Aún con mi cerebro lanzándome pensamientos desgarradores de lo totalmente absurdo que fue mi tan deseado primer beso, entré a casa con los hombros caídos y el cuerpo quejándose con cada movimiento que hacía. Sin dudas eran las consecuencias de mi caída y casi muerte. Por alguna razón esa parte del cuento se veía lejana y que me corten un brazo si no se debe a que lo único que llevo bailando entre ceso y ceso es el vago recuerdo de la calidez en mis labios.
-Cariño, mira la hora que es, estaba preocupada- comenzó mi madre pero apenas la escuchaba- ¿Pero qué te ha pasado?- corrió hasta donde me encontraba y me tomó la cara entre las delicadas manos- Tienes raspones en el rostro, ¡Oh santo cielo! Mira cómo ha quedado tu vestido!
-Me he caído mientras cabalgaba- le expliqué dejando que me revisara- Tranquila, no me he hecho mucho daño, nada grave, apenas me duele un poco- mentí. No quería que se preocupara y llamara a un pobre doctor solo para poner banditas.- Iré a darme un baño y a cambiarme la ropa- le sonreí sin ganas y subí a mi habitación.
Esperé a que una criada me preparara el baño y me dispuse a relajarme dentro de la tina de agua caliente y aromas exóticos. Cerré los ojos y dejé vagar mi mente entre los recuerdos de las horas anteriores.
Lucas había acusado a mi padre de robo pero eso no podía ser. Una vez le pregunté en qué constaba su trabajo y amablemente me respondió que no hacía más que darle felicidad a las personas construyéndoles grandes edificios de residencia, hoteles, centros comerciales, residencias y un montón de cosas más. Me había dicho que tomaba tierras, sí, pero también me había dicho que negociaba con sus propietarios y les ofrecía mucho dinero por ellas, eso no es robar, es más bien un negocio de compra y venta, en el cual ambas partes salían beneficiadas.
Lucas es un tonto, seguramente ni siquiera sepa de qué habla. Bueno aparte no es más que un vago, con su cabello despeinado, las ropas en un estado lamentable y las manos tan sucias como un cerdo felizmente revolcándose en su lodo. ¡Oh vamos! Podía imaginarmelo a él mismo divirtiéndose en un charco, ¡Qué perdición!- fue entonces cuando un pensamiento aun peor vino a mi- ¡Oh Jesús bendito y la Santísima Trinidad! Ese subnormal me había besado con su asquerosa y mohosa boca.
Me entraron ganas de vomitar y apresuradamente salí de la bañera y me plante frente al lavamanos. Tomé mi cepillo de dientes y le derramé casi medio tubo de pasta dental encima. Lo llevé a mi boca y la lave como si no hubiese un mañana. Solo Dios sabe cuantas bacterias, gérmenes, y...- me paralice- ¡Un momento! Había sentido algo húmedo, su... Su... Su saliva. ¡Agggh! Retome mi desesperado lavado de dientes, encías, lengua y todo lo que conforme mi boca en su totalidad. Al acabar con el cepillo utilice el enjuague bucal y luego volví a cepillarlos solo por si acaso.
Respiré profundamente, misión completa, se ha eliminado todo rastro de asquerosidad de mi ya no virgen boca. Más aliviada volví a mi habitación, me vestí y baje a la sala que da al recibidor para esperar a mi padre. Claro, yo no había creído ni una palabra de lo que Lucas había dicho, pero por mi salud mental mejor preguntaba a mi padre discretamente si recordaba a unos tales Jerclarf.
Casi me había terminado las galletas del bol cuando escuche abrirse la puerta y a varias criadas decir a coro "Bienvenido de vuelta señor Xan", a la vez que le ofrecían sus servicios, colgar su chaqueta, una copa de vino, un menú de lo que prefería comer esa noche, y así.
Me arme de un valor del cual carecía por completo, me levanté y fui tras él a su oficina. Aja, llegaba del trabajo para trabajar en casa, así era algunos días, era un hombre admirable si me lo preguntan. Toque un par de veces y espere a que me invitara a entrar. No me miró cuando me adentré en su oficina, estaba ya concentrado en su laptop tecleando sin parar, increíble. Me senté en la silla frente a su escritorio y lo miré con detenimiento, parecía cansado.
-Hola papá.
-¡Oh, Sophia!- me miró rápidamente y siguió en lo suyo ahora con una sonrisa- ¿Cómo has estado hoy querida mía?
-Bien...- dudé un poco pero ya no había vuelta atrás- Ehhm... Papá, hoy... Conocí a alguien- esperé a ver sin me prestaba atención, vi que asentía y seguí- Me dijo que te conocía, y también que tú le habías quitado algunas tierras...
-¿Cómo has dicho?- entonces me puso toda su atención y sus manos dejaron de danzar sobre el teclado. Estaba muy serio.
-Sí, su nombre es Jerclarf, ¿Los conoces?- pregunté con cierto temor.
-No son gente de importancia, por favor olvidales.- dijo e hizo un ademán con la mano quitándole importancia y siguió tecleando.
-¿Entonces si les conoces? ¿Si les quitaste unas tierras?- mi corazón de pronto dio un vuelco.
-Pues ellos no estaban haciendo nada con ellas cariño- me respondió con una sonrisa- Es mi trabajo dar un buen uso a esas tierras desiertas- dijo encogiéndose de hombros y volviendo a teclear.
-A mi me parece que eran importantes para ellos, el hijo de la familia Jerclarf estaba realmente molesto, dijo que apenas tenían donde vivir y...
-Cariño- dijo cortandome y soltando un sonoro suspiro de cansancio- preocupate por lo que tú tienes, hago todo esto por ti, para que nada te falte y todo te sobre. Olvidate de esa miserable familia, no valen la pena, ellos no son tema de conversación, son solo unos pobres diablos sin valor.
¿Saben cuando un vidrio cae al suelo y se parte en mil pedazos? Bien, entonces saben lo que sucedió dentro de mi en ese momento. Me quede de piedra, mirándolo sin poder creerlo, mirándolo sin comprender la situación. ¿Estaba confesando que sí había robado las tierras de esa pobre gente?
-El hijo del señor Jerclarf me ha salvado la vida hoy- sus ojos casi salieron de orbita al escuchar mi confesión- Cabalgaba con Betty y me ha caído encima, casi me muero porque no podía respirar y ella se había desmayado. Si él no me la hubiese quitado yo seguramente estaría inerte en el campo- había comenzado a subir el tono de mi voz, no podía creerlo.- ¿Y sabes qué? Lo único que hice fue gritarle porque habló mal de ti.
Estaba como una furia, nunca me había sentido así. Siempre había pensado que mi padre era una eminencia, alguien que debía ser alabado y respetado por todos pero no, solo piensa en él mismo.
-¡Oh cariño, no lo sabía! Mañana mismo enviaré un cheque como pago por haber salvado a mi bebé, pero Sophia, no vuelvas a hablar con esa gente, son personas vulgares, gentuza, no merecen el trato de una señorita de tu posición.
-No lo puedo creer- dije en un susurro, más para mi misma que para él.
Me levante y sin despedirme salí de su oficina y me encamine a mi habitación como alma en pena. Lucas tenía razón, yo había sido ciega, mi padre no es más que un hombre sin corazón. Lo se, lo se, pensaba en mí, en que tuviese todas las comodidades posibles, y sabia que me amaba pero al menos podía ser un poco mas sensible con los pobres que no tienen tanto como nosotros. Es decir, ¿Qué culpa tiene ese gente de andar como andrajosos, desprovistos de las comodidades que el dinero ofrece?
No tenia dudas, debía ir y disculparme con Lucas por haberle tratado de esa forma tan altanera y debía volver a agradecerle por salvarme, esta vez sí de corazón. Eso sin lugar a dudas no agradaría a mi padre, sin embargo, es también cierto que ni cuenta se daría de mi ausencia o de que me acercaba a los Jerclarf, siempre estaba implicado en su trabajo.
Mañana sin falta iré al campo, era poco probable que volviera a encontrarlo en ese lugar, pero no podía hacer más, iría hasta que le viera nuevamente.
-Aunque el muy tonto dijo que yo era horrible- hice un puchero frente al espejo- No lo soy...- me aclaré frunciendo un poco el ceño- También dijo que no quería volver a...- vi mis mejillas cobrar un color rojo intenso- ¡Agh! No debo volver a pensar en eso. No, nunca más. Yo tampoco quiero volver a... ¡Tonto Jerclarf!- gruñi mientras pasaba mi pijama por sobre mi cabeza.
A este paso en lugar de disculparme voy a matarle por haber tomado algo tan preciado.- me tiré de cualquier forma sobre la cama- Y yo que deseaba al menos tener un "accidente" y caer "involuntariamente" sobre la boca de Christopper. ¡Tonto, y mil veces tonto niño Jerclarf! Me disculparé pero vas a pagarme caro esta. Lo juro.
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Tú eres mi escape
Teen FictionSophia está atrapada en una vida monótona gracias a su opresivo padre, una vida de la cual no es dueña y en la cual no tiene voz ni voto. Sin embargo su padre toma una buena decisión, le deja salir con el inigualable Christopper, claro por razones i...