¡No quiero que te vayas, eres todo para mí! Eres el primer hombre en mi vida y el último. ¿Patrick... Acaso no me amas?- gritaba Paulette mientras me daba golpecitos en el pecho.
-¡Claro que te amo! ¿No te lo he demostrado ya? ¡Pero no puedo hacer nada! A menos que... -Finalicé pensativo
-¿Qué se te ha ocurrido?- preguntó curiosa.
- ¡Escapemos!- propuse- nos vamos lejos, nos casamos y vivimos nuestra vida juntos.
-Tengo mucho miedo, ¿qué va a ser de nosotros?, debes terminar tus estudios y yo los míos.- dijo desconcertada.
-Ahora te preguntó yo a ti, ¿acaso no me amas?, nuestro amor es tan grande que puede con todo. Confía en mí. Todo saldrá bien y nadie podrá separarnos.- dije con seguridad.
Ella sonreía, de verdad confiaba en mí, Papá no iba a separarme de ella, ¿porque tenía yo que irme con la familia? Ya soy todo un hombre de 20 años. Estoy finalizando mi carrera; ¡puedo con esto! Solo se necesita esfuerzo. No soy como mi Hermano... No sabe ni lo que quiere, aunque él es un pequeñuelo...aún no sabe nada de la vida; es tan solo un niño. Pero yo sí, y lucharé por lo que quiero.
Paulette es tan hermosa, el magnífico paisaje que nos rodeaba no se asemeja ni un poco a su belleza. Y era toda mía, mía en toda la extensión de la palabra.
Su cabello trenzado de fuego, su piel blanca como la nieve, sus ojos azules como el cielo; sus cualidades, ¡ah! Es tan servicial, tan amable, tan tierna, cuida tanto de mí...¡La amo tanto!
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- ¡Te amo tanto Pat! Sabes... Tengo miedo que nos separemos- dijo.
- ¡Eso jamás!- Grité con decisión.
La abracé y al igual que muchas tardes sellamos con nuestro amor un pacto que nunca se rompería.
