el estomago, que escupi sangre por el tremendo golpe de bienvenida que me estaban haciendo, aunque no de detuvieron con los golpes, hasta que escuche la palabra: ¡Parad ya los tres!
No logre ver a la persona, porque me estaba retorciendo de dolor, pero se quién dijo "Parad"
- '' Basta ya los tres, que todavía lo quiero vivo y para eso necesito que lo dejen de golpear.
- ¡Cuando salga de este lugar, voy a ir a buscarlos y los matare a cada uno de ustedes, no importa que me demore en encontrarlos, los mataré de cualquier manera!
Luego de dos minutos aparecieron mis compañeros más armados hasta los dientes derribando la puerta de una gran patada, uno de ellos dijo: '' Tiren sus armas al suelo y nadie saldrá herido"
Así que salte de mi silla y salí corriendo hacia donde estaban mis compañeros a empezar a disparar con la pistola de alguno de mis compañeros, pero no me escapé de los balazos que daban en el aire, mis compañeros vieron como iban tres balas de pistola atravesaban mi espalda, yo sólo sentía cosquillas.
Empecé a notar sus rostros asombrados por lo que acababan de visualizar, no quise hablar, no dar explicaciones de ello y agarra una pistola de uno de mia compañeros caidos y maté a todos los que me torturaron antes que llegarán a rescatarme, pero entre los muertos no estaba el Gobernador, si bien dicen que las cucarachas son las últimas en morir.
Clarence no estaba por ningún lado, se habia esfumado del lugar, desapareció así de la nada, delante de nuestros ojos, me prometí que lo encontraría y lo mataria, no importa si es el padre de Cate, no me importa si me demoró en asesinarlo, yo tengo fe que lo voy a conseguir.
Una vez acabado el tiroteo, sentía como miraban mi espalda, asombrados que no hubiera sangre, después de que me.hayan disparado tres veces.
Sólo se me ocurrió decir: '' Tengo piel de elefante.''
Días después de lo ocurrido, mis compañeros y yo, encontramos a Santiago o como lo conocen en realidad '' Mariano''.
Estaba escondido en un bar, cerca donde vivían el señor Cousteu y Catalina.
No crean que me había olvidado de esos dos.
Me despedí de ellos y les dije la verdad de todo lo que había ocurrido, hasta que atrapamos a Mariano, el único familiar por parte de su madre que aún estaba vivo y que ha cometido muchos errores en su vida.
- ''Pasará muchos años en prisión, pero podrán ir a visitarlo''
- '' ¿Y tú a donde te iras? - me dijo el señor Cousteu muy serio, se sentía como si le hubiera malogrado un plan, porque estaba como si le hubiera malogrado su plan.
Así que lo tendré vigilado a este señor.
Tuve que contarle a Catalina el motivo de mi retiro, y cuando se lo conté todo, se enfadó mucho conmigo por no haberle contado que era del Ejército y que estaba en una misión de infiltración, pensaba que reaccionaría mejor, pero en estos casos, quien lo hace. Saber que tu único familiar de parte de madre es un delincuente que va a estar preso por muchos años y la persona a la que más le dio confianza, es un infiltrado del gobierno cumpliendo órdenes de sus superiores.
Me partió el alma, cuando se lo conté todo y se puso a llorar odiandome entre sus palabras, y no la culpo, fue por mi culpa como dice ella que ahora su tío está encerrado entre las rejas.
Al final si padre trato de hacerla entrar en razón y todo lo que había hecho su tío Mariano estaba mal, se notaba la tensión entre todos, así que agarré todas mis cosas, lo cuál solo era mi mochila con algunos objetos de valor que eran muy importantes para mi.
Cuando regrese al cuartel, todos empezaron a mirarme y a empezar hablar de lo ocurrido anteriormente en el caso de los cinco fugitivos y en especial en el caso de Mariano, así que decidí renunciar al ejército y empecé a centrarme en buscar la daga para Cate para que pudiera deshacer mi hechizo de inmortalidad. Aunque si lo pensaba bien, esto de  ser inmortal no es nada malo, pero ya le había hecho una promesa a Trinna que tendríamos que encontrar por nuestros lados la daga, en el caso de que ella no me buscará para encontrar la daga juntos yo entregaría la daga a Cate y desearía mi hechizo sólo a mi. ¡Se lo prometí! Y una promesa siempre se cumple.

THE INMORTAL (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora